Prólogo.

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Esta mañana las autoridades encuentran ocho cuerpos con múltiples heridas de bala, en las afueras de la ciudad. Según el reporte del grupo de oficiales, sospechan que se trata de un arreglo de cuentas entre mafiosos, ya que la mayoría de los cuerpos cuentan con algún tatuaje o marca de sus respectivas organizaciones. Lo que nos recuerda que a lo largo del mes se han ido sumando más de treinta muertes...

La voz de la presentadora se detiene de manera abrupta, como si alguien la hubiera interrumpido o detenido, algo que no esta lejos de la causa. Mi mirada se enfoca en la pantalla plana de cuarenta y  ocho pulgadas que se encuentra fija en la pared de mi habitación, y que en este momento se encontraba apagada. Ladeo mi cabeza ligeramente y levanto la mano que sostiene el control remoto de la pantalla —que si me preguntas, sostenía con demasiada fuerza entre mis dedos— e importándome bien poco la perdida material, lo lanzo contra el piso. Cierro los ojos al escuchar el gran estruendo, que rompe por unos segundos el tenso silencio que me rodeaba de una manera asfixiante. No podía seguir escuchando lo que decía esa presentadora y antes de darme cuenta mi cuerpo ya había reaccionado. Mi mandíbula se tensa a tal punto, que siento un ligero dolor en las sienes. Por mi mente no dejan de pasar los rostros de todos esos tipos, que, aunque no tengo la menor idea de quiénes son; sí que fui capaz de reconocer sus tatuajes. Unos que he visto más de lo que me gustaría. Y de ahí viene mi reacción tan explosiva.

—¿Ariadna?

Parpadeo, alejando las lágrimas de ira y  frustración que inconscientemente  se habían formado en mis ojos, al escuchar la voz de Alisson. Una cabe mencionar, se escuchaba preocupada. Y sabia muy bien el porqué lo estaba.

—Odio... —mascullo entre dientes. El enojo crece cada vez más—. Odio ese maldito mundo, ¡la odio a ella!

Mi grito, cargado del enojo que sentía, aumenta aun mas la tensión que se percibe en el ambiente de la habitación. El suspiro de Alisson, que no se hizo esperar, irrumpe por unos ligeros segundos el pesado silencio que cayó tras mi arrebato. Desde el lugar donde estoy, siento la presión de su mirada que observa cada uno de mis movimientos.

 —No te va a gustar lo que voy a decir —y antes de que pueda responder, sigue hablando, quitándome la oportunidad de replicar—, pero igual lo haré. Ella es tu madre, Ariadna. Sea lo que sea, no puedes juzgarla.

—¡¿Mi madre?! —gruño con burla. Y mientras fijo mi mirada en la de de ella, señalo con uno de mis dedos la pantalla apagada—. Esa mujer. Esa asesina. ¡No es mi madre! ¡Esos tipos murieron bajo sus órdenes, Alisson! ¡Ella los mató!

—Ariadna... —inicia con ese tono de reprimenda que conozco muy bien, pero la corto rápidamente.

—¡Ariadna nada! —observo con enojo a mi mejor amiga—. ¡Estoy harta! Odio ser hija de una mafiosa, odio ver todo lo que ella y sus amigos criminales hacen. ¿¡Sabes lo vergonzoso que es saber que la persona que provoca todo ese caos, que mate a tantos, sea tu madre!?

Levanta una ceja, pero no dice nada, ya que no tiene forma de replicar un hecho. Ella ordenó matarlos, así que directamente murieron por su culpa. Simple.

—Preferiría tener otra madre... —mascullo en un bajo susurro que Alisson de igual forma consigue escuchar.

—Gruñe, grita, haz lo que quieras Ariadna. Pero eso no cambiará el hecho de que una de las mafiosas más peligrosas de todos los Estados Unidos es tu madre.

Pero eso no le da derecho a jugar con las vidas de los demás ni decidir quién merece vivir o morir. Muerdo mi labio inferior para no decir aquel pensamiento en voz alta. Me llevaría a otra discusión con Alisson, y la verdad, no tengo la suficiente energía. Así que, ignorando su comentario, me mantengo en silencio mientras camino de un lado hacia otro. Cómo me gustaría largarme de los Estados Unidos. Cualquier lugar es mejor que estar aquí, incluso irme a París donde la abuela Sheena y el abuelo Thomas viven; sería el paraíso. O viajar junto a la tía Sasha, la cual lo último que escuché estaba en algún país latinoamericano. ¡Pero no! Lamentablemente no puedo irme de esta maldita mansión. Tanto el hecho de que soy menor de edad —ya que me falta un año para cumplir los dieciocho— como el hecho también de que mi padre y mi madre se niegan rotundamente. Según, y estas fueron sus palabras: "Hay demasiados enemigos que quieren ver a la familia muerta o en lo más bajo de la sociedad. Y la única forma de protegernos es que nos mantengamos unidos". Por lo tanto, no me queda de otra que aceptar su oposición. Aunque lo odie.

Hija De Una Mafiosa © [#2 MORTEM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora