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Clarke, sonriente, esperó a que todos se fueran para reaccionar. Tomó su teléfono del suelo y caminó hacia la salida, con su cabello chorreándole agua.

Estaba feliz, pero en su interior estaba destrozada.

De sólo saber que Bianca había estado jugando con ella todo este tiempo, le daban ganas de llorar. Pero en aquel momento ella se sentía tranquila, como bajo efecto de la anestesia.

No quedaba nadie ya en los pasillos del instituto. Todos los profesores y el director incluído habian salido afuera, y nadie podía apagar la alarma contra incendios.

Fue hacia donde se suponía que ésta estaba arrastrando sus piernas contra el agua que ya le llegaba hasta los tobillos. La puerta del lugar estaba cerrada pero aún se oían las personas que estaban en el interior queriendo apagarla.

¿Y que pasaba si H estaba allí dentro? Estaba segura de que él lo estaría.

Abrió la puerta de un tirón y se encontró con el director y dos repositores que intentaban apagarla. Ellos la miraron como extrañados de que ella siguiera allí y ella los miró como pidiéndoles disculpas. Cerró nuevamente la puerta.

De pronto sintió su rostro ser brutalmente golpeado y mojado. Se levantó dolorida.

— Oh, lo siento.

Miró quien era y sintió de todos menos ganas de sonreír. Aquel era Micah Brooke, el chico popular del colegio. Él llevaba el cabello castaño claro peinado hacia atrás y tenía unos ojos celestes en los que te perderias por horas. A su lado nunca faltaban sus dos secuaces, Rudy Gonzalez y Travis Thompson. Los tres llevaban sus chaquetas azules mojadas y ajustadas al cuerpo.

Micah le ofreció la mano para levantarla y ella dudó en tomarla.

— Oh, vamos — Dijo él — ¿Que no confías en mí?

Ella no supo si reír o llorar.

— Oh, ya veo — Dijo él rascándose la nuca incómodo— Lo siento por la broma a tu mejor amiga hace tres años, Clarke.

Ella se puso de pie por sus propios medios, lo miró fulminante y caminó fuera del lugar.

— Hey, cuidado con la electricidad — Habló Rudy, un rubio bastante atractivo— Puedo acompañarte si quieres.

Travis le golpeó sonriente.

— Buen partido, Rudy.

Él rodó los ojos y caminó al lado de Clarke.

— Ayúdame —Le balbuceó— Quiero salir de aquí.

Ella asintió — ¿Que es lo que quieres?

— Salir de aquí, ya te lo he dicho. ¿Me dejarías acompañarte?

Ella asintió amable pero aún dudosa.

— Supongamos que sí. Ahora, ¿Qué quieres de mí? Es obvio que me pedías algo.

Él le sonrió — No es eso. ¿Vamos? Travis y Micah no dejarán de mirar.

Empezaron a caminar, y mientras iban hacia afuera, él tocó su mano. Pudo ver una pulsera roja con tachas, una que ya la había visto antes...

Entonces lo único que pudo ver en su mente era a su mejor amiga gritando y siendo consumida por las llamas en la librería del instituto.

Y echó a correr.

— ¡Hey! —Le grito Rudy corriendo hacia ella.

Ella no lo recordaba, era demasiado y no lo había querido ver, pero él lo había demostrado todo.

Pero lo único que Clarke podía ver en su mente era la cara de Rudy riendo ante la escena: él era el gran responsable.

Suicide-BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora