Andando a solas, música en mi cabeza, manos congeladas. Corazón caliente, nervios de acero, sentimientos de piedra. Buscando complicidad en los ojos de la gente. Recorriendo el mismo camino de siempre, los mismos pasos, el mismo tropiezo. Elevando mi mente a la altura donde los pájaros son libres para intentar sentirme liberado. Acabo en el mismo sitio, con las mismas intenciones, con el mismo frío. Buscándote sin éxito, detrás de los muros de tu persona, que te oprimen, que te controlan. Me vuelvo a casa sin el calor de tus ojos, devuelvo mi vista al suelo pero topo con algo en mi camino. Eres tú, te has adelantado a mis movimientos, vuelves a darme la vida...
Vivir de noche es soñar de día. La oscuridad no te ayuda a solucionar tus problemas. La soledad tampoco. Pero ese momento en el que sabes cómo se escucha el silencio es indescriptible. Sientes los latidos de tu corazón como la andanza de un alma en pena, por el pasillo, que nunca consigue encontrarte. Te sientes solo entre tantas cosas. Lo que antes brillaba por el sol, ahora desprende un aroma de soledad y de incomprensión que solo son capaces de apreciar los amantes de la noche. Luna, mi luna, mi diosa. Siento envidia de ti. Siempre tan lejos. Me alivia saber que los días de luna nueva te escapas para que pueda regalarte a mi otra mitad...