In the winter I'll hold you in a cold place.| Larry Stylinson.

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'Cos maybe you're loveable

And maybe you're my snowflake,

and your eyes turn from green to gray

and in the winter I'll hold you in a cold place.

And you will never know just how beautiful you are to me…

La primera vez que lo vio Harry estaba en medio de una de sus caminatas matutinas. Era invierno y casi no le daban ganas de salir, pero últimamente había estado estresado sobre ese trabajo al que se había presentado y aún no lo llamaban, así que tomó su chaqueta y se enfrentó al crudo frío de la mañana londinense. Miró hacia el cielo, grandes nubes grises no dejaban que ni un solo rayo de luz se filtrara hacia la tierra, y los pequeños y delicados copos de nieve que se derretían al tocar el suelo caían como una fina lluvia de azúcar, o de sal. Harry pensó que sería muy bueno si la nieve siempre cayera se esa forma, ya que era hermoso y podría tomar unas muy buenas fotografías, pero casi siempre caía a toneladas, encerrándolo en su apartamento sin nada más que la compañía de un viejo tocadiscos y un pequeño gato gris que había encontrado hacía unas semanas en la calle. Harry no era un amante de los animales, y mucho menos de los gatos, pero era tan pequeño y estaba nevando tanto que simplemente no pudo dejarlo a la deriva. No sabía que cuidados necesitaba el pequeño animal ya que nunca había tenido una mascota o algo semejante, pero luego de unos días visitando diariamente al veterinario todo estuvo en orden y Harry pudo llevarse tranquilo al pequeño animal al que había nombrado Tom, porque era malísimo con los nombres y le recordaba a ese gato de la serie animada que veía cuando era pequeño.                                                                                             Sus caminatas no solían durar más de una hora, y ahora con el pequeño gato a veces se acortaban a diez o veinte minutos. A Harry le gustaba caminar, porque le despejaba la mente y lo distraía por completo de cualquier cosa. Últimamente había estado demasiado estresado con la universidad y con el trabajo, y de verdad necesitaba olvidarse de todo por unos minutos. Su mente vagaba por muchos lugares, tarareando canciones y recordando cosas que habían pasado hacía muchos años. Solía sentarse en un parque y observar cada detalle de cada cosa. Como se movían las hojas de los árboles, o el lento paso de las nubes por el cielo. Imprimía todo en su memoria como una fotografía, miraba en distintos ángulos hasta encontrar la imagen perfecta, la imagen que valía la pena recordar. Últimamente le sacaba muchas fotos a Tom, sobre todo cuando estaba dormido, o cuando trepaba con dificultad el sofá y miraba por la ventana. También le gustaba observar a la gente, no podía tomarles fotografía porque sería raro y algunas personas se molestarían,-Ya lo había hecho y no había resultado muy bien cuando un hombre lo había perseguido por cinco calles con un bate de baseball en la mano por tomar fotografías de su hija.-, Pero al menos seguía teniendo sus ojos. Le gustaba la forma en que el cabello de las mujeres se movía con el viento, y la forma en que se tapaban la boca con una mano al reír. Le gustaba cuando los hombres sonreían y se les formaban pliegues alrededor de los ojos, o cuando miraban a la mujer que amaban y sus ojos se volvían profundos y brillantes. Le gustaban los niños, la forma en que corrían de un lado al otro entre los árboles, y algunas veces podía imaginarlos como si fuera la escena de una película, yendo en cámara lenta y sus risas resonando a lo lejos. Le gustaba cuando los ancianos leían el periódico, o cuando sonreían al ver jóvenes enamorados, o al ver algo que les provocara recuerdos. Harry podía pasar horas y horas sentado en ese parque, observando, porque los ojos eran como una cámara, podías enfocarte en lo que quieras ver, y recordarlo para siempre. Eso era lo que más le gustaba en todo el mundo, siempre había sido un niño interesante. Cuando era pequeño no tenía amigos, pero no los quería, porque para Harry los niños de su edad eran torpes y toscos, y no sabían apreciar las cosas. Harry podía ver mucho más que las demás personas, podía encontrar belleza en la más ínfima partícula, viéndola desde ángulos diferente, entrecerrando sus ojos y enfocando a distintos lugares, pero siempre terminaba siendo hermoso. Para Harry todo era hermoso. Y cuando vio a ese muchacho de brillante mirada azul le pareció hermoso también. Tal vez, algo más que hermoso. Lo que le había llamado la atención acerca del chico fue lo ruidosa que era su risa, y cuando Harry se había vuelto para mirar hacia dónde había provenido esa estruendosa carcajada, se encontró con ese pequeño muchacho de ojos azules y cabello color miel, que estaba a punto de llorar de la risa por un pequeño perro que estaba intentando comer los copos de nieve que caían del cielo gris. Harry no pudo evitar sonreír, porque de alguna forma la risa del muchacho era graciosa y contagiosa, y también porque lo había hecho feliz escuchar como al menos alguien seguía teniendo ánimos para reírse en ese día horrible. Harry se dio cuenta que lo había estado observando por un largo rato cuando el chico clavó sus ojos en él, y Harry no pudo simplemente dejar de mirarlo, porque era verdaderamente hermoso, y estuvo seguro de que no importaría de que ángulo lo viera, el chico seguiría siendo completamente espléndido. El muchacho le había sonreído tímidamente, para luego volver a poner toda su atención en el pequeño perro negro que jugaba a sus pies, y Harry no dejó de mirarlo, no pudo hacerlo.

In the winter I'll hold you in a cold place.| Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora