Capítulo 7

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Cuando salí de la cafetería, anduve durante unos minutos sin rumbo, intentando relajarme y no dejarme llevar por la rabia que guardaba dentro.

Me sentía una idiota, había sido ridiculizada por un niñato de poca monta y, a pesar de la poca importancia que le daba como persona, no podía evitar sentirme fatal.

Decidí caminar finalmente hacia mi cuarto. Necesitaba estar sola. Salvo en mi habitación, en la universidad era difícil encontrar un lugar en el que no estuviese rodeada de gente.

Abrí con la llave que saqué de mi bolsillo la puerta de la habitación 214 y solté con fuerza el bolso sobre la silla de mi escritorio.

Saqué de mi bolso mi cuaderno de apuntes y arranqué con rabia la hoja con los dibujos de Ryder tirándola a la papelera bajo mi mesa de trabajo mientras rompía a llorar.

Había contenido las ganas de quebrarme durante varios días y, finalmente, sin darme cuenta, las lágrimas comenzaban a brotar.

Mi segunda víctima fue mi bloc de dibujo.

Estaba arrancando una a una las hojas con los retratos del muchacho cuando llamaron a la puerta.

No quería ver a nadie, ni quería que nadie me viese en ese estado, así que me quedé en silencio esperando que quien estuviese en la puerta decidiese irse pensando que no había nadie dentro.

Volvieron a llamar.

Intenté seguir en silencio, los sollozos habían parado mientras me mantenía atenta a cualquier sonido tras la puerta.

Volvieron a insistir golpeando de nuevo. Así pues, me sequé las lágrimas con el brazo y me dirigí a abrir la puerta, en caso de que fuese un asunto importante.

Abrí con cuidado intentando poner mi mejor cara, hasta que tras la entrada vi aquel pelo castaño oscuro y esos ojos almendrados escondidos tras las gafas de pasta.

Mi reacción fue tratar de cerrar la puerta rápidamente, aunque el chico tuvo reflejos y la sostuvo impidiendo que fuese posible.

–Alexa, déjame entrar, lo siento –dijo mientras luchaba por contrarrestar mi fuerza.

–Vete Harvey –insistí empujando la puerta.

–Lo siento, ¿vale? –elevó el tono de voz, nervioso ante el forcejeo–. Soy un gilipollas, llevas razón.

Paré desesperada al ver que sería imposible dejarle fuera.

–¡Desde luego que lo eres! –le recriminé furiosa–. ¿Piensas que puedes comportarte como un idiota cuando quieras, pedir disculpas y que todo sea como si no hubiese pasado? Pues estás equivocado. He perdonado tus faltas de respeto varias veces, incluso algunas ni siquiera te las he reprochado, así que lárgate, porque no te conozco pero ya me he cansado de ti.

Se quedó completamente parado sin decir palabra. Esperaba que tras semejante declaración saliese de la habitación y no volviese a hablar conmigo jamás. Sin embargo, se adentró más en mi cuarto y cerró la puerta tras de sí.

–Llevas razón en todo lo que dices –dijo en un tono de voz demasiado bajo–. No... no me gusta la gente. Pero no te mereces el trato que has recibido por mi parte, no me has hecho nada.

–¿Crees que eres el único al que le han hecho daño? –respondí, esta vez sin levantar la voz–. Porque si es así deberías mirar un poco más a tu alrededor. La diferencia entre tú y los demás es que ante un mundo de mierda algunos decidimos creer que puede haber alguien bueno.

Bajó la cabeza, de la misma manera que hacía mi perro cuando le regañaba por morder el cojín del sofá.

–Lo sé, no tengo excusa, dame una oportunidad. Te prometo que no volveré a tratarte mal.

–Me estás pidiendo una segunda oportunidad cuando tú ni siquiera me has dado una –contesté marcando mis palabras.

–Lo estoy haciendo ahora –sentenció, sus ojos marrones pidiendo el perdón tanto como sus palabras.

Asentí sin decir palabra, cruzándome de brazos mientras me apoyaba en mi escritorio.

El chico esbozó una amplia sonrisa, la cual estaba segura de que era la primera desde que le conocía, y se dirigió a mí envolviéndome en un abrazo bastante incómodo por la falta de confianza.

–Bueno, no intentes caerme bien tan rápido –le sonreí cuando se apartaba de mí, mientras respiraba su olor a colonia de hombre, que de alguna manera resultaba intenso pero al mismo tiempo suave en su esencia. Era un olor muy agradable.

–He visto que has tirado los dibujos -se agachó a recuperar la hoja de la papelera–. Tienes mucho talento, no te avergüences de él.

Seguidamente agarró cinta adhesiva de mi bote de lápices y unió las dos piezas en las que se encontraba ahora el papel, dejándolo después sobre mi mesa.

–Gracias –respondí sonrojada.

–Te dejo descansar, nos vemos el viernes–se despidió de mí amablemente y salió por la puerta de mi habitación, dejándome en un estado perplejo, sin poder entender qué había pasado en aquel momento.

Había algo en ese chico que me decía que necesitaba a alguien en este lugar tanto como yo, y que detrás de esa fachada de absoluta indiferencia que adoptaba en público, había una buena persona.

Así pues, le perdoné, no sólo con mis palabras sino también con el corazón, deseando con fuerza no estar equivocándome.

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¡Hola de nuevo! Gracias a todos los que habéis estado votando y leyendo. Agradecimiento especial a angelical16  Xx_cpab_xX  LuzmarFalcon    y CosimaHart  

Gracias por leer todos los capítulos publicados hasta la fecha y espero que sigáis disfrutando de lo que está por venir!

Por otro lado, ¿qué opináis de la actitud de Harvey? ¿Creeis que Alexa hace bien confiando en él?


Un saludo y no olvidéis votar y comentar!!


Un besazo


-G.Bo

Un Tercio de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora