III

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El sonido de la lluvia chapoteando contra el cristal me hizo resaltar. Miré a mi alrededor, y no pude encontrarlo. La curiosidad podía conmigo, y decidí buscarle, supuse que estaría desayunando. Y así fue. Se encontraba en el sillón tomando una tostada y una gran taza de café mientras leía el periódico. Mis pasos interrumpieron su lectura, y sus ojos me examinaron de arriba a bajo. Me sonrojé cómo acto reflejo, ya que lo único que llevaba era una camiseta suya, que a decir verdad, me quedaba bastante grande. 

-Creo que no debería decir esto pero..estas bastante sexy así.-dijo señalando mi atuendo.

Me quedé en silencio, ya que no sabía que responder. Estaba segura de que lo único que el querría "tener" conmigo, sería una relación sexual. Y sinceramente, no era lo que andaba buscando. Los rumores que había hablado de Pablo por ahí, era que tenía muchas mujeres y que se pasaba las noches de cama en cama, pero hasta este momento, no lo había visto con ninguna mujer más que a excepción mía. 

Cómo si me hubiera leído la mente, suspiró, y dijo:

-No soy lo que dicen los medios. Que sea narcotraficante, no significa que no quiera formar una familia o que no sea un buen hombre. Así que, te pido, de forma sincera, que no me juzgas como todos. Creo que tú eres de las pocas personas que tiene aún cordura...-agachó la cabeza. -sé que lo que hago no está bien, pero ya no hay vuelta atrás.

-Pablo, yo simplemente..-dije confundida- no sé, no sé que hacer..-él abrió los ojos esperando a alguna mágica respuesta.

-No te machaques, solo sigue mis instrucciones, y todo saldrá bien-dijo acercándose a mí.- Quien sabe, si todo sale bien, tú y yo...

Su comentario me hizo gracia, y pareció que el también. Ese momento duró milésimas de segundo, ya que se lanzó a mis labios. Su lengua jugó con la mía, haciendo cosquillas en mi interior. Ese beso me había recordado a mi adolescencia, a ese nerviosismo que sentía cuándo la persona que me gustaba me miraba. Nos separamos debido a la falta de aire, y yo me dirigí a la cocina para comer algo, ya que mis tripas gritaban por un bocado.

Mientras desayunaba, mi vista sólo se centraba en él y su voz. Estaba hablando con alguien, pero no pude llegar a identificar de quien se trataba, pero por el tono de su voz, sonaba preocupado. Hasta que pronunció la palabra "mamá" y ahí encajó todo. Su mirada conectó con la mía, y pedía sin decir nada que le abrazase. Me abalancé sobre él, y lo único que pude decirle fue la típica frase de "todo saldrá bien". Estaba llorando, ya que sentía las lágrimas resbalándose hasta mi camiseta.

-Sé que no es de mi incumbencia pero..¿que ha pasado?-dije mostrándome preocupada.

 Forzó una sonrisa. Sabía que lo que iba a decir, no era algo fácil de tragar.

-Bueno...Pues resulta que en la noche de ayer, tocaron a la puerta de la casa de mi madre. Ella, inocente, la abrió y para su sorpresa se encontró a un robusto hombre que la tumbó al suelo, haciéndole daño. Me describió al sujeto, y según ella tenía rastas y un piercing en la ceja. Yo sabía perfectamente quien era; el era el jefe del cartel de Cali, y este se llamaba Miguel. El cartel de Cali y el cartel de Medellín (al que yo pertenezco) siempre han tenido problemas, ya que el cartel de Cali siempre ha querido acabar con nosotros y conmigo en especial. Sin enrollarme más; Miguel si quiera entró en su casa a robarle, simplemente quiso darle un aviso para captar mi atención. 

Me quedé sorprendida. No podía entender por qué tenían que atacar a su familia, ya que ella no tenía la culpa.

-Bueno, ¿y que tienes pensado hacer..?-él bufó.

-Hasta ahora mi plan, era cortarle la cabeza a ese gonorrea mamahuevo, pero no estoy seguro si es lo mejor, ya que, la prensa se sobresaltará ante esa noticia, y tendrán más motivos para encontrarme y matarme.-dijo mirando a un punto fijo de la vacía sala.

De repente, se me encendió la bombilla por arte de magia.

-Creo que tengo una idea.-dije segura de mí misma.- Podríamos secuestrarlo, y hacer creer que simplemente desapareció ya que su vida cómo narcotraficante ya no le apasionaba como antes. Y para que sonara creíble, le obligaríamos a dimitir del cartel de Cali y a partir de ahí, cuándo su identidad quede en el olvido, podríamos acabar con su vida. ¿Qué te parece?

No mantuvo la boca cerrada en ningún momento, de la sorpresa.

-Pequeña, tú y yo haremos un equipo increible.- susurró, besándome cómo tanto me gustaba.

Quizás no era lo mejor para mí, quizás era una relación tóxica y peligrosa, pero joder, quería sentir esa adrenalina que me transmitía  a cada momento.

Aires de Colombia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora