¿Quien soy? ¿Que hago aquí? Se preguntaba nuestra hambrienta muchacha desde la celda.
Habían pasado dos días, pero eso era suficiente para debilitar hasta al ser mas fuerte. Con ella no era distinto.
Sentía su cuerpo pesado, muy pesado, como si miles de toneladas de piedras estuvieran impidiendole el moverse. Su vista era borrosa, y a penas notaba sus propias lágrimas. Además, la celda estaba sucia, y notaba unos brillantes ojos que la miraban. Estaba hecha polvo. ¿Porque tuvo que atacar a Nevra? Simplemente era una idiota.
Estaba oscuro, y tenía miedo de ese ser que la estuviera mirando, sea cual sea. Se lo había buscado, debía haber aguantado y tener paciencia, pero no lo hizo.
-Koumori... -Pronunció el nombre del chico al que amaba, dejando caer las cascadas de sus ojos aparentemente rojos. Como lo hechaba de menos en ese instante.
Al principio, cuando se conocieron, eran como perro y gato. Ella era muy tranquila y amable, pero él, en cambio, era de lo mas gruñón y solitario que pudiera haber visto nunca. Él adoraba las peleas y ella prefería evitarlas. ¿Cómo fue, entonces, que surgió su amistad?
Ella era odiada por muchas chicas y algunos chicos, y a veces, algunas personas se burlaban de ella por tener gustos distintos, por tener otro tipo de moral, por cosas como esa. Él muchas veces tenía la necesidad de pelear, lo disfrutaba, y eso solo hacía que cada vez mas gente le tuviera rabia. Porque no solo era fuerte, también era muy listo y sabía cuando escapar si era necesario.
Un día, ellos se encontraron en el parque que tenían al lado del instituto. A pesar de ir a la misma escuela, nunca se conocieron. Nunca, hasta ese día.
Koumori, el pelinegro de ojos verdes y ojeras, alto y con aspecto fuerte, no solía proteger a nadie. Simplemente peleaba por gusto. Sin embargo esa vez decidió que Mirai, esa chica de pelo corto azabache, necesitaba ayuda.
Fue entonces que se conocieron. Al principio fué extraño para ella, aunque a el no le importaba ni le molestaba la compañia de la muchacha. Hubieron riñas por parte de la chica, riñas que que a él no le importaban. Y más tarde empezó a querer escuchar esas riñas cada día, procedentes de la dulce voz de la muchacha. A ella empezaron a divertirle sus maneras de hacer el desastre, empezó a reir con sus tontas bromas y empezó a defenderlo cuando creía que el hacía cosas justas.
Así empezaron, pues, los dolores de cabeza, los "¿le gusto?", las mariposas en el estomago, los nervios... Terminaron enamorandose el uno del otro.
Él decidió que se declararía ese día, después de acompañarla hasta su casa. Decidió que era hora de dar un paso hacia adelante y que dejaría de ser solo su amigo, para bien o para mal. Pero núnca llegó a suceder.
La protegió de ese camión que no vió la luz en rojo, y para cuando la vió fue demasiado tarde. Él ya iba a morir, daba igual lo que hiceran.
Lo echaba tanto de menos. ¿Porque no fue ella? ¿Porque tenía que protegerla siempre de todo? Si no fuese por eso, el seguiría vivo, y tal vez no hubiera acabado en este mundo.
-Lo siento... tanto... -Se abrazó a si misma sin detener su llanto. No era fuerte, en ningún sentido, pero no podía evitarlo. Lo extrañaba, quería estar con el.
Un sonido procedente de las escaleras la sacó de sus lastimosos pensamientos. Eran pasos que se acercaban, los pasos de Valkyon, quien venía a traerle agua.
Por un momento se sintió un poco feliz de verle. Sentía que había confianza con su líder y que, tal vez, no estaría tan enfadado. Pero esa alegría no duró mucho al ver la cara de decepción del albino. Sí, seguía cabreado por lo sucedido hacía un par de dias, y no parecía dispuesto a escuchar su perdón.
Así pues, optó por callar y dejar que el hombre le diera de beber. Sin embargo, no se dió cuenta de la mirada del oji-dorado.
Por algún motivo, sentía compasión por ella. Sabía que no era culpa suya, y que no quería atacar a su compañero. Todavía no controlaba del todo sus poderes y a veces le costaba retenerlos cuando se enfadaba o se ponía seria. Y por si fuera poco, había visto su llanto. Otra vez vió sus ganas de volver a su mundo, y se percató del nombre que anteriormente había pronunciado.
A pesar de todo, empezaba a sentir que era inútil tratar de hacer que se olvidase de su mundo. Lo más probable para el, era que ni siquiera disfrutase de estar en ese lugar, por mucho que sonriese y mostrase alegría a sus compañeros. No podía evitar entenderla de algún modo. El perdió a su familia, sólo tenía a su pequeña Floopy, la musarose de la que se encargaba.
Decidió cortar el silencio.
-Mañana saldrás de esta celda. Probablemente Miiko no quiera verte, así que te aconsejo no salir mucho de tu habitación. -La vió asentir levemente con la cabeza. Entendió que se sentía mal por el accidente, así que no presionó sobre el tema.
Una vez la muchacha terminó de beber, se dirigió de nuevo a las escaleras, pero detuvo sus pasos a la mitad de llegar a ellas.
-He hablado seriamente con Nevra. Puedes estar tranquila, esta bien. Al ser un vampiro ese tipo de heridas no le afectan demasiado. -Dejó de hablar por un momento, sólo para ver si eso la aliviaba un poco. -Tienes que hablar con él sobre lo sucedido. Yo y Ezarel estaremos presentes para que no se te ocurra hacer ninguna tontería. -Después de decir eso, se fué, dejando a la azabache sóla.
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Tercer y último día.
Mirai se encontraba tumbada en el poco espacio que tenía la celda. Sabía bien que ese era el día que la sacarían, pero su hambre le impedía tener un mínimo de felicidad. Tenía tanta hambre que sentía que si le daban un cerdo cocido se lo podría comer entero. Realmente era una tortura, y quería ducharse. Como anhelaba una ducha caliente y relajante.
Oyó ruido de pasos de nuevo. Valkyon, fue lo que pensó.
Se equivocaba, no era Valkyon. De hecho, no era nadie que hubiera conocido hasta ahora.
Se trataba de un hombre vestido de negro, como si fuese una sombra, pero detalles rojos iguales que sus ojos, tal vez por la máscara que llevaba, la cual también tenía dos pares de cuernos.
Eso la asustó, haciendo que por un momento se olvidase del hambre y de su olor corporal. ¿Quien era ese hombre y que hacía en ese lugar? No era alguien que conociese y le daba la sensación de que estaba desobedeciendo órdenes de Miiko.
Iba a empezar a chillar para alertar a cualquiera que estuviese cerca, pero sus gritos fueron callados por la mano del hombre, quien no había hablado en ningún momento.
Tras un rato, apartó su mano y dejo escapar una suave risa, que aunque no bonita, tampoco malvada. Sólo muy perturbadora.
-¿Quien eres? -Miró con desonfianza la chica al enmascarado, quien se mantenía frente a ella. Peró el siguió sin hablar, simplemente estuvo mirandola todo ese tiempo.
Tras un rato, el extraño hombre se dignó a hacer algo. Le dejó al lado un pedazo de cristal, algo que, al parecer, Miiko buscaba con ansias. Mirai vió el cristal sorprendida, pues ella hasta ahora no había visto ninguno.
-¿P-Porque tienes tu esto? ¿Y porque me lo das? -Sin embargo, cuando volvió a mirar hacia delante, el desapareció.
Estaba muy confusa en ese instante, ¿porque ese hombre sin nombre se le había presentado tan de repente y ahora se iba sin avisar? Además, ¿que pretendía que hiciese con ese cristal? Miiko no querría verla, ya se lo advirtió Valkyon en su momento. ¿Pretendía que se acercase a ella como si nada y se lo diese? ¿Estaba loco? Era posible.
En seguida vió como Jamon bajaba a abrirle por fin y dejarla salir de ese desagradable lugar, pero seguía perturbada por lo sucedido hacía tan sólo unos segundos. Necesitaba hablar con Valkyon, y rápido. Ya hablaría con Nevra luego.
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-¿Cómo dices? -El albino se mostraba sorprendido ante las palabras de la azabache, la cual estaba deborando con ganas la comida que habían servido. En ese instante no tenía otro pensamiento que no fuera comer e ir a lavarse.
-Ese hombre. Él ha sido quien me ha dado el cristal. -Siguió comiendo sin importarle demasiado en ese momento lo que pensasen de ella. -Creo que quiere que se lo lleve a Miiko, pero no creo que le haga mucha gracia verme. Toma. -Le dió el cristal a Valkyon, pidiendole con eso que se lo llevara a Miiko una vez terminasen de comer. -Esperaré a que vengas para hablar con Nevra.
Valkyon sólo asintió y se levantó de la mesa una vez termino de comer. Pero antes de marcharse, fue interrumpido por una avergonzada y triste voz.
-Gracias... Por defenderme... De no ser por ti y Kero probablemente no hubiera podido salir de la celda. -Miró a Valkyon, triste, como queriendo que la perdonase no sólo por lo de Nevra, si no por haber llegado hasta ese mundo. -Se que estas decepcionado conmigo, y que probablemente sea una molestia en tu guardia ahora mismo... Pero gracias, por todo.
El nombrado la miró durante unos segundos. Le sorprendió todo lo que le dijo, porque realmente hasta ese momento no había cometido ningún fallo, y las pocas misiones que le habían encargado las había cumplido sin mayores problemas. No le resultaba ninguna molestia, para nada.
Suspiró y se acercó a ella, serio, le acarició la cabeza y se fué a ver a Miiko. Sólo ese gesto fue suficiente para hacer que la chica sonriese, y para que el sentimiento de culpa del albino desapareciese de su cuerpo, por fin.
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Not only the stars shine brightly
FanfictionMirai, una chica normal y corriente de la tierra, había llegado a un mundo totalmente desconocido para ella. Magia, fantasía... todo eso que solo se encontraba en los cuentos de hadas. Y en ese mundo, descubrió que tal vez, ella también pertenecía a...