Seis para ser quinientos

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Tras los días que representaba el viaje y alcanzando la frontera de Michoacán y México, el frío comenzó a calar los huesos de aquellas cuatro personas, pero se trataba de una sensación diferente a la ya acostumbrada.

Gracias a los viajes, Yoltic había podido conseguir ya una gran cantidad de varas de distintos árboles, las cuales comenzó a tallar imitando a la varita de Felipe, Leonor y Matilde, situación que asombró a Matilde por lo genuinas que parecían aquellas varitas hechas por el joven, más sin embargo aún se encontraban huecas.

El camino comenzó a llevar a los magos en dirección sur, haciendo que la sensación de frío disminuyera, reconfortando a Leonor por sus ya de por sí dolidos huesos. Entré más iban avanzando, el frío desaparecía, pero dejaba en su lugar una sensación de vacío, seguido de meditar unos minutos, Matilde habló con los demás y les comentó que tal vez, ese frío que sintieron al llegar a territorio Michoacano, tal vez era el frío del que hablaba la profecía de Bimori y que ese frío era el encargado de encaminar su viaje; ahora sus huesos no dolían por el frío, pero se debía a que se alejaban de su destino.

Felipe y Leonor, escépticos ante tal afirmación, comenzaban a resentir ya en su paciencia la inestabilidad de las conjeturas, dudaron de que aquello que dijo Matilde pudiese ser verdad. Interrumpiendo la plática, Yoltic pidió a la pareja considerar la idea y propuso volver sus pasos y reencaminar su viaje, hacer del frío su guía y no dar por perdida la empresa que ya tanto tiempo le había tomado. Los Villafuerte aceptaron con la condición de andar sólo unos días más y si no encontraban nada, regresarían a España, ya que su viaje por la Nueva España no había rendido ningún fruto en su búsqueda por especies mágicas, además que a sus casi 70 años comenzaban a cansarse.

Volviendo a enmendar su camino, el frío se hizo presente, aun cuando el sol brillaba en todo su esplendor, confirmando hasta cierto punto la teoría de Matilde. Siguieron avanzando y con cada paso que daban el frío hacía doler más sus huesos, avanzaron en dirección noroeste aproximándose a Guanajuato, hasta llegar a un gran bosque próximo a lo que hoy es conocido como los azufres, un área con nacimientos de agua caliente.

Atravesaron el bosque y en su interior se encontraba un lago de agua verdosa y la orilla de este, dos mujeres los observaban, parecidas entre ellas, pero con atuendos que contrastaban, Bimori aparecía en escena nuevamente, acompañada de otra mujer de su edad con cabello negro hasta la cintura. Confundidos por aquella visión, no tuvieron más opción de acercarse a las dos mujeres para pedir explicaciones una vez más.

Bimori fue la primera en hablar, sabiendo que le esperaba una lluvia de interrogantes, dijo que al fin habían llegado a su destino y que ahora todas sus preguntas serían contestadas, lo único que debían de hacer era ver el espejo adherido a cabeza de un ave que nadaba felizmente en el lago, un quatézcatl como lo llamó Yoltic.

En compañía de Bimori se encontraba una mujer de cabello trenzado de color negro, un poco llena y con una mirada de enojo y desconcierto, la mujer se llamaba Cutsi, parecía ser una mujer de carácter fuerte y de entre todo el grupo, era quien menos español entendía, se limitaba a asentir o negar con la cabeza. Bimori contó que después de haberse topado en el camino, tuvo la visión más clara de su destino gracias a la combinación de sus poderes y los de aquella ave de color blanco y con eso logró saber en dónde buscar a Cutsi y en qué lugar debía de estar para su profecía se cumpliera lo que dijo, ser seis para ser quinientos, y ahora ahí se veían a los ojos seis extraños sin saber cuál sería el siguiente paso.

Bimori pidió de nuevo buscaran su reflejo en el espejo sobre la cabeza del quatézcatl y así uno por uno se asomaron al espejo, mas no vieron su reflejo en ningún momento, en su lugar vieron una imponente edificación bordeada por miles de árboles y sobresaliente entre las aguas de un lago verde, y entre visión vieron más escenarios, muchos niños y jóvenes corriendo en los patios del edificio, salones de clase repletos y muchos maestros.

Como verán ya comencé a reunir algunas piedras para comenzar a construir esa gran casa que acaban de ver, dijo Bimori apuntando a un montoncillo de piedras a las orillas del lago, los demás se preguntaron cómo sabía Bimori sobre lo que habían visto. Bomori sin esperar más les dijo que debían de comenzar ya a construir esa escuela de lo contrario se retrasarían y no podrían llegar los niños. Nadie salía de la estupefacción causada por aquellas palabras, hasta que Matilde se movió y comenzó a reír y a gritar, dijo sentirse feliz de no ir en un barco hacía Francia, su destino estaba en México.

Prontamente los demás se unieron a ella y se dieron cuenta que su destino era estar juntos y construir aquel colegio de la visión, no tenían duda de ello.

Pasada la emoción del momento, Yoltic salió corriendo hacía la carroza donde viajaban para sacar un cofrecillo burdamente tallado y se lo entregó a Felipe, Señor Felipe- dijo Yoltic con timidez- Desde aquella noche cuando aquel animal lo atacó sabía que debía hacer algo por usted y después de mucho esfuerzo he logrado hacer una varita para remplazar la que usted tenía y que me ha regalado después de que se rompió. Felipe abrió la caja y en su interior había una varita de encino con dibujos de ramas de árbol y hojas, Leonor miró con ternura a Yoltic y le recordó que había falta más que una varita bonita para hacer magia, esta debía de tener una substancia mágica para poder funcionar; en cuanto Felipe tomó la varita con su mano, esta comenzó a lanzar chispas desde la punta, primero torpemente para después convertirse en un torrente de luz que salía disparado al cielo, su nueva varita había despertado.

Felipe preguntó a Yoltic sobre cómo consiguió llevar a cabo aquella gran hazaña, Yoltic le dijo que la noche que se rompió su varita y después de que la señora Leonor lo lanzó por los aires con un hechizo, animal había dejado una fibra de su pelo en un arbusto y de ahí obtuvo el núcleo, más no estuvo seguro de que funcionaría, hasta ese momento. Felipe agitó una vez más la varita y e hizo levitar las piedras que anteriormente Bimori había agrupado, la varita funcionaba.



Colegio de Magia JwátarhuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora