One

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Vamos somos como aves.

Sólo volamos. No hay ataduras en este camino.

Oh al menos eso creía yo. Porque aquel chico de baja estatura y tez como la nieve...me había atrapado, como volar, si sus ojos me encierran el corazón.

-Deja de mírame- habló de repente.

"Corazón no salgas de mi pecho. "Me digo.

-No lo hago-respondí sobresaltado.

-Claro que si-refunfuño.

-Cariño, no te creas la gran cosa-encarno una ceja.

Dos golpes en mi estómago, vaya que fuerza tiene el castaño, media vuelta, un portazo y desapareció de aquel salón.

No sé si había creado una obsesión, o simplemente era ese sentimiento llamado "Amor". Difícil definir cuándo jamás he querido a alguien a parte de mí.

Mi rutina se basaba en salir de clases y correr a la biblioteca donde sabía que lo encontraría detrás de aquel mesón timbrando y ordenando libros.

Su mirada concentrada y su ceño fruncido hacían que me interesara más en el, su pequeña estatura se me hacía adorable, y más aun viéndolo subir a su banquita para ordenar los libros de las estanterías más altas, en mis ocurrencias más locas me imaginaba acercándome para ayudarlo ha ordenar aquellos libros.

Un nerd total, pero adoraba ver ese nerd todas mis tardes.

-¿Necesitas algún libro?- dijo en tono bajo.

-No- sonrío.

-No hagas ruido y toma asiento entonces-susurro sin mirarme.

-Si me miras tal vez me vaya de inmediato-dejó de timbrar.

-No sé porque haces esto, eres un maldito acosador-No me miraba pero tampoco seguía timbrando.

-Yo tampoco lo sé, pero vamos mírame y me iré-digo tratando de hallar su mirada.

-Listo, ¿Contento?-me miró por tres segundos y siguió con su trabajo.

"¿Porque sus ojos me parecen tan hermosos?"

Podría jurar que no había nada, que me no encantara ver que él.

No tenía idea cuál era su oficio, su nombre o su edad, si estudiaba o si llegaba a ser un traficante, pero no me importaba, para nada.

(...)

Tres días, tres malditos días... en que el pequeño chico no había vuelto a la biblioteca.

-¿Disculpe sabe que paso con el chico que estaba a cargo?- pregunte a la pequeña señora regordeta que se encontraba en el mesón, en vez del dulce y pequeño chico.

Me miro bajo sus gafas.

-No puedo dar información sobre mis empleados-dijo tajante sin volver a mirarme.

-Pero... ¡Tengo algo que devolverle!-dije desesperado mientras sacaba mis audífonos de mi bolsillo trasero, haciendo hincapié de que aquello debía ser devuelto con urgencia.

Mala escusa, lo sé.

-Esta con licencia médica-Dijo irritada mientras escribía en un post-it- Esta es su dirección, ve a molestar allá-

Señaló la puerta, y ni me inmute de sonreír felizmente, mientras los ojos de aquella mujer solo esperaban que desapareciera pronto del lugar.

Su dirección estaba a la otra punta de la ciudad. Si tomaba un bus ahora, llegaría en una hora a lo más .

Pero era muy tarde como para ir a molestar, así que tal vez deba aguantarme un poco más.

Aunque yo soy muy impaciente.

Así que no sería malo ir a verlo, una pequeña molestia no le haría mal.

Llame a mi madre avisándole que llegaría tarde, porque las clases en la universidad se habían alargado, entre sus preguntas de que cuales serían mis horas de llegar pregunté que podría comprar para alguien enfermo.

"¿De qué esta enfermo?", "No, lo sé", "Entonces compra frutas, o alguna leche tibia, compresas si es que esta con gripe o algún medicamento para la fiebre... oye espera no que estabas en clases"

Adiós mamá luego me pegas.



Entre libros (JICHEOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora