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Nada ni nadie podría arruinarme este día. No lo permitiría. Es el último día de las vacaciones de verano, el último día antes de regresar a la secundaria y no lo iba a desperdiciar. Lo había planeado desde una semana antes junto con mi amigo Jack para no tener ningún impedimento. Había colocado todo en su lugar, compré las mejores botanas y cargué mis controles inalámbricos. Enciendo el Xbox, me conecto en línea y me pongo en contacto con Jack, me coloco los audífonos que ya descansaban en mi cuello y comenzamos la partida.

—Bienvenido Jack a esta batalla épica de Call Of Duty —hago voz de presentador de concurso y causo que mi amigo se ría a carcajadas.

—Vamos, vamos, vamos —exclama con emoción.

Presiono los botones indicados, seleccionando las características del juego mientras Jack parlotea sobre lo que tenemos que recordar con respecto al juego. Asiento, pero recuerdo que no me está viendo.

—Sí, de acuerdo. ¿Estás listo?

—¡Listo! —Se ríe de nuevo y presiono el botón para iniciar.

Sí, mi amigo Jack y yo somos los únicos en planear una noche como esta. Una noche de videojuegos, comiendo cualquier botana y sin intenciones de levantarnos del asiento. Incluso tengo preparadas mis gotas para lubricar mis ojos.

La partida comienza lenta, Jack me recuerda la estrategia de mantenernos alejados para que no sospechen que somos equipo. Tengo el volumen de la televisión muy alto, estoy seguro que el sonido de los disparos y las explosiones se escuchan por todo el vecindario, pero no me importa. Tengo que moverme los audífonos para poder escuchar a Jack y a la televisión al mismo tiempo.

Corremos, esquivamos, disparamos, claro en el juego, y pasamos un buen rato.

¿Por qué es tan importante planear un día de videojuegos antes de iniciar las clases? Porque iniciando las clases, gracias a todos los trabajos y tareas con los que los maestros nos atiborran, es imposible dedicarles tiempo a los pasatiempos. Me había pasado el verano aprovechando el tiempo en esto, ya que no había salido a ningún lugar, pero no había podido jugar con Jack ya que sus vacaciones se metieron en el camino. Por eso es que decidimos acordar un día y jugar juntos, algo que, evidentemente, nos apasionaba.

—Hombre, dispara, dispara —grito con desesperación, pero no logro que él gane la partida. Me quejo con maldiciones.

—Viejo, esta estúpida cosa se trabó —se queja Jack.

Me restriego la cara y luego tomo una papa de la bolsa. En verdad me apasiono cuando de Call Of Duty se trata.

—¡Para esos gritos y bájale el volumen a la televisión, Ben! —Mamá llega gritando por la puerta de mi habitación.

Me exaspero y, no sin antes poner la opción muda para que Jack no escuche el regaño de mamá, contesto:

—¡Mamá, no entres así! Sólo es un juego. Además, pueden escucharte. ¿Sabes? No me dejes en ridículo.

Mamá pone los ojos en blanco.

—Baja ese volumen antes de que reciba llamadas de los vecinos y tenga que desconectarte el videojuego. Ya no eres un niño, por Dios. —Suspira con frustración y sale.

Ella no tiene que advertírmelo dos veces, mamá siempre cumple su palabra incluso en los castigos así que si no quiero que arruine mi noche la obedezco y bajo el volumen.

—¿A dónde fuiste amigo? —me pregunta Jack cuando me puede escuchar de nuevo.

—Mamá irrumpió en mi cuarto, pero todo bajo control. ¿Seguimos?

A Tus PiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora