Capitulo 1

879 83 15
                                    



Clandestinamente se adentraron a la residencia y empezaron a revolver todo tratando de no hacer mucho ruido, todo se encontraba en penumbras así que dieron por hecho que no estaba habitada por nadie.

-¡Apúrate...nos pueden atrapar! – susurro el mayor

-Ya voy... – respondió el menor recorriendo por los pasillos

-Yo me encargo de buscar las alhajas, tú encárgate de buscar la caja fuerte – ordeno el pelinegro

-Pero, ¿dónde mierda esta?! ¡Aquí no hay nada! – refunfuñaba el pequeño encapuchado

Para su sorpresa, un muchacho de cabellos castaños salió de las penumbras envuelto en una toalla, el cual se sorprendió al ver al par de intrusos encapuchados que asaltaban su morada. En cuanto el par se dio cuenta de la presencia de una tercera persona, detuvieron su búsqueda para en seguida apuntar con sus armas al dueño de la vivienda.

-¡Quieto! – dijo con voz suave pero fija el mayor

-¡Tranquilos! – es lo único que pudo decir el castaño totalmente en pánico

-¡Levanta las manos! – Ordeno nuevamente el mayor de todos – ¡ARRIBA LAS MANOS! – volvió a repetir al ver que el otro no quería cooperar

No podía reusarse, ambos intrusos no dejaban de apuntarlo con el arma de fuego. Inseguro obedeció, ocasionando que la toalla cayera resbalando su cuerpo esbelto, estaba completamente desnudo, tembloroso trato de calmarse aun sabiendo que algo peor podía pasar en esos momentos

Ambos hombres abrieron los ojos hasta más no poder al ver ese cuerpo precioso ante sí. Uno de ellos, el más mayor, se acercó al castaño aun apuntándolo con la pistola

-¡Quieto! no muevas ni un solo musculo de ese cuerpo hermoso que tienes– dijo, abalanzándose sobre el castaño tomando ese cuerpo desnudo para si, empezando a manosearlo y besar su cuello salvajemente, no podía desaprovechar aquella oportunidad.

Sin embargo, la intervención demandante de su compañero lo obligo a separarse, de inmediato alejo a su amigo del castaño jalándolo con fuerza.

-Shhh ¿qué haces? ¡Suéltalo! Vinimos aquí solo a robar, ¿ok? ¡No hagas estupideces! – alejo a su compañero de aquel joven.

Levanto la toalla del suelo y se la paso a su dueño – tápese – dijo volteando la mirada a otro lado para por lo menos no avergonzarlo más de lo que ya estaba. En cuanto el muchacho se cubrió con aquel paño un "gracias" salió de sus labios. El pequeño raptor volvió a verlo encontrándose con sus ojos de inmediato, ambos se miraban perdiéndose en aquellos luceros que brillaban en la oscuridad sin decir ni una sola palabra.

El joven víctima no pudo ver su rostro, solo los ojos fueron observados con detenimiento encontrando en ellos cierta ternura, algo inexplicable, que le hacía sentir seguro.

El momento en el que se perdieron en sus miradas parecía nunca acabar hasta que el ruido de las sirenas de la policía llegando al lugar alerto a ambos delincuentes, impresionados huyeron dejando al joven castaño, el cual se preguntaba ¿porque no había utilizado el arma que guardaba bajo su almohada?

*

Leo y Ken, eran muy amigos, desde niño lo fueron pero por causas del destino se separaron por unos cuantos años.

Cuando volvieron a encontrarse Ken se encontraba en aprietos económicos ya que tenía que mantener a sus dos hermanitos, y eso no era lo peor, ahora la madre se encontraba hospitalizada por una enfermedad desconocida y costosa. Sin trabajo y por ende sin dinero para apoyar a su familia ken acepto la propuesta de su amigo de poder trabajar con él, aunque se tratara de algo ilícito, así fue como ambos amigos empezaron a robar en casas ajenas. Ken pudo salvar a su madre pero ahora el verdadero problema era que ya no podían dejar de ser ladrones, se habían acostumbrado a la mala vida, una vida fácil y continuaron haciendo sus fechorías por costumbre, comodidad o flojera.

Amor Bandido (KenJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora