Jueves 30 de Octubre, dos días para Halloween

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Jueves 30 de Octubre, dos días para Halloween

Unos golpes estridentes hicieron que despertarse con un sobresalto. Miré a mi alrededor desorientado, me encontraba dentro de la bañera del cuarto de baño de la segunda planta de mi casa, había hecho una especie de cama improvisada dentro de ella con las toallas. Por un momento, me pregunté qué hacía en ese lugar y cómo había llegado ahí, no conseguía recordar lo que había pasado el día anterior. Estaba tan metido en mis pensamientos que cuando volvieron a llamar a la puerta del baño e intentaron abrirla volví a asustarme.

Poco a poco empecé a recordar la tarde de ayer, la lluvia, ese hombre, el paquete, la nota, las gafas de mi padre... Miré el teléfono que reposaba sobre el lavabo, había intentado contactar con la policía y con mi padre durante toda la noche pero la señal no había funcionado y finalmente se apagó por falta de batería. No queriendo salir del baño, me había montado con las toallas un lugar para descansar aunque en realidad no había podido dormir mucho a causa del estrés del momento, incluso para sentirme mínimamente protegido, agarré unas pequeñas tijeras de aseo por si acaso.

Tembloroso, me levanté y me dirigí a la puerta intentando hacer el mínimo silencio, no sin antes coger las tijeras con firmeza. Me preparé mentalmente para quitar el seguro y abrir la puerta, si sentía que estaba en peligro le atacaría con mi pequeña arma, tenía que ser valiente.

- ¿Eren? –La voz de Armin hizo que el alivio se expandiese por mi cuerpo. Con una sonrisa en el rostro, corrí a quitar el pestillo a la puerta y la abrí de golpe. Y allí estaban ellos, mis amigos al verme me dirigieron una mirada entre una mezcla de preocupación y de alivio.

- ¡Mikasa! ¡Armin! –grité feliz al verles. Solté las tijeras descuidadamente que cayeron con un tintineo al suelo y me lancé a ellos para abrazarles.

Ellos me sostuvieron entre sus brazos mientras reía felizmente, nunca me había alegrado tanto al verles. Pero poco a poco esa risa se volvió llanto, al fin después de dos tortuosos días me sentía seguro con ellos a mi lado. Era tal el nudo de emociones retenido en mi interior que cuando me sentí protegido, lo solté todo.

Mikasa y Armin al verme llorar de manera desconsolada intentaron animarme pero sin éxito, aún así se quedaron a mi lado apoyándome, aguardando hasta que se pasase mi pequeña crisis. Tras unos minutos me tranquilicé, ahora me sentía mucho más tranquilo y ligero aunque me dolía un poco la cabeza por haber llorado tanto, seguro que se me habían puesto los ojos rojos e hinchados como siempre me pasaba.

Mis dos amigos al verme más relajado, me guiaron poco a poco por las escaleras hasta llegar al salón, en dónde nos sentamos a conversar. Ellos querían una explicación y yo necesitaba contarle a alguien todo lo que me estaba ocurriendo.

A sí que mientras ambos me sonreían y agarraban las manos como muestra de apoyo, empecé a contarles los sucesos de los últimos días. Al paso de la historia observé como variaban las expresiones de sus rostros; pasando de la preocupación a la duda y al miedo. Les mostré algunas de las cartas y de los regalos que el sujeto me había dado para que comprobasen que no era ninguna broma lo que les decía. Cuando finalicé el relato, no puede evitar soltar unas lágrimas al recordar a mi padre. Sólo rezaba porque estuviese bien.

- Eren...-me llamó Mikasa. Giré a verla y me la encontré temblando de arriba abajo, con la cabeza agachada, sus cabellos ocultaban su rostro y mantenía los puños fuertemente apretados contra sus muslos. Levantó la mirada de golpe haciéndome ver que no temblaba por estar asustada sino porque estaba furiosa. – Eren, te juro que voy a buscar a ese malnacido y le haré sufrir la más dolorosa de las muertes.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2017 ⏰

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