Lunes 27 de Octubre, cinco días para Halloween

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Lunes 27 de Octubre, cinco días para Halloween

El sol ya se encontraba en lo más alto cuando emprendí el camino a casa, volvía de un día agotador en la escuela, parecía como si todos los profesores se hubieran puesto de acuerdo para poner trabajos y exámenes. Su escusa era que querían adelantar en trabajado de la semana para así dejarnos el viernes libre para los preparativos de Halloween. Pero aún así tener deberes y trabajos de todas las asignaturas para entregarlos durante la semana era la muerte.

Al menos algo bueno había sacado de este día. Durante el almuerzo nos habíamos juntado para comer en la clase juntando unas mesas como siempre, menos Mikasa y Annie que habían tenido que ir a hablar con la profesora Hanji para un trabajo en grupo. Pero eso no era lo importante, ¡la cuestión es que los había pillado! Había ido un momento al baño y cuando regresé estaban concentrados hablando de algo, pero cuando iba a entrar para preguntarles de qué se trataba. Escuché como hablaban de la nota siniestra que le habían enviado ayer a una persona pero que no causó la reacción que esperaban y de debían continuar hasta que ésta se asustase finalmente.

Que poca imaginación que tenían, enviar notitas diciendo palabras que se suponían que daban 'miedo' pero más que darlo era de risa porque no tenían ningún sentido.

Después de eso entre en la clase como si nada, ellos inmediatamente dejaron de hablar e intentaron parecer normales. Estuve a punto de reírme en su cara por lo mal que disimulaban, sobre todo Armin que no para de evitar mi mirada, girando su cara de una lado hacia otro nervioso.

Otra cosa a destacar de mi mañana, era el anuncio del traslado del profesor Levi a la ciudad a finales de semana, había sido una sorpresa que nadie se esperaba pero de la cual la mayoría se habían alegrado. Yo por mi parte estaba decepcionado, Levi Ackerman era un profesor que se caracterizaba por ser duro, serio, autoritario y un maniaco de la limpieza que si no hacías lo que te manda o le decepcionas, ya te puedes preparar para conocer el infierno. Pero aunque suene masoquista, a mi me gusta su manera de enseñar matemáticas. Si no fuese por él estaría sacando 0, en cambio, con su ayuda llego hasta sacar notables, un gran logro para mí.

Cuando se fuera mis notas caerían en picado, era una pena. Le tendría que comprar un regalo de despedida ya que en ocasiones, me ha dado clases de matemáticas particulares sin cobrarme nada. Ya pensaré algo que darle durante la semana.

Una gota en mi hombre me distrajo de mis pensamientos. Miré arriba y vi unas nubes de un color gris oscuro que anunciaban el inminente chubasco.

- ¡Mierda, los decorados! –murmuré mientras comenzaba a correr.

Si no me daba prisa se mojarían y quedarían inservibles, menos mal que mi casa se encontraba a un par de casas de distancia de donde me encontraba.

Al llegar, tiré la mochila dentro de la casa y corrí fuera para meter las cosas lo más rápido que podía. Cada vez chispeaba con más fuerza hasta que comenzó a llover fuerte, para mi suerte, ya había metido las cosas para entonces aunque me encontraba completamente empapado.

Con un suspiro empecé a caminar hacia la planta de arriba para darme una ducha y cambiarme de ropa y al hacerlo vi que la cocina se encontraba con la luz ¿encendida? Pero ¿cómo...? Si esta mañana no había hecho falta por ser de día y ahora al llegar con las prisas solo había prendido la luz de la entrada.

Con cautela me adentré en la cocina, estaba como siempre, recogida, limpia y todo en su sitio, excepto por un detalle. Sobre la encimera había una pequeña cajita con un moño roja y sobre ella un sobre de color negro.

¿Cómo habían entrado mis amigos en la casa sin las llaves? La puerta de la entrada estaba bien cerrada hasta que yo la he abierto. Esto ya me parecía una invasión de la intimidad. Mañana le pediría a Armin que les dijese a nuestros amigos que si quieren ir gastándome bromas que lo hagan pero que no entren en una casa ajena sin permiso. Vale que esto fuese un pueblo pequeño pero había algo que se llamaba modales.

Un poco molesto abrí el sobre para ver qué clase de nota me habían dejado esta vez.

Así que si huyo, no será suficiente.

Todavía estás en mi mente, para siempre atascado.

Eres como una droga que me está matando.

Pero me siento muy bien cuando estoy cerca de ti.

De acuerdo, cada vez esto se volvía más extraño. Mira por donde mirase, no conseguía sacarle ningún significa o razonamiento a las estrofas. Parecían estar escritas al azar, o a lo mejor era un poema, nunca se me han dado bien esa clase de cosas.

Dejando el sobre aparte, cogí entre mis manos el pequeño paquete y lo abrí llevándome una agradable sorpresa al hacerlo. Trufas de chocolate, mis favoritas. Más que cosas de miedo esto parecían regalos, la rosa, el adorno del esqueleto y ahora esto. No entendía nada pero ya que me lo habían dado, tenía que disfrutarlo.

Apagué la luz de la cocina y subí las escaleras comiendo una trufa de chocolate por el camino. Darse un buen baño mientras se comía todo ese paquete era un buen plan. Pero detuve mis pensamientos al notar algo extrañó, subiendo las escaleras teníamos colgadas fotos familiares pero aquí parecía que faltaba una. Si no recuerdo mal, era una de cuando yo era pequeño y me encontraba jugando en el jardín. A lo mejor se había caído el marco y mi padre había guardado la foto.

Encogiéndome de hombros volvía retomar el camino hacia el baño mientras canturreaba una cancioncilla.

Ya no podía más, tenía que estar junto a él, pensó una persona mientras acariciaba una foto dónde se podía ver a un niño de unos ocho años moreno y de ojos verdes jugar en un jardín.


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