2.

328 17 3
                                    

No quería verla, me resultaba difícil; cuando ya había solucionado mis problemas, y volver a recordarlos uno por uno desde que ella apareció en mi vida, me resultaba perturbador. La luz encima de ella que provenía del techo de nuestra casa, reflejaba la luz en sus ojos, sin embargo, se hacían más negros, al igual que su cabellera, quedando totalmente oscura, gracias a la tenúe luz de la noche, y contrastando con su piel pálida. Tenía un labial rosado, que hacia resaltar una de sus más excelsas virtudes, sus labios, y esbozó una sonrisa.

—Pensé que Beacon Hills no era un lugar para ti—Alcé una ceja. Mi cuerpo interfería en el paso de la chica a nuestra casa, a lo cual, empujó mi cuerpo hacia un lado con su hombro, y atravesó el umbral de la puerta, examinando la casa de arriba a abajo.

—Cambie de opinión—se encogió de hombros, y caminó hasta la cocina, con un bolso de cuero negro cargado en su mano izquierda, del cual no me había percatado antes.

Cerré la puerta atrás de mí y la imité; apoyando mis codos en la mesa de mármol blanco.

—Ni de chiste te quedarás a vivir aquí—arqueó una ceja y se acercó a mi rostro—Sé el por qué no quieres que me quede aquí— dejó su bolso encima de la mesa, y prosiguió a abrir la nevera gris atrás de ella , para ahora, servirse un vaso de agua—Pero tranquila, guardaré tu secreto.

Tragué saliva en seco.

Mi mente repasó los vagos recuerdos que se asomaban acerca de aquella noche; de mi primer luna llena. Recuerdo que me mantuvo amarrada a una columna de madera, con cadenas en mis manos, en el sótano de una vieja casa abandonada. Mis ganas de furia contenidas en ese instante, hacían que mi cuerpo se embistiera hacia adelante, jalando cada vez con más fuerza las cadenas, mientras la luna llena reflejada en la ventana atrás de ella, contrastaba con mis extremadamente brillantes ojos amarillos, que después de aquel terrible suceso que nunca debió ocurrir, se tornaron azules. Según la perspectiva de Agness, hizo todo lo posible para mantenerme encerrada en aquel lugar, sin embargo hasta el día de hoy no le creo. Por ello, creo que aquella noche atentó contra mi vida de la peor manera que podría hacerlo alguna persona.

Yo era fuerte, nada podía derrumbarme en aquel momento. Pero lo que hice, rompió algo en mí, lo rompió en mil pedazos haciéndome frágil, vulnerable.

Siendo ayudada más tarde por la única persona que no quería ver después de aquella masacre, era la última persona a la que le podría ver la cara, porque cada vez que lo hacía, rompía en llanto instantáneamente. Recuerdo que me preguntaba el porqué, a lo cual hasta el día de hoy, no le he dicho la verdadera razón.

Agness sonrió al frente de mí, siendo alumbrada por la lámpara que colgaba encima de ella, haciendo que se viese más macabra de lo que podía verse.

Sacudí mi cabeza desprendiéndome de mis pensamientos actuales, y de los recuerdos de aquel día, que Agness quería que reviviera nuevamente en mis pensamientos , debido a su presencia.

—¡Fue tu culpa!—grité con mis ojos húmedos—Tu pudiste matarlo. Lo sé, lo sé todo. Tuviste la oportunidad, pero él se rindió a tus pies, haciendo la perfecta combinación, y creando el plan maestro para destruirme —ahora susurraba con rabia en mi interior

Dió unos pasos lentos hacia atrás, alzando sus manos en el aire tratando de tranquilizar mis ganas inconmensurables de asesinarla en estos momentos.

Ella sabía más que nadie que yo sería capaz de desgarrarle la garganta lenta, y dolorosamente.
—No As, te equivocas son falsos rumores que rondan. Ellos quieren asesinarme, y no sólo a mi...

—Yo te considere mi aliada, y me apuñalaste por la espalda—La interrumpí. Mis ojos expulsaron lágrimas derramándose por mis mejillas cargadas de dolor.

La Hermana de Malia Tate || Isaac Lahey #CarrotAwards2017#PencilAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora