Domingo 26 de Octubre, seis días para Halloween

127 22 0
                                    


Domingo 26 de Octubre, seis días para Halloween

- ¡Por fin he acabado! -dije dando un grito de alegría. Estiré los brazos hacia arriba para des agarrotarlos mientras suspiraba de alivio.

Me había pasado prácticamente toda la mañana limpiando la casa pero finalmente toda la casa estaba reluciente. Miré el reloj que estaba colgado en la pared de la cocina, las 12:14 de la mañana, aún tenía tiempo para bajar del desván algunos adornos de Halloween. Había quedado con Mikasa y Armin para decorar nuestras casas esta tarde pero antes tenía que desempolvar todos los objetos que iba a utilizar.

Con pesadez empecé a subir las escaleras, la casa se encontraba silenciosa al encontrarme solo en ella. Mi padre había tenido que ir a la ciudad para acompañar a un paciente que había empeorado y como en el pueblo no contamos con un instrumental médico adecuado para él, habían tenido que trasladarle. Pero Grisha me había prometido estar aquí por la tarde para ayudarme con la decoración.

Cuando llegué al segundo piso, alcé la mano para agarrar la puerta de la escotilla que conducía al desván. Las escaleras eran estrechas y crujían a cada paso que daba. ¿Por qué será que los desvanes siempre tienen un aire tétrico? ¡Y eso que era medio día! Y no es que me diese miedo porque hay muchas otras más cosas por las que temer que un simple ático. Pero, al estar tan oscuro siempre me invadía una inseguridad y la sensación de sentirme observado, sobre todo al estar a solas.

Tome un hondo suspiro para alejar todos esos pensamientos inútiles para poder enfocarme en lo que había venido a hacer, los decorados. Recordé que mi padre y yo los habíamos guardado en una esquina. Como la única luz que había en la estancia provenía de una única ventana, no se podía ver muy bien por dónde pisaba uno. Antes teníamos una lámpara, corrijo, aún la tenemos pero se rompió hace... ¿tres años? Y todavía no la hemos arreglado. Más que nada porque nunca nos acordamos.

Casi a oscuras empecé a tantear los objetos para guiarme un poco y así no matarme al tropezar con algún objeto, todo iba bien hasta que toqué una cosa extraña. Con mi mano pude notar que era pequeña, peluda, emanaba calor y ¡se movía!

- ¡Ahhhhhhhhh! -grité a todo pulmón mientras me tapaba la cara con las manos.

Esa cosa salió hacia el techo volando dando unos chillidos agudos que me resonaron en los tímpanos. Tras unos segundos revoloteando por el techo del desván, se dirigió a la ventana abierta y desapareció con un último chillido agudo. Tuvieron que pasar unos segundos para que poco a poco normalizase la respiración y bajase los brazos.

Un murciélago, me había asustado por un murciélago. Empecé a reírme por el ridículo susto que ese bicharraco me había dado, al principio era un murmullo pero poco a poco se transformó en una carcajada. En medio de aquella peculiar risa histérica, de pronto sonó el timbre de la casa haciendo que me sobresaltase por segunda vez en lo que llevaba de día.

Extrañado ya que no espera ninguna visita, baje las escaleras para ver quién llamaba.

- ¿Quién es? -pregunté en voz alta antes de llegar a la puerta.

Pero no recibí ninguna respuesta del otro lado. Tome el pomo empujándolo hacia dentro pero... allí no había nadie. Perplejo miré hacia ambos lados de la calle pero aparte de una pareja de ancianos que se dirigían a su casa, no había nadie más en la calle. Deben de haber sido unos niños haciendo la típica bromita de llamar a puertas ajenas para después salir corriendo y reírse a escondidas con sus amigos. ¡Malditos críos!

Estaba cerrando la puerta maldiciendo en susurros a esos mocosos cuando me percaté de que se hallaba algo encima del felpudo. Una caja de cartón algo grande con una nota negra encima. Una carta de color negro. Como la que me encontré ayer en mi taquilla del vestuario.

En mi rostro se formó una sonrisilla burlona.

- ¿Los chicos me habían vuelto a enviar algo para intentar asustarme? -pensé para mí mismo divertido- Haber lo que han preparado esta vez.

Cogí el paquete y la carta y las metí dentro de la casa, llevándolas al salón. Una vez bien acomodado en el sofá empecé por abrir la carta antes. Era del mismo estilo que la que recibí ayer, el sobre negro y la carta de un color granate, pero en está ocasión habían más palabras:

¿Qué es lo que intentas hacerme?

Es como si no pusiéramos parar, somos enemigos.

Pero podemos llevarnos bien cuando estoy cerca de ti.

Todo esto no tenía ni pies ni cabeza, era como si lo hubiese escrito un lunático. Seguramente lo habrá escrito Jean, con lo mal que escribe se lo habrán encargado a él. Dejé la nota a parte y me concentré en la caja. ¿Qué podría haber dentro? ¿bichos? ¿heces? ¿un mecanismo que me asustase al abrirla? Con cuidado la desenvolví y me llevé una sorpresa más al hacerlo. Un muñeco de un esqueleto.

¿Me han estado espiando? Porque vi ese muñeco cuando estaba paseando con Armin el otro día por el centro del pueblo, nos habías parado a contemplar unos escaparates dónde habían traído una decoración para Halloween y allí había estado eso. Un muñeco de un esqueleto que al sentir que alguien se acercaba gritaba para asustar a las personas. Lo había deseado comprar pero era demasiado caro para mí así que me había rendido completamente con él.

Seguramente Armin se lo habrá dicho a los demás, aunque eso signifique que él también estaba metido en todo esto. Lo que no tiene sentido es que me regalen algo que yo querían para asustarme. ¿Cuál se supone qué es su plan? Bueno sea como sea, me han dado lo que deseaba y estaba feliz.

Me levanté contento del sofá y me encaminé de nuevo al desván, dejando todo en la mesa del salón. Tardé unas dos horas en bajar cada una de las cosas que iba a utilizar, algunas eran tan grandes que había tenido que ir con mucho cuidado para no matarme por las escaleras por su peso. Me dejé caer sobre el sofá de golpe, estaba super cansado, limpiar la casa y trasladar los decorados había consumido todas mis fuerzas. No tenía ganas ni de hacer la comida simplemente me quedaría aquí tumbado para siempre.

Poco a poco me fui quedando dormido hasta adentrarme en un sueño profundo. Solo comencé a despertar horas después al notar un poco de frío en mi piel. Una vez levantado me di cuenta de donde venía el frió. Tenía la camiseta levantada hasta arriba mostrando pecho y estómago, seguramente al dormir me la subí sin querer.

Me bajé la camiseta mientras me frotaba los ojos, tenía que despejarme antes de que Armin y Mikasa llegasen y me viesen así. Media hora después, ellos llamaron a la puerta y nos pusimos manos a la obra. Pasamos toda la tarde divirtiéndonos decorando nuestras tres casas, esto era una de las partes de Halloween que más nos gustaba. Más tarde, vino mi padre quién se apuntó, incluso nos preparó después una deliciosa cena. Fue un domingo fantástico.

Paraotra persona cerca de allí también había sido un buen domingo, había aceptadosu regalo y se sentía dichoso. Sólo esperaba que el resto de cosas que iba ahacer le saliesen igual de bien como lo de hoy.

Siete días para HalloweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora