CAPÍTULO II: Recuerdos y aceptación

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Luego de aceptar contra su propia voluntad el hecho de que ya estaba muerto, Reiden regresa a la habitación de su madre, no sin antes pasar por su habitación y notar que no es más que un cuarto vació con algunas cajas y objetos sin valor, al regresar se postra ante los pies de su inconsciente madre y llora hasta quedarse dormido. Mientras tanto Belfegor, quien se apiada de él, lo deja llorar tranquilo y se retira con la intención de dejar que Reiden despeje su mente y vacíe sus penas.

-Pasaron unas horas y anocheció, sin embargo Reiden no era capaz de dejar a su madre en ese estado, lloraba y se lamentaba por las malas decisiones que tomó en su vida. Las peleas que tuvieron, los castigos y las discrepancias ya no tenían valor para él.-

A la mañana siguiente, Reiden es despertado por el timbre de la casa, que como una alarma de incendios resuena en sus oídos. Se levanta de golpe, se soba los ojos, lo primero que ve es a su madre aún inconsciente y lo primero que piensa es que desearía que todo hubiese sido un sueño y al despertar todo acábese, pero no fue así. Suena por segunda vez el timbre pero esta vez el sonido no es tan fuerte como el primero. Reiden siente a su madre moverse, se levanta de manera muy veloz y observa como ella abre los ojos lentamente, agita un poco la cabeza, se soba los parpados, y con gran dificultad intenta levantarse, al primer intento se cae, es como ver a un enfermo terminal intentando dar sus últimos pasos de vida, como si lo único que la motivase a moverse fuese poder detener el sonido del timbre que retumba en sus oídos producto de la resaca generada por el alcohol, a Reiden le entra una profunda melancolía, ver a su madre en ese estado y no poder hacer nada, pero esto no dura mucho, al ver ese momento le llegan a su mente algunos recuerdos, el primero fue la vez en que ambos se embriagaron juntos. Reiden lo recuerda bien o al menos una parte, fue en el cumpleaños número 46 de su madre, él tenía 17 años y a pesar de eso trabajó y ahorró dinero junto con sus primos para así poder comprarle su whisky favorito, el mismo día de su cumpleaños, luego de ir a cenar con los familiares que vinieron de visita, Reiden sacó el whisky, se lo entregó en sus manos y prácticamente la obligó a abrirlo y brindar con él, cosa que en primera instancia no acepto, pero luego de unos segundo cedió producto de la presión impuesta por Reiden y algunos familiares; él no recuerda mucho de ese día, no más que luego de unos vasos de whisky se embriago rápidamente y lo siguiente fue que despertó en la sala de su casa, en la alfombra tirado con una tina al costado. Luego de recordar eso su melancolía se transformo en una suave y débil risa, ese recuerdo le provocó una sonrisa, ese recuerdo lo hizo feliz, al menos por unos segundos. El segundo recuerdo llegó casi al instante después de la sonrisa, se acordó de su primera borrachera, la vez en la que tuvo que rogar a su madre para que le diera permiso para ir a una fiesta con sus amigos, en los primeros segundos soltó una fuerte risa, pues lo siguiente que recordó fue a sus amigos tirados en la esquina de un parque completamente ebrios tanto ellos como él, un policía, amigo de su madre, los encontró y llevo a cada uno a sus respectivas casas. Reiden fue el último en ser dejado, y al llegar recuerda a su madre en la puerta de su casa esperándolo con una mirada de "te voy a matar", sin embargo no le hizo nada, sólo lo llevó a su habitación, le cambió la ropa sucia y se quedó cuidándolo toda la noche. Él lo recuerda bien, esto le provoca una ligera tristeza pero también una leve alegría, "el amor de una madre" se dice el mismo.

Suena el timbre por tercera vez, está vez su madre abre por completo los ojos y se levanta rápidamente, ya casi despierta corre a abrir la puerta, tropieza en un par de ocasiones, y se apoya contra la pared al caminar, pero esto no la detiene en su intención de saber quien es el causante de tanto alboroto, al menos para su mente resaqueada. Llega a la puerta y con Reiden atrás de ella, aunque sin notar su presencia, la abre. No es más ni menos que Kabral, el policía que recogió a Reiden y sus amigos en su primera borrachera, luego de eso él se hizo un buen amigo de su madre y de Reiden, aunque él era un ex pretendiente de ella, su madre no lo veía como más que un amigo y Kabral lo entendía, sin embargo eso no fue excusa para alejarse de ellos y ayudarlos. Kabral era una muy buena persona, conocía la situación de Reiden y su madre, y los apoyaba en lo que podía, un par de veces sacó a Reiden de la estación de policía cuando era arrestado por hacer disturbios bajo el efecto de sustancias tóxicas, aunque claro ahora con la inexistencia de Reiden nada de eso pasó, al menos no para él; también solía recoger a su madre del trabajo cuando a ella se le hacía muy tarde. Kabral le dijo a la madre de Reiden: "¡Demonios mujer, si que te ves demacrada!, deberías dejar de beber tanto, no hace más que empeorar tu vida", su madre respondió: "¿para eso haz venido?, si quisiera escuchar a alguien decirme que cambie mi vida me hubiese ido a vivir con mi madre"- esto último lo dice con una risa débil pero sincera-. Kabral responde: "jaja, pues ni modo, supongo que seguiré cuidando de ti. Te traje el desayuno y algunas cosas para cocinar, ¿puedo pasar?", ella asiente con la cabeza y se adentra en la casa.

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