¿Por qué?

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Chanyeol tardó cinco días en arribar al pueblo vecino. Durante todo ese tiempo, admiró el paisaje cambiar del frío invierno, a la colorida y alegre primavera.

Cuando llegó a destino, el aire cálido le acariciaba la piel expuesta, y el brillante sol se dejaba ver en lo alto del cielo, tórrido y reconfortante.

Vagó por las calles del pueblo, cruzando frente a una feria, donde un bufón anunciaba los números artísticos y a sus fenómenos.

"¡Pasen! ¡Pasen y oigan al niño que canta cual pajarillo en primavera!" repetía entusiasta.

El azabache frunció el ceño al oír esto, e impulsado por una corazonada, caminó hasta la entrada de la carpa, donde un hombre le cerró el paso.

-Debes pagar para entrar, forastero -demandó con prepotencia.

Chanyeol gruñó por lo bajo, pero no objetó una palabra, y entregó la suma que el hombre exigía para que al fin se hiciera a un lado.

Cuando estuvo adentro, se encontró en lo alto de la parte posterior de un grupo de tablas dispuestas a modo de graderías, ubicadas alrededor de una tarima central unos veinte metros más adelante y abajo.

El lugar estaba atestado, y Chanyeol ya sopesaba la idea de salir de allí cuando la dulce y característica voz se dejó oír.

Sus ojos se dirigieron veloces al centro del lugar, donde un hombre de pie sostenía una cadena, cuyo extremo enlazaba con un grueso grillete alrededor del cuello de una persona arrodillada en el piso.

El chico a los pies del hombre, contrario a lo que Chanyeol esperaba encontrar, tenía el cabello castaño, los ojos de un marrón caramelo, y parecía varios centímetros más alto. Pero por más que no luciera igual a como lo recordaba, el alto no podría jamás confundir el sonido de su canto.

Pero lo que ahora entonaba, no podía evocar sentimientos más contrarios a los que el azabache estaba acostumbrado a sentir, cuando lo oía.

La melodía era una letanía, cargada de profunda tristeza y desasosiego.

Chanyeol, preocupado, se acercó unos pasos, y lo que sus ojos captaron, hizo que su corazón se desgarrara.

El chico en el suelo, parecía estar muerto en vida. Sus párpados, hinchados y enrojecidos, denotaban su llanto inconsolable. Sus ojos vacíos, no daban un atisbo del brillo que antes los caracterizaba. Sus labios, secos y resquebrajados, temblaban conteniendo sus hipidos. Y la piel de sus brazos y piernas, estaba regada de heridas y magulladuras, que rezaban silenciosas los maltratos a los que había sido sometido.

Ascendiendo a través de las ranuras de las tablas que formaban el escenario, Chanyeol pudo distinguir brotes verdes y florecillas de campo, que parecían acariciar lastimeras, cuanto tuvieran al alcance, intentando en vano, llevar consuelo al alma del niño, víctima de tanto infortunio.

Así que aquí has estado todos estos meses. Han estado obligándote a cantar todo este tiempo.

El sonido moría con cada segundo que pasaba. Entonces el hombre en el escenario, tiró de la cadena con fuerza, arrancando un gemido agónico de los maltrechos labios, antes de que el canto volviera a sonar intensamente, esta vez, con lágrimas de angustia bañando las mejillas del niño.

Chanyeol temblaba, su cuerpo y mente consumiéndose en una espiral interminable de zozobra.

Pequeño, ¿estás llorando?

Esta imagen hizo que algo en el interior del cazador se rompiera, sintiendo en un segundo, su ser invadido por la impotencia y la más pura cólera.

El Hada y el Cazador [Baekyeol/Chanbaek] │ #InfiniteChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora