Alguien comienza a sacudir mi cuerpo, abro los ojos para saber quién.—¿Mamá? —pregunto confundida.
De inmediato todo lo ocurrido el día anterior vuelve a mi mente, me incorporo asustada y llevo la mano a donde debería estar la herida, no hay nada.
—Anda, levántate, es hora de ir a trabajar —dice sin más.
—¿Qué pasó ayer? ¿Me llevaron al hospital o...?
Me detengo al notar la enorme confusión de mamá.
—¿De qué hablas? —Frunce el ceño.
—No, nada... —Paso una mano por mi cabello—. Creo que tuve una pesadilla, aunque fue muy real... En fin, ¿qué le compraste a Vale por los Reyes? —pregunto para cambiar el tema.
—¡Sssh! Tu hermana podría escuchar, recuerda que aún es muy pequeña para saber que tu papá y yo le compramos las cosas. —Ignora el tema fácilmente—. Tu papá te espera abajo, no tardes. —Sale de la habitación y cierra la puerta.
Mamá se comporta extraño, pero eso no es lo más importante ahora. Me quito las sábanas y salgo de la cama lo más rápido posible, analizo con detalle todas las colchas en busca de un rastro de sangre, una sola gota bastaría para comprobar que no fue una pesadilla, no hay ni un rastro. Nada. Me acerco hasta el espejo de mi ropero, giro la cabeza de un lado a otro para poder apreciar mi cuello, al no notar nada, toco por última vez mi nuca para confirmar que, efectivamente, las pesadillas han regresado. Sin embargo, aún falta algo para completar el rompecabezas: no recuerdo nada después de haber hablado con Gustavo.
—¡Sofía, date prisa, ya sabes cómo es tu padre! —grita mi madre a la vez que golpea la puerta.
Me doy por vencida en mi intento de recordar algo. Seguro sólo regresé a casa y dormí toda la tarde, el cansancio juega malas jugadas.
Me acerco al armario, escojo la ropa que usaré y me visto. Tomo el cepillo de la parte superior del armario y comienzo a peinarme, no me es difícil debido a lo liso de mi cabello, lo recojo en una coleta. Busco mi celular, las llaves de la casa y un poco de dinero, los guardo en mi bolso; tomo un suéter azul del perchero y me coloco el bolso de forma cruzada.
Bajo las escaleras corriendo, papá está sentado en la sala.
—Listo —digo.
—Despídete de tu madre. —Se levanta y sale por la puerta principal.
Voy a la cocina para tomar un vaso con agua, al finalizar lo dejo en la mesa.
—¡Adiós, mamá! —grito antes de salir.
Cierro la puerta, papá ya ha adelantado camino, corro hasta situarme un metro detrás de él. Desde el incidente nuestra relación no ha vuelto a ser la misma, llegando al punto de que al estar a su lado me siento incómoda y no protegida, como debería ser. Supongo que nunca imaginó que yo sería capaz de aquello, aunque, a decir verdad, yo tampoco lo imaginaba.
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Alaia
FantasyUna guerra planeada desde siglos atrás dará comienzo cuando Alaia despierte, los Lyrat y Eris, criaturas con el poder de la creación y destrucción, lamentarán su llegada y tendrán que utilizar sus mejores armas para acabar con ella. Una guerra e...