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Mi día estaba yendo bastante bien. Había aprobado mi prueba final de matemática, la materia que más que costaba. Sinceramente, no sabía cómo hacían algunos de mis compañeros para entenderla, para mi la matemática era como leer chino. Mis materias favoritas eran arte e historia, antes odiaba la historia, pero cuando empezamos a estudiar Egipto y Grecia, la empecé a amar, me insteresaba mucho el tema.
Luego del colegio iba a mi clase de ballet, solía ir caminando a la academia, me gustaba más.
Llegué al lugar, en el exterior tenía un cartel que decía: "Golden: Academia de danza". Allí podías hacer distintos estilos de danza. Cuando era niña también hacía tap y hip hop, pero terminé dedicándome completamente al ballet.
En el entrenamiento de hoy habíamos practicado mucho de flexibilidad, era de mis cosas favoritas ya que yo era naturalmente flexible. Al final de la clase estaba bailando cuando veo a mi hermana chica parada fuera de la clase observandome. Me sonrió.
Clara tenía seis años, y recíen había vuelto de un campamento al que fue con sus compañeros de clase y su maestra. Estaba en primero de primaria, por suerte se había integrado bien y había hecho dos amigas.
Su pelo negro y lacio se encontraba despeinado ya que volvía de haber viajado tres horas en omníbus, seguro había pasado todo el viaje durmiendo... Bueno, pensándolo mejor no, era bastante inquieta así que probablemente estuvo jugando con sus compañeros, pero lo primero que haría al llegar a casa era dormir.
Al terminar la clase fui corriendo a abrazarla. Ella me abrazó con fuerza y a la vuelta a casa me contó todo lo que habían hecho en el campamento.
-...entonces yo quise jugar a las escondidas pero no nos dejaron, decían que de noche no podíamos porque era peligroso...-mi hermana seguía narrando pequeñas historias del campamento y yo la escuchaba con atención, me daba mucha ternura.
Los campamentos de mi hermana eran bastante diferentes a los que yo tenía cuando era chica. Ahora están mucho tiempo en el celular en vez de disfrutar de la naturaleza, de todo lo hermoso que tienen a su alrededor. Cuando yo tenía ocho años si queríamos comunicarnos con nuestra familia teníamos que hablar con nuestra maestra para que llamara a nuestros padres, ni teníamos celular.
Llegamos a casa, mi casa era bastante grande, era de dos pisos. Estaba pintada de blanco por fuera. En el piso de abajo estaba el living-comedor, la cocina y un baño, y en el de arriba estaba mi cuarto, el de mi hermana, el de mi madre y otro baño.
Subí al baño de arriba, me tomé una ducha fría y me acosté a dormir. No era frecuente en mí tomarme duchas frías, pero el verano estaba muy cerca y ya empezaba a sentir mucho calor. Además mis profesoras de ballet dicen que después de cada clase bañarse con agua fría ayuda a aliviar los músculos, y que deberíamos hacerlo siempre.
Estaba por dormirme, ya adentro de mi cama y empecé a hacer algo que hacía siempre antes de dormir. Imaginaba una historia. Cada día era algo diferente, un personaje diferente y una situación diferente. La última noche había inventado una historia que como personaje principal tenía a alguien muy importante en mi vida, mi mejor amiga, Paz. Era una chica muy reservada, como yo, teníamos mucho en común, aunque físicamente, nada. Yo era morena, mi pelo era largo, negro y ondulado, ella también tenía el pelo largo pero era pelirroja. Su cara estaba cubierta de pecas que la hacían hermosa y sus ojos eran pequeños y celestes, mientras tanto los míos eran grandes y marrones.
La historia que imaginé ayer fue hermosa. Paz amaba cantar, por lo cual hice una historia sobre eso. Los padres de ella nunca la dejaron tomar clases de canto, esperaba que algún día pudiera hacerlo, también quería aprender a tocar algún instrumento.
Tal vez esto de crear pequeñas historias lo hacía porque era parecida a mi madre, Louise. Mi madre era escritora, había publicado 6 libros, me ponía feliz verla cumplir sus sueños. Pero desde la muerte de mi padre no ha escrito más, decidió dedicarse a otra cosa ya que con eso no tenía grandes ingresos.
Él murió en un accidente de tráfico, iba en moto y chocó con un auto.
Esto me dejó horrible, ocurrió cuando yo tenía doce, hace cuatro años. De todas formas, la relación que tenía yo con mi padre no era tan fuerte, así que no fue tan grande el sufrimiento como tal vez lo hubiera sido si la desafortunada hubiera sido mi madre.
Es tan triste ver las muertes que ocurren por accidentes de tráfico. En un momento todo está yendo bien y de un segundo a otro esa persona ya no está, es devastador.

Al siguiente día desperté con mucha energía, había dormido bien así que esperaba tener un buen día. Fui al baño para peinarme y lavarme la cara. Me hice un moño alto para no tener que peinarme de nuevo para ir a danza luego del colegio. Cuando salí ví a mi hermana Clara sonriendo al otro lado de la puerta. Siempre estaba feliz, positiva, era algo que siempre admiré de ella.
La dejé pasar al baño y me dirigí al piso de abajo, a la cocina, a desayunar con mi madre.
-Buenos días Lau- me saludó.
-Buenos días.
-Pareces estar feliz.
-Mi profesora de danza, Paula, dijo que tenía buena noticias para darnos.
-¡Qué bueno!- exclamó mi madre mientras me alcanzaba el café con leche que me había preparado.
Luego de desayunar agarré mi mochila y salí de mi casa para pasar a buscar a Paz e irnos al colegio.
Cuando ella me abrió la puerta de su casa me sorprendió verla tan feliz, algo bueno le había pasado. Al darse cuenta de que estaba curiosa por la felicidad que ella mostraba me dijo:
-Mis padres me dejaron empezar clases de canto.
Solté un grito y la abracé. Estaba muy feliz por ella, de que iba a hacer lo que había deseado por tanto tiempo.

Durante el día me habló sobre el lugar donde iba a estudiar canto, y que también iba a aprender a tocar el piano allí. Su profesora iba a ser Luna, quien era nuestra profesora de arte en el colegio. Nosotras la considerabamos la mejor profesora, hacía que cada pequeña cosa que hagamos nos ayudara a expresarnos, a no pensar tanto, a dejarnos ir.
Sentía que ella como profesora de arte realmente me ayudó a mejorar en el ballet, a poder sentir más lo que hacía, y dejar de estar tan tensa mientras bailaba. De todas formas, seguía trabajando en eso, era lo que más me costaba. Yo no hacía ballet profesionalmente, tenía un nivel intermedio, pero tenía una gran pasión por bailar, lo amaba, me hacía sentir libre y feliz. A veces sentía que bailar era lo único que me podía alejar de cualquier problema que se ponía en mi camino, y así era, bailar me despejaba de todo.

En la clase de arte de ese día hablamos de los colores, de cómo los colores pueden hacernos sentir de distintas maneras, de cómo un color nos puede ayudar para expresar lo que sentimos. Y esto me quedo dando vueltas en la cabeza por bastante tiempo...

ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora