Capitulo cuatro "A Dark Flame"

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Capitulo cuatro “A Dark Flame”

Era de noche cuando salí de trabajar aquel día, el cielo completamente oscuro y arrebolado advertía que se avecinaba una gran tormenta aunque sinceramente ya no creía que pudiera existir mayor tormenta a la que ya existía en mi corazón porque parecía todo estar derrumbándose sin ni siquiera haber tocado nada y aunque me costase admitirlo eso era lo peor de todo y había una pregunta que me rondaba en la cabeza aunque sonase un poco estúpida pero aun seguía teniendo algo de sentido para mi, ¿Cómo era que todos tenían el derecho de estar decepcionados de mi y como yo no tenía derecho a estar decepcionados de ellos?  Era estúpida e irracional la forma en la que me han llegado a juzgar y todo por un simple error. Enamorarse.

Ese fue el primer error, el creerme enamorada de Garrick, darle todo mi amor y recibir  un puño de agujas clavadas directamente al corazón. Y ahora ya no era como si no creyera más en el amor porque sabía que algún día iba tocar a mi puerta, tarde o temprano aunque no lo quisiera.

La oscuridad de la noche invadía mis sentidos era difícil de ver con claridad hacia enfrente, lamentablemente las calles no contaban con una iluminación apropiada. Frote mis manos unas contra las otras para generar más calor pero cualquier intento de ello parecía nulo como si el calor pareciera necio de ceder ante mí.  Y entonces la vi.

Era una lengua de fuego brillante y verdoso que iluminaba completamente la oscuridad  por más tonto que suene había algo en ella que me llamaba a ir. Era el final de un callejón parecía estar suspendida en el aire como si el viento no la inmutara para nada. Mis ojos  no podían creer  lo que veían, no era normal ver  una lengua  de fuego suspendida en el aire, y tal como apareció desapareció y no puede evitar que un escalofrió recorriera mi cuerpo, seguía sin comprender lo que sucedía ante mí, recogiendo unos cabellos negros rebeldes que se salieron de mi coleta decidí regresar al café de Nena  y pedirle un aventón al dormitorio a Danielle, solo esperaba que no se hubiera ido,  di media vuelta y decidí regresar por el camino por el que había andado, camine por los estrechos y oscuros callejones para acortar camino hacia el café  probablemente era una estupidez pero sería otra que agregar a la lista que iba en aumento en mi mente. Me pare frente a las puertas de servicio del café y para suerte mía las luces seguían encendidas.

Entre por las puertas dobles  por las que solo personal autorizado podía entrar  y me pare en seco al ver la escena ante mí;  Danielle al parecer había traído visitas. Mis mejillas dieron paso a un rosa arrebolado y sin hacer ruido decidí salir del lugar sin ser notada aunque creía difícil que alguien me notara porque parecía estar devorándose el uno al otro en vez de besándose. El viento gélido de la noche en Canadá pego bruscamente en mi cara y sin ningún consuelo camine de nuevo por el callejón pero ahora en vez de estar en plena oscuridad todo se encontraba iluminado y donde antes estaba la lengua de fuego ahora yacía una muchacha en vuelta en sabanas, ante la necesidad de ayudar corrí hasta ella    pues podía escuchar los pequeños  quejidos que salían de su boca. Me arrodille junto a ella y entonces le vi la cara; era Barbara Mendes, una de las elegidas. Trague en seco pues su rostro ya no era como lo recordaba, su piel que alguna vez fue blanca como la nieve ahora era un color entre purpura y lila de los moretes que se empezaban a formar.

-“Barbara”-con la voz quebrada susurre su nombre.

Al verme su cara se lleno con pánico y temor.

-”No dejes que te atrapen Rossebelle, todo esto ha sido por culpa tuya”-susurro entre quejidos la muchacha.

-“¿Qué dices?”-pregunte estupefacta.

-“Ellos..ellos…”-en ese momento sus pupilas se dilataron y con un hilo de voz dijo-“ Corre”.

Seguí el camino de sus ojos y detrás  de nosotros había un grupo de hombres vestidos completamente en negro, uno de ellos olfateo el aire como si fuera alguna clase de animal más bien como si fuera un perro y sus ojos que una vez habían sido color miel se volvieron oscuros, negros, igual que la vestimenta que ellos traían, hasta se podía confundir.

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