Darks |Harry Styles|

Prólogo

Estaba segura de que Harry pronto estaría inconsciente y no sé cómo me di cuenta, las lágrimas en mis ojos hacían que viera borroso. Di un pequeño salto en el suelo provocando que mis costillas dolieran. Joseph no dejaba de golpear a Harry. Maldigo el día en que me relacioné con él, maldigo el día en que Joseph me dijo «hola» y yo le correspondí.

Escuché a Harry toser fuertemente y escupió sangre. Joseph lo volvió a patear pero ahora por la espalda. El chico de rulos se puso en posición fetal y Joseph lo golpeó en la cabeza provocando que ahora Harry se desvaneciera.

“¡Para de una puta vez!” Grité y mis costillas dolieron como el infierno. Joseph se acercó rápidamente hasta donde estaba tirada en el piso y me levantó de ahí tomándome por mi cabello.

Me golpeó cerca del pómulo y con las pocas fuerzas que me quedaban lo golpeé en su entrepierna. “¡Maldita perra!” Gritó fuertemente para soltar mi pelo y dejarme caer otra vez en el suelo. Se paró derecho y comenzó a patearme en las costillas. Estaba segura que estaban rotas. “¡Nunca más en tu vida vuelvas a golpearme, zorra!”

Daba grandes brincos cada vez que su pie hacia fuerte contacto con mi estómago. Vi que Harry se levantó silenciosamente y tomó un palo de madera grande y pesado. Se acercó cautelosamente hasta Joseph y cuando lo iba a golpear, él tomó el palo y se lo arrebató a Harry de las manos.  “El niño bonito dándoselas de héroe, tratando de salvar a una puta que no vale la pena.” Exclamó Joseph. “No me vengas con juegos, Styles.” Agregó bruscamente y golpeó sus piernas con el palo de madera. Harry gritó fuertemente. Nunca lo había visto así: herido, débil, vulnerable.

Mi ira se incrementó, el dolor ya no hacía efecto en mí, la sangre que salía de mi cabeza ya no estaba. “¡Déjalo tranquilo, Joseph!” Grité y él no me hizo caso. Siguió golpeando a Harry. Me arriesgué. “¡Haré lo que quieras, pero para!” Sollocé y Joseph se dio vuelta increíblemente rápido. Todo quedó en silencio; esta era la mejor decisión que podía haber tomado si quería que la persona que amaba no muriera. “Haré lo que quieras pero basta, por favor.” Lloré en un susurro.

“¿Lo que yo quiera, Ziva?” Preguntó. Asentí y vi una sonrisa perversa formándose en el rostro de Joseph. Sabía perfectamente lo que quería.

“S-Solo deja despedirme de é-él.” Tartamudeé y Joseph asintió no muy convencido. Con ayuda de mis codos, me arrastré hasta donde se encontraba Harry.

“No lo hagas, nena.” Suplicó y vi las lágrimas caer por sus mejillas. Acaricié sus rulos llenos de sudor y sangre. No me importó quedar más sucia de lo que ya estaba, yo lo amo, no dejaré que él sufra las consecuencias por estar conmigo. “Saldremos de esta bebé, no lo hagas.” Besé sus labios hinchados con mucho cuidado de no herirlo más.

“Nunca dije todo lo que siento por ti. Nunca dije que, el primer día que me viste escribiendo mi nombre en la mesa con un cuchillo, solo me senté ahí para llegar a ti. Te observaba desde la oscuridad Harry, desde esa que tú nunca has alcanzado a llegar y que espero que no lo hagas. Nunca dije que te amaba.” Sollocé silenciosamente y él limpió mis lágrimas con sus pulgares. “Ahora lo digo, Harry. Te amo como nunca he amado a alguien y te has metido en mí como nunca alguien lo había hecho, solo recuerda eso.” Me acerqué a su oído. “Haré todo lo posible para darte pistas de dónde estaré, ve a buscarme. No te olvides de mí y rescátame.” Besé el lóbulo de su oreja y seguí acariciando unos segundos más sus rulos. Joseph carraspeó impaciente. “¿Recuerdas todas esas veces que dijiste que yo era tu ángel y la luz de tus ojos?” Harry asintió. Clavé mi vista en sus hermosos ojos verdes cristalizados por mi culpa. Nunca podría sacar esa imagen de mi cabeza. “Estás equivocado amor. Tú eres mi ángel, tú eres la luz de mis ojos, tú me ayudaste a salir de la oscuridad en la que me encontraba… pero yo sabía que no podría salir completamente. Gracias por todo, Harry, no sabes en verdad cuanto te amo.”

 

“No te vayas.” Susurró y yo negué. “Nunca estaré bien sin ti.” Iba a hablar pero él me interrumpió. “Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Ziva. No me abandones como todos lo han hecho.” Si mi corazón ya estaba roto, ahora parecía como si metieran una mano directamente a los pequeños trozos y lo sacaran, dejando la herida más grande alguna vez vista. “Te amo demasiado, te amo más de lo que debería, daría mi vida por ti como sé que tú darías la tuya.”

“Encuéntrame, Harry.” Besé sus labios por última vez con delicadeza, pero él no se preocupó. Atacó los míos con mucha dulzura y pasión a la vez. Su lengua recorrió mi cavidad bucal para encontrarse con la mía y decirse «hasta luego», esto no era un maldito adiós. Lo volvería a ver, lo volvería a tocar, lo volvería besar, lo volvería a acariciar, yo le volvería de decir «te amo» muchas veces más. “Te amo, pero si quiero que sigas con vida tengo que irme. Confío en ti, Harry.”

Comencé a gatear hasta donde se encontraba Joseph. “Te amo, Ziva.” Harry susurró solamente audible para mí. No quise voltear, sabía que volvería con él y no me iría; sabía que lo volvería a besar y Joseph le cortaría el cuello.

Llegué hasta donde la persona que alguna vez llamé amigo y me puse de pie lentamente. El dolor que sentía tanto físico, psicológico y emocional era indescriptible. “¿E-es lo que yo c-creo?” Pregunté y él asintió.

“Si alguna vez se te ocurre arrancar de mí. Tu lindo noviecito pagará las consecuencias.” Habló. “Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Ziva.” Imitó la voz de Harry. Dirigí mi última mirada a él y parecía perdido en pensamientos. Una maravillosa idea se cruzó por mi cabeza, hice una seña para que me mirara, pero no pasó nada. “Pobre idiota.” Joseph tomó mi brazo fuertemente haciendo que un chillido se escapara de mi boca. Comenzó a arrastrarme fuera del lugar y Harry encontró sus ojos preocupados, esperanzados y enojados con los míos aliviados, de saber que ahora Harry se encontraría un tiempo mejor. “¡Muévete, perra, no tenemos todo el día!”