"A no ser que me hagan daño"

32 4 0
                                    

Estaba adormecida en una inmensa oscuridad, cuando de pronto, una luz me fue invadiendo poco a poco. Una silueta traslúcida apareció frente a mí, y poco a poco fue cobrando nitidez.
-Despierta...-susurró una voz frágil, a la vez que una mano acariciaba mi dolida mejilla.
-¿Qué ha pasado?...-esbocé. Sus ojos se inundaron, y comenzó a besar mi frente reiteradas veces.
-Estás bien...-soltó un gran suspiro de alivio y secó sus lágrimas. Agarré su mano y me ayudó a incorporarme suavemente. Mi mente se disparó y me aferré a ella fuertemente.
-Te quiero- me sinceré. Me miró fijamente sin decir ni una palabra y me apartó de ella. Inmediatamente, me sentí estúpida , un calor ardiente de pudor recorría mi cuerpo de arriba a abajo. Tras un eterno minuto de silencio incómodo, por fin abrió la boca:
-¿Por qué?-espetó.
-¿Cómo?-dije confusa.
-Sí, ¿Por qué? ¿Por qué lo sabes?
-¿Qué por qué sé que te quiero?-dije algo avergonzada.
Asintió.
-Pues no lo sé, ¿Por qué te extraña tanto? A mí me pareces una persona estupenda.
-En realidad no lo soy, créeme, tengo una parte muy mala de mí.
Me quedé pensativa por un instante, pero creo que lo único que había en ella era dolor.
-Seas como seas, no te voy a juzgar-aseguré.
-Y no me importa si lo haces, siempre y cuando digas la verdad.-Bajó su mirada hacia el suelo- ¿Sabes? Cuando la gente me conoce realmente, todos se van, siempre, por eso estoy sola.
-Yo no suelo alejarme de las personas, a no ser que me hagan daño -dije recurriendo a mi pasado.
-Te entiendo...-susurró- Yo ni aunque me lo hagan.

Relatos fúnebresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora