Relajación

1 0 0
                                    

Llegaron los cuatro a su destino elegido por el más pequeño de todos, que había planeado por su cuenta el viaje a modo de despedida para Otabek.
Los árboles bailaban susurrantes a los lados del camino, dando incesantes pasos al ritmo del viento, creando así una melodía inalcanzablemente pura.
Una brisa intensa circulaba en el largo cabello de Yurio, provocaba escalofríos en la piel porcelana de Victor, llenaba de aire fresco los cansados pulmones de Otabek y otorgaba una nueva sonrisa al Yuuri.

-Imbéciles- le susurró a Otabek, mientras pasaban del carro a la cabaña todas las posesiones, apuntando hacia Victor y Yuuri que caminaban delante de ellos abrazados el uno del otro, riendo y empujándose juguetonamente.
-Ugh, sí- contestó el kazajo, haciendo que Yuri se volviera a mirarlo extrañado, pues este siempre le pedía que los soportara y era indulgente cuando la pareja se ponía melosa.
Entonces lo sintió, era un enorme peso, como si hubieran puesto cuatro veces más equipaje sobre su espalda. Vio los brazos de Otabek que pasaban desde su espalda apoyados en sus hombros y caían de manera fluida en su pecho.
Había dos respuestas, pensó Yurio, o el kazajo se había desmayado o le estaba jugando una broma por insultar a los tórtolos. Efectivamente era la segunda, Otabek había dejado caer todo su peso en el pobre chiquillo ruso, que no podía avanzar ni un paso debido al peso de su amigo sobre él.
-AAARRRGGGHHH- gesticuló el ruso, haciendo todo su esfuerzo por zafarse.
-No tienes suficiente fuerza, Hada- lo provocó el moreno, dejándose caer e intencionalmente empujando al rubio.
-Entonces voy a hacer magia- y con simpleza se dejó caer al suelo, haciendo que Otabek perdiera su apoyo y asustándolo.
Por instinto, tomó a Yuri por el torso con rapidez y mucha fuerza, y trató de levantarlos a ambos para recuperar el equilibrio pero no lo logró.
Con un movimento brusco Otabek cayó apoyado sobre sus propios brazos para no aplastar al más pequeño, pues en su cabeza, cuando llegara el verdadero momento de estar sobre Yuri, no sería ningún error.
Yuri observó al Kazajo por un rato...Su piel oscura parecía ser más brillante bajo el sol invernal de Rusia, sus ojos eran tan profundos y lo miraban directamente con una expresión indescifrable, sus labios ser veían un poco resecos por el frío, lo cual hizo que lamiera los suyos propios.
-Yuri- musitó, ante ese gesto. Sinceramente, no sabía si lo había hecho a propósito o no, pero con sólo mirarlo le daban una irrefrenables ganas de besarlo. Sabía también, y perfectamente, lo que le había dicho antes, sabía que él y Yuri tenían todo el tiempo del mundo para conocerse y tal vez llegar a querese pero esa pequeña hada había hecho muy fácil el hecho de enamorarse. Se lo había puesto en bandeja de plata, y él había caído completa, literal y metafóricamente por el ruso.
Tan abstraído estaba el kazajo en las fantasías en las que ahí mismo lo besaba, que no se dio cuanta que Yuri le acariciaba la mejilla y para cuando logró percibir el gesto sintió como el corazón le bailaba en el pecho. Gracias a Dios que no era él alguien que se sonrojaba fácilmente, porque de ser así, todo su cuerpo y alma estarían ardiendo en un fuego verde, verde como los ojos del causante.
-¿Puedo besarte?- le pregunto, ido en sus pensamientos, con la voz ronca, tratando de esconder su vergüenza, miedo y ansiedad tras su cara seria.
Si Yuri Plisetski hubiera gritado en ese momento todo lo que su pecho le pedía gritar, probablemente hubiera podido asustar a todas las bandadas de aves en Rusia. Eso sí, no pudo contener dentro de sí mismo un sonrojo travieso e inocente, mientras asentía, y disfrutaba del calor y la energía que le transmitía el Kazajo.
Este a sus vez, no tuvo más remedio que reprimir cada uno de los impulsos que lo achacaban, pero al ver el color manzana que tenían los pómulos de Yurio, no pudo evitarlo.
Frotó así, con suavida ambas narices, haciéndole cosquillas suaves. El rubio, que había cerrado los ojos, los abrió de golpe, deleitándose con la vista: Otabek, tan cerca y tan tibio, acariciaba con dulzura la nariz contra la suya.
Estaba completamente sonrojado, parecía que su expresión estoica y seria no existiera en ese plano existencial donde sólo se encontraban ellos dos.
-I D I O T A- le gritó Yuri, tomando un puño de nieve acumulada del suelo y estrellándosela en la cara.
-Oficialmente, es un beso esquimal, ¡con nieve y todo!- exclamó, ahora sentado a horcajadas sobre Yurio sin aplastarlo con su peso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 19, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Our Love!!! On IceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora