Capítulo 2: "Kasumi Hyüga".✓

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¿Alguien puede decir cómo es que acabó así? Pasó de ser una mujer perfectamente independiente, que vivía sola y podía mantenerse por sí misma, a estar nuevamente bajo el techo de la casa de su tío.

Vale, convengamos que el intento de robo que sufrió alertó a su familia, pero...No era para tanto, podía cuidarse sola.

Hace una semana que estaba viviendo en la casa en la que creció, acompañada por las personas que tanto amaba: Su familia. Kasumi Hyüga, de diecinueve años, fue la primera en abrir sus alas y mudarse, algo que no gustó mucho a su tío: Hiashi Hyüga

Vivía en un pequeño apartamento, que compartía con su mejor amiga, pero cuando las noticias de que alguien había entrado al apartamento a robar durante la ausencia de Kasumi y su amiga, llegó a oídos de su tío, este tomó medidas y le ordenó —ni siquiera se lo sugirió, simplemente se lo ordenó—, que volviese a la casa donde él vivía con sus dos hijas y su sobrino, quien es hermano de Kasumi.

Kasumi era idéntica a su hermano, pero lógicamente, más madura y como solía decir su mismo hermano: Con pechos.

Tenía el cabello lacio, largo y castaño. Su piel era pálida y sus ojos eran color perla, como los de toda su familia.

—Hebi se quedó en el apartamento, sinceramente y con todo respeto, tío; creo que estás exagerando un poco —dijo Kasumi, cruzada de brazos.

Sus palabras podían mostrar respeto, pero sus actitudes y la forma de pararse, demostraban que en realidad, no era así.

—Eres mi sobrina, Kasumi...La hija mayor de mi difunto hermano y aun sabiendo que tú y Neji son lo único que me queda de él, quieres ponerte en peligro.

—Soy mayor de edad, tío. Puedo apañármelas —aseguró ella, suavizando su mirada.

Sabía cuánto le dolía a su tío la pérdida de su hermano y además, ella sentía en carne propia la falta de un padre o una madre. Incluso desde la pérdida de ambos tuvo que comenzar a comportarse como una madre para su hermano Neji, quien tenía diecisiete años actualmente.

—No volveré a discutir esto contigo, hace una semana que estamos en la misma y mi decisión no cambiará.

Se rascó la nuca y se quejó abiertamente. No entendía por qué no iba a dejarla hacer lo que quisiera. Hiashi prometió que en el preciso momento en el que la chica cumpliera la mayoría de edad iba a dejarla tomar sus propias decisiones y sólo limitarse a aconsejarla como siempre había hecho; pero ahora, sin embargo, parecía decidido a no dejarla opinar.

Salió del despacho de su tío y pisando muy fuerte el piso de madera para mostrar su enojo, fue a su habitación a terminar de ponerse el uniforme para ir a estudiar. Era su primer año en la universidad y estaba decidida a pasársela lo mejor posible y a estudiar arduamente para conseguir recibirse.

Ella hace arte...Pero con sus palabras. Sí, es estudiante de las artes lingüísticas y la expresión corporal como modo artístico. En otras palabras: escritora, actriz y bailarina.

Desde el momento en el que el cuarto hokage: Minato Namikaze, había hecho incluir dichas clases en la universidad a la que iría, lo adoró más que de costumbre.

Se puso un bra blanco para que no se trasluciera con la camisa blanca obligatoria de la universidad y luego se dispuso a vestirse como más le gustaba: Con un short de tirantes. Lo obligatorio en la academia era la camisa blanca con el logo de la universidad, el resto lo decidías tú.

Es por eso que le gustaba ir con shorts y su favorito era aquel negro con tirantes finos de igual color. Los usaba caídos de cualquier manera, pero a ella le agradaba el «toque» que le daban. Y en los pies, cómo no, sus amadas zapatillas converse, que poseían el estilo casual y práctico que a ella tanto le gustaba.

