Soñando con la lluvia

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Lluvia. Lo único que se podía ver. Gotas que caían del cielo sincronizadamente, terminando su camino al estrellarse contra el suelo.

Agua. El único sonido que se podía distinguir. El ruido de las gotas al caer, del agua al recibir entre sus brazos a una gota más, creando grandes charcos que reposaban en el suelo.

Humedad. El único olor que se percibía en ese azulado lugar. Un olor que llega a ser desagradable para algunos. Pero este no era el caso. Era un olor suave, tranquilizante.

Todo estaba tranquilo, silencioso. De alguna manera, se sentía vacío. Pero un vacío extrañamente agradable.

De pronto, levemente una melodía empezó a sonar a lo lejos. Poco a poco se volvió más ruidosa. Mucho más ruidosa. Molesta.

***************

Levantó su mano en dirección del despertador, para poder apagar a ese molesto aparato. Abrió los ojos, encontrándose con la irritante luz mañanera, provocando esta que se sobe sus ojos con gran molestia.

Mientras se iba desperezando, se puso a pensar en su sueño. Un sueño extraño. Lo único que podía recordar de él era lluvia.

«Raro», pensó.

Después de despertarse completamente, decidió dirigirse a la cocina, para poder tomar su desayuno. A la vez, pensaba en que tomaría en esa mañana. Pensó que algo ligero no estaría mal. Tal vez, un zumo recién exprimido de narajna con una tostada le sentaría bien. Sí, eso haría.

Mientras salía de su cuarto, percibió un delicioso olor proveniente de la cocina. Reconocería ese olor en cualquier parte: tortitas. No unas tortitas normales, si no las que hacía su gran amiga, con la cuál compartía piso. En seguida olvidó completamente lo ligero.

Se acercó a ella cautelosamente, procurando que ningún sonido la alarmase. Una chica jóven, de unos veintitrés años de edad, con una dorada cabellera y unos ojos color esmeralda. Actualmente, llevando encima de su pijama morado, un delantal verde, resaltando sus bellos ojos. Desde el punto de vista de la chica de la lluvia, su compañera se veía perfecta. Para ella, su amiga siempre se veía perfecta.

Su «admiradora» aún se preguntaba como es que ella podía tener tanta energía todas las mañanas. Sobre todo, después de haber celebrado la noche anterior una gran fiesta, con motivo del nuevo año que acababa de comenzar. Si, ya habían iniciado el 2017, con nuevas esperanzas, desilusiones y objetivos. Aunque en verdad, ella siempre estaba llena de energía.

Uno de esos objetivos, por parte de la soñadora, era el poder dejar todas sus inseguiridades de lado, para así confesar los sentimientos ocultos que tenía por su mejor amiga.

Una meta algo estúpida para alguien de su edad, pero no para ella. Para ella lo significaba todo. Ya llevaba muchos años callada, y ese 2017 era su año. Lo haría. Cumpliría con su mayor obstáculo, que durante tantos años ha tenido que esquivar. ¿Por qué? Porque la amaba. Esa es la respuesta. Tan corta, pero a la vez llena de tanto sentimiento.

ーOh, Julieta. ¿Qué haces ahí parada?ーle preguntó, después de darse cuenta de la presencia de la ya mencionada.

ーNada, Emily. Solo pensando ーrespondió, con un tono soñador.

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