9. Don't You Remember.

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Peter Stark es el bebé más hermoso que ha podido ver en su vida. Con apenas 4 meses de haber nacido un 23 de setiembre, es un niño fuerte. Sus ojitos color miel como los suyos y su cabello castaño tan suave como el terciopelo no hacen más que hechizarlo. Cada vez que su pequeño bebé le sonríe y le alza las manitas para que lo coja siente que nada puede arruinarle el día, absolutamente nada; aunque recordar el porqué Peter existe provoca que su lastimado corazón se encoja de dolor.

Ignorando esos sentimientos que le forman un nudo en la garganta cada vez que le rondan la mente, toma al pequeño Peter en sus brazos de la cuna y lo alza ligeramente para ver su carita de frente. Tony le hace una mueca graciosa para que Peter se ría y todo en este mundo se ilumine. Tony ama demasiado a su bebé.

Es temprano en la mañana y el clima, a pesar de estar un poco nublado, es agradable así que ambos salen al jardín donde Tony le enseña el nombre de cada cosa que ven y que a Peter le llama la atención. Así como los árboles, los pájaros que suelen pasar por allí, le enseña los colores de las flores y cómo se llama cada una aunque el pequeño poco entienda de lo que le habla su papi.

Algunos días, cuando el cielo está parcialmente despejado, Tony, Peter y Bruce van a la colina cerca de la casa a observar las nubes. Bruce termina casi llorando de la risa ya que a Tony se le ocurren mil y una tonterías cuando las ve. Que ese es un conejo con un afro, que esa es una oveja haciendo break dance, que ese es un cromosoma, y mil cosas más que a fin de cuentas hacen reír a ambos.

A veces Tony va sólo con Peter. Observa el cielo diciéndole que quizás él pudo tener los ojos azules de su padre. Al atardecer, que su cabello pudo ser dorado del color del sol. También le dice que, aunque eso hubiera sido hermoso -e increíblemente doloroso-, él lo ama ya sea que su cabello fuera azul como el mar y sus ojos verdes como el campo, o si todo Peter fuera un bendito arcoíris, porque todos los colores son hermosos.

**

Es la hora del almuerzo cuando Tony deja de vuelta a Peter en su cuna, hecha por el mismo por cierto, y va al laboratorio para continuar en su investigación sobre el suero de súpersoldado. Cuando llega al lugar escucha a alguien sollozar y no piensa mucho para saber de quién se trata: Bruce.

Recurre a hacer lo mismo que todas las demás veces: abrazarlo y decirle que todo está bien, que él sabrá entender y si no lo hace, que se joda para luego traerle café y empezar a trabajar como locos. Tony se siente culpable por provocar todo esto. Sabe que Clint significa la vida entera para Bruce y no quiere que por culpa suya, todo por lo que han construido el doctor y el espía, se destruya.

-Lo extraño...-murmura Bruce contra su hombro. -No quiero mentirle. Él...está allá solo. No hay quien vaya y le dé un beso... Me lo dijo la última vez.

-Perdóname.- es lo único que dice Tony mientras acaricia su espalda y Bruce continúa sollozando casi inaudiblemente.

Luego de un momento en silencio ambos se separan, el doctor se limpia las lágrimas con un pañuelo que Tony le ofrece, se sonríen aunque nada esté bien, y vuelven a lo suyo.

-Llamé a Richards.- dice Bruce de manera abrupta luego de un par de horas, provocando que Tony dé un pequeño espasmo mientras deja de observar unos gráficos en un holograma para girarse mirándolo con severidad.

-¿Que hiciste qué?

-No podemos hacer esto solos. Cho se ha ido. Ella no pudo verse envuelta en esto, Tony.- murmura en un tono conciliador.

-¿Y qué demonios es esto, Bruce? ¡Dime!- la voz de Tony le hace entender que lo ha herido, su mirada está inyectada de ira.

-Es tu vida, es tu pelea, no de ella. Sabes las consecuencias, y no son buenas.

Tony misses his husband.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora