A medida que el día comenzaba; daba paso a la aparición del sol radiante, simplemente grandioso. Algunos tenues rayos de aquella luz, daban a la ventana de una peculiar casa. En una casa residencial, ubicada en la segunda manzana al norte de la ciudad, específicamente en la calle apodada como "El muérdago".
Una chica notó la presencia del ya nombrado sol con sus tenues rayos de luz que atravesaban su ventana y paraban en su rostro. Forcejeando un poco en la cama para huir de los mismos, terminó por levantarse. La escasa luz de aquella habitación, que no contaba con más de cuatro paredes, permitían observar las facciones del cuerpo y la cara de la chica. Con un rostro un poco pálido que daba a conocer que aquella joven no era víctima de aquel sol que ardía en ese verano de 1896. Sus ojos de un color azul eléctrico, poseían una mirada algo peculiar, una de esas miradas Nomeolvides, que no se encuentran en todas partes y que mayormente están presente en los ojos de las chicas que ahora suelen hacer los comerciales, ¿has de saber cuales son no? su nariz, de un intermedio estrecho; era algo puntiaguda, sin embargo cabe destacar que no en exceso. Para complementar aquel rostro casi angelical, sus cejas eran algo finas, y un poco rectas, a sí, resaltaba cada expresión que está componía. Por otra parte, su cuerpo tenía dimensiones casi perfectas, por no criticar el hecho de que su cadera era un poco estrecha; sus piernas, igual de pálidas que el resto de su cuerpo, no presentaba ninguna anomalía, ni sobresalen marcas, además no eran visibles moretones.
Luego de incorporarse en su cuarto y observar el desorden que reinaba sobre el, su objetivo se basó en encontrar la ropa para ir al colegio, al cual recientemente había sido transferida; no era su primer día de clase, pero era igual de nervioso que como si fuese. A pesar de que tenía ya 17 años, seguía siendo molestada en clase ¿porque? ni ella misma sabía la respuesta a esa pregunta. Luego de hacerse con todo lo primordial que necesitaba para asistir a su escuela, tomo rumbo a la salida, el piso de aquel cuarto,y aparentemente de toda la casa, era de tablas de roble pulidas y encajadas a la perfección para lograr una perfecta armonía
Una vez había salido de aquella habitación, el cambio en el ambiente era completamente radical, sus alrededores eran un poco más vivos, las paredes presentaban colores de alegría, el piso era más joven; los retratos y diferentes cuadros que colgaban a lo largo del pasillo daban un claro aspecto de antigüedad a la casa, y en realidad sí lo era, aquella había pertenecido a la familia de aquella joven durante muchísimos años ¿cuántos? Quien sabe, tal vez cientos. La joven cuyo nombre se encontraba anotado en los bordes de su bolso, y que aparentemente era: -Thalia-. Tomo rumbo hacia el final del pasillo que se encontraba a su mano izquierda y desembocaba en una escalera de caracol clasica, provista de una barandilla de acero color negro, estando ya al pie de la escalera la comenzó a descender saltando los escalones de dos en dos, intentando no confundirse y terminar cayendo.
Su llegada a la cocina no fue nada lenta, al contrario, ella misma deducía que no tardaba más de cinco minutos de un lugar a otro, pero claro, su vista se centraba primordialmente en la nevera que contenía los ingredientes para preparar su desayuno; rápidamente y con un traspiés se acercó a la puerta blanquecina, para proseguir a abrirla, para así sacar un poco de queso, aparte de otras salsas e ingredientes, se abalanzó sobre el microondas y con gran habilidad obtuvo algo de pan, el cual se encontraba justo en la parte superior. Sus manos tomaron un cuchillo, para rebanar el pan. Al cabo de algunos minutos, Thalia ya se encontraba comiendo apresuradamente su desayuno, no tardó mucho en terminar, y luego de eso, sus pasos se dirigieron hacia la puerta principal dejando los utensilios completamente sucios.
El tiempo no transcurrió muy rápido, pero los pies de Thalía no paraban de correr, su vista no se centraba en nada más que en la acera en la cual estaba u en las personas que estaban adelante. Luego de esquivar a unas cuantas, alcanzó un cruce, sin esperar al cambio de la luz lo paso con igual velocidad; al llegar a su escuela, ubicada a unas calles de su casa, se percató de que los árboles comenzaban a crecer un tanto más apartados, y que el musgo se encontraba más presente en la acera.
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Thalia y el cuento magico
FantasyThalia, una joven de 17 años de edad, con una mentalidad algo antisocial; con un gran gusto por la lectura. En su vida cotidiana, es victima del bullying, sin embargo todo eso deja de importarle cuando, conoce a un chico, y él mismo le hace miembro...