Junio, 1998
Soda Stereo sonaba de fondo y todos los presentes en la fiesta no paraban de bailar. Luna había quedado sola en el medio de la pista. No porque Vico la hubiese dejado allí adrede. De hecho, el chico parecía no querer separarse de ella nunca más. Pero el alcohol estaba haciendo efecto y, en medio de la noche, la había dejado para ir al baño. Pero solo por unos segundos, y se había encargado de dejárselo en claro.
Pero en unos pocos minutos pueden pasar miles de cosas y, de hecho, algo sucedió. Marco apareció en escena.
Marco y Luna se habían conocido hacía un mes en uno de los tantos encuentros que Daniela organizaba en su casa. Él le había hecho probar la bebida que incluía Gancia con Seven Up y, al sentir el glorioso gusto de aquella combinación, Luna había sentido que había encontrado a un amigo. Pero Dani le había aclarado que, según lo que Marco andaba comentado, Luna despertaba sentimientos en él. A tal punto de no poder soportar cada vez que Luna le decía la palabra "amigo".
Y por eso...
-¡Amigo! –dijo Luna a viva voz, mientras Marco le daba un apretujón a modo de saludo.
-¡Que hay de ti, Luna! Te veo muy sobria para la hora de la noche en la que estamos. ¿Qué sucede? ¿Faltaba que llegara yo? –dijo, sonriendo de lado.
-Es que... conocí a un chico –se sinceró, sabiendo que su admición destrozaría el corazón del muchacho. Lo hacía para que la olvidara, y esperaba no estar siendo cruel.
-¿Qué chico? ¿Lucas? ¿Martin? ¿Jose?
-¡No! Esos son nuestros amigos, tonto.
-¿Entonces a quien conociste? –insistió Marco, apresando a Luna contra la pared sin darse cuenta. Se encontraba un poco frenético y Luna comenzó a pensar que ya habían pasado varios tragos por su mano.
-A mí. A mí me está conociendo '-dijo Vico interponiéndose entre el muchacho y Luna. La cara de Marco se desfiguró.
Diciembre, 2016. Nueve de la noche.
Vico
-¿Y si vamos a una clínica? –decía Camila, mientras destrozaba los ravioles con el tenedor, sin probar bocado. Había estado comiendo cada vez menos y su rostro, ya de por si angular, era un conjunto de huesos marcándose bajo la piel. Eso sin contar sus ojeras, las cuales el maquillaje intentaba ocultar sin mucho éxito.
El tema del embarazo la tenía mal. El hecho de no poder quedar embaraza la tenía mal. Y mi reciente distancia la estaba poniendo aún peor.
-No creo que necesitemos ir a una clínica, en realidad –continuó, contradiciéndose –La ginecóloga me dijo que estoy en un momento de gran fertilidad, que mis óvulos están preparados...
-¿Es necesario hablar esto mientras estoy comiendo sorrentinos? –pregunté, algo asqueado con lo que mi cabeza imaginaba.
-¿No te parece importante hablar de nuestra búsqueda? Como verás, no está dando ningún resultado... -dijo, otra vez enojada. Su límite de tolerancia era cada vez menor.
-Cami, ni siquiera terminamos de decidir en qué casa vamos a vivir, ¿cómo esperas que me concentre en tener un hijo? –Contesté cansado y, ya harto de su infantilismo, le quite el tenedor de la mano –Además, ¿Cómo pensas tener un hijo si a duras penas comes algo? No te nutrís. No dormís bien. Vivís discutiendo. ¿Qué esperas?
Una pequeña lágrima se derramó por su ojo izquierdo y entendí que me había pasado de la raya. Estaba tan harto de discutir del tema que no me había parado a pensar en sus deseos de mujer, en sus miedos de infertilidad. Llevábamos cinco años juntos y por mucho que lo habíamos intentado, siempre habíamos fallado. Me sentí mal por mi crueldad por lo que, teatralizando frente a todo el restaurant italiano, estiré mi brazo y puse mi mano bajo su mentón, intentando que me vea. Sus lágrimas seguían cayendo en un llanto silencioso.
YOU ARE READING
TE RECUERDO
RomanceLa vida de un hombre se encausa a los treinta. La vida de una joven legalmente adulta es pura diversión. Pero ninguna regla será cumplida por Sophie y Vico una vez que se conozcan. Ya nada será lo mismo, una vez que se recuerden.