El cabello atado en una coleta alta con cerquillo suelto y listo. Una obra maestra, o bueno, al menos eso era para ella.

Se colgó la mochila a un hombro solo y tomando llaves, dinero y su celular, se dispuso a salir de la casa.

La casa de su tío estaba convenientemente ubicada a tan solo tres cuadras de la universidad y enfrente de la mismísima casa del hokage de la hoja.

Minato y Hiashi se llevaban bastante bien, tenían que tratar casi a diario por el empleo que tenía cada uno y por lo tanto, era natural que tuviesen buena relación.

Sin embargo, aunque Kasumi adorara al hokage de la hoja —principalmente por toda la ayuda que le brinda a la aldea y por su sacrificio diario para mantener todo bajo control—, no tenía ningún tipo de relación con la familia Namikaze. Conocía a Kushina Uzumaki, su bella y dulce esposa y también a sus dos hijos, pero de estos solo sabía que se llamaban Naruto y Deidara y que uno de los dos era amigo del más reciente novio de Hebi, su mejor amiga y ex compañera de casa.

Sin embargo Neji se llevaba de maravilla con Naruto, que era un año menor que él. Y ya que había vuelto a vivir en su antiguo hogar, estaba segura de que vería al hijo menor del hokage rondando por la casa muy a menudo, sobre todo teniendo en cuenta las intenciones «perversas» de Neji con respecto a emparejar a Hinata —prima de ambos—, con uno de sus mejores amigos.

Comenzó a silbar una canción y cuando cerró la portera de la casa, vio al hokage en la vereda de enfrente, saludando a un rubio de ojos celestes, se detuvo un momento y haciendo una pequeña reverencia dijo:

Ohayou gozaimasu, señor hokage.

Minato miró a la vereda de enfrente y vio a la sobrina mayor de Hiashi y la saludó con una sonrisa y un movimiento de la mano.

Ohayou gozaimasu, Kasumi.

Notó que el muchacho de ojos celestes y cabello rubio largo la miraba y ponía cara de confusión. Entonces se dio cuenta de que aquel posiblemente era Deidara, su hijo mayor, quien hace dos años con este, que se había mudado a una fraternidad con sus amigos.

Continuó con su camino a la Universidad, pero pronto escuchó los gritos de una voz femenina, que la saludaba:

—¡Kasumi!

Se dio la vuelta para mirar a su amiga, que venía jadeando —se ve que había llegado corriendo— y ya vestida con su uniforme típico: La camisa de la universidad y una mini falda tableada roja con manchas negras. El cabello lo llevaba suelto como siempre e impresionantemente largo. Tenía que admitir que adoraba el cabello de su amiga: Era largo, lacio y blanquecino. Sinceramente uno de los mejores que había visto jamás. Además de que los ojos de Hebi eran amarillos y brillantes.

—¡Hebi! —saludó.

La muchacha se paró a su costado y recuperó la respiración.

—Vine a buscarte para ir a la universidad juntas... ¿Hablaste con tu tío? ¿Te dejará volver al apartamento?

—No, está histérico, creo que piensa que algo malo va a pasarme enserio.

—Que mal... —se quejó la recién llegada.

Miró a la vereda de enfrente y vio al hokage y a Deidara charlando, así que sonrió y gritó animadamente:

—Buenos días, hokage-sama; hola, Deidara.

Ambos la saludaron y entonces tanto Hebi como Kasumi iniciaron su caminata a la universidad. Hebi estudiaba para ser herpetóloga —estudia los reptiles— porque, tal cual y como su nombre lo da a entender —es que significa serpiente—, ama dichos animales.

Ambas pensaron que ese iba a ser un día como cualquier otro, pero no tenían idea de que una nueva metodología de estudios iba a ser aplicada por el más reciente director: Jiraiya. Una metodología que incluía organizar a los alumnos más jóvenes, en este caso ellas por ejemplo, que cursaban el primer año y los más avanzados.



Padre Soltero. [- En Edición -]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora