XXXVII

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La ciudad de Nueva York me recibe con el clima lluvioso pero eso no me quita el entusiasmo al sentir que estoy en el lugar que quiero estar. Traigo muchas cosas conmigo, porque empiezo una nueva aventura en un lugar diferente y acompañado de una persona especial.

Cuando la veo de lejos la noto distraída con las pantallas y luego mirando el móvil mientras espera. Sonrío, ya tenía muchas ganas de verla. Dejo mis cosas en un lugar para poder correr con ligereza y cuando llego hasta ella la tomo entre mis brazos en un abrazo muy necesitado. Ahora ella me hace sentir en casa, se pone de puntillas y besa mis labios sin desprenderse del abrazo. Soy afortunado de tenerla en mi vida.

—Te extrañe guapo —susurra contra mis labios—, no sabes cuánto.

—Y yo a ti, bonita.

—Parece que ha pasado muchísimo tiempo desde que te vi la última vez.

—Han parecido siglos —digo riéndome entre dientes, feliz de estar de nuevo a su lado.

Tomo mis cosas y caminamos de la mano hasta subirnos al coche. Mi residencia no está a un par de cuadras de la suya por lo que decidimos ir a comer algo antes de irnos a dormir. A pesar de mi cansancio quiero pasar el rato con mi novia.

—Debo decirte algo —murmuro después de conversar sobre el vuelo y el clima.

—Ay, eso es casi tan malo como el "tenemos que hablar", dime si necesito estacionarme.

—No, tranquila. —Tomo su mano—. No es nada malo.

—¿Qué sucede? —inquiere curiosa.

—Hablé con Abby, la invité a salir y tuvimos una larga conversación.

Ella alza sus cejas, no puede mirarme del todo porque tiene su vista en la calle. No puedo interpretar muy bien su expresión.

—¿Y estás bien? ¿Todo en orden?

—Sí. Y tenías razón, necesitaba entender muchas cosas para poder dejarlas atrás.

Le cuento sobre lo que hablamos, las cosas tan reveladoras que confesó y la forma en la que me pidió perdón.

—Qué alivio me da, era necesario. —Le da un apretón a mi mano haciéndome saber que está conmigo—. Y en cuanto a ella, ¿cómo va el cáncer? ¿Todo bien en su tratamiento?

—Sí, va muy bien. Se está recuperando, ya pasó por las radioterapias programadas pero se someterá a estudios muy pronto para ver si no hay rastro de cáncer.

Ella sonríe.

—Qué bueno, me alegra saber que se está poniendo mejor.

Nos detenemos en un semáforo y por fin puede mirarme, tiene una media sonrisa, me acaricia el rostro. Su tacto es tan dulce que su caricia me hace suspirar. Tomo su mano y beso el dorso varias veces, la sostengo junto a mi mejilla deseando que no se aparte, ella se ríe. Ahora es ella quien me hace sentir como en casa, en el lugar correcto.

**

La universidad es increíble, hay clases muy interesantes, compañeros nuevos que provienen de muchos lugares y no me siento como un bicho raro. Definitivamente muy diferente a la secundaria.

Durante los meses que he pasado en Nueva York he aprendido tanto, me siento un chico independizado, aprendiendo a administrar el dinero, a manejar mi tiempo, a disfrutar cada momento. Se siente como un sueño.

El entrenamiento en la piscina es más intensivo por lo que he ganado más peso y músculo, definitivamente ya no soy el enclenque de la secundaria. Ya participé en una competencia en la cual ganamos medallas, todos mis compañeros y contra los que competimos son muy buenos atletas, aspiro a convertirme en uno de ellos.

A Tus PiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora