PRÓLOGO

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Los dioses, sí, esas criaturas imponentes, bondadosas, pasivas y piadosas, creadoras de todo y todos, protectoras de todo y todos, rodeadas de una perfección y honor único propio de semejante posición. Fueron estas criaturas las que crearon y unificaron la esencia de la vida, los elementos, el cielo, la tierra, el sol y un sin fin de nada.

Fue a partir de su gran bondad que decidieron crear formas de vida inferior a la suya, ubicando las en una parte de su infinito patio de juegos, dotandolas de la capacidad de sobrevivir y adaptarse, de evolucionar, de amar y por supuesto de odiar.

Estas divinidades se dedicaron a observar la obra de su creación por el paso de los años, interviniendo de vez en cuando, pero siempre lejos de interferir en asuntos de animales, hasta que un día una criatura de imagen parecida a ellos oscilo la superficie del planeta animal. Esta criatura actuaba y se comportaba de forma distinta al resto de animales, pues parecía responder a estímulos externos de manera más inteligente que el resto de seres vivos, y portando semejante capacidad de supervivencia, fue poco el tiempo que le tomó empezar a escalar posiciones en la cadena alimenticia que había florecido debido a la diversidad de especies.

Tras observar esta curiosa criatura, los cinco dioses que habían creado todo, empezaron a sentir algo que nunca antes habían sentido. Era una sensación cálida, pero que ahoga sus mentes en un mar de preguntas que ellos mismos no podían responder, pero ¿cómo no podían responder sus preguntas, si ellos mismos crearon a esas criaturas?

La forma en la que esos pequeños monos parecían aprender y actuar, les recordaba poco a poco a su propio comportamiento. Algunos eran obstinados y cabezotas, otros valientes y humildes, otros simples y directos, mentirosos, locos, crédulos, incautos y un largo etc. 

Los cinco creadores no conseguían entender los motivos que llevaban a esas criaturas a comportarse de esa manera tan distinta al resto de seres vivos, y por supuesto la asombrosa capacidad intelectual que desarrollaban poco a poco. Tanto fue el cariño que desarrollaron por la pequeña especie de vida, que decidieron intervenir en su supervivencia, llegando incluso a extinguir a especies de vida físicamente superiores a ellos y más preparadas para la supervivencia. Tal vez fuera el parecido a ellos, la apreciable capacidad de desarrollo que presentaban, o simple empatía lo que les llevó a los cinco dioses a conceder a estas criaturas pequeños fragmentos de su poder, haciendo aumentar de forma exponencial el abrumador potencial que ya tenían estas criaturas y convirtiéndolas así poco a poco en los reyes del mundo que usaban cómo patio de juegos.

Pero no todo lo bueno dura para siempre, y con el paso del tiempo los dioses observaron cómo sus pequeñas e ingeniosas criaturas fueron convirtiéndose en algo terrible, estas formas de vida se empezaron a llamar humanos a sí mismos, dejaron de cazar y cultivar por supervivencia y comenzaron a sobreponerse a las otras especies. Lo único que motivaba a los humanos era el conocimiento y el poder, su sed de avance hizo que comenzaran a experimentar con todo tipo de criaturas, incluyendo ellos mismos, poco a poco desarrollaron una civilización capaz de de explorar otros planetas formados al comienzo de los tiempos, pero mayor fue el dolor de los dioses al ver que el interés de las pequeñas criaturas ya no era plenamente el conocimiento, no, querían adueñarse de todo, sobreponerse incluso a sus creadores, ya nada era más grande que la arrogancia de estas criaturas.

Tanta fue la decepción, que los creadores decidieron terminar con su creación, y destruir a toda forma de vida anteriormente creada por ellos, y así fue, hicieron desaparecer todo.

Pero un extraño suceso ocurrió, el poder que habían depositado en estos pequeños seres no regresó de vuelta a ellos con su desaparición, de forma impensable fue a parar a un planeta muy alejado del que ellos observaban, donde casualmente unas formas parecidas de vida a los antiguos humanos habían evolucionado. Estos eran sin duda menos inteligentes, menos fuertes, pero mucho más arrogantes.

Los cinco perdieron de vista los fragmentos de su poder dentro de este planeta, no podían sentirlos, parecían haberse fusionado con las criaturas que lo habitaban. Ante estos los cinco pensaron en recurrir a la misma carta de destrucción de antes, pero observando a los nuevos humanos, la nostalgia les impidió hacerlo, y decidieron despojarse de su entidad divina para bajar al extraño mundo a guiar a las pequeñas y estúpidas criaturas hacia un mundo en el que vivieran felices y no llenos de odio y arrogancia hacia sus creadores. Y por supuesto, buscarían los fragmentos de poder que perdieron, pero, el cambio de sus cuerpos fue más drástico de lo que ellos pensaban, haciendo que perdieran la gran mayoría de su poder, su don de crear vida de la nada y quedaron confinados para siempre en un cuerpo humano. No perdieron su inmortalidad, y su poder aún alcanzaba para destruir unas cuantas galaxias si así lo deseaban, pero concentraron la mayoría de sus esfuerzos en ganar de forma pacífica seguidores humanos que les ayudaran a guiar a todos los de su especie por buen camino.

De este modo nacieron las religiones, y como puedes suponer, son solo cinco las de verdad, bueno, más bien cuatro, pues uno de los creadores no pretendía ayudar a estas criaturas únicamente a vivir felices, él quería que las criaturas rebosaran grandeza y esplendor cómo sus desconocidos hermanos. Por lo que otorgó a trece de estos humanos el dominio sobre los elementos que él creó: el fuego, el agua, el aire, la tierra y la nada.

Estos trece humanos obtuvieron el don de la inmortalidad y se convirtieron en una especie de dioses menores, su poder no podía asemejarse al de uno de los cinco dioses creadores, pero bien podían acabar con el planeta si así lo deseaban, aunque nunca lo hicieron, pues sabían que no podían sobrevivir a un castigo de cualquiera de los cinco.

No llevó mucho tiempo el que diferentes religiones de los cinco chocaran y crearan conflicto entre humanos, creando así enemistad entre dioses. Pero el dios que cedió parte de su poder a los trece humanos no participó en ninguno de estos conflictos, hasta que un día sus trece hijos fueron asesinados por hijos de los otros dioses, este no dudó en matar a los hijos de sus hermanos, pero triste y desconsolado por la escena usó su divinidad para hacer que su alma y la de sus hijos reencarnara en nuevos humanos con cada muerte de sus cuerpos mortales. Este suceso debilitó su posición entre los cinco rompiendo el equilibrio de poder que existía y separando del todo los lazos que los unían.

No se sabe con certeza el ciclo de reencarnación de estas catorce almas, pero sí que el alma que perteneció a uno de los cinco siempre recuerda lo sucedido e invierte sus vidas mortales en acabar con sus hermanos haciendo luchar a sus hijos y a él mismo.

Muchos milenios han pasado desde que todo esto sucedió, y se han contado leyendas entre los humanos sobre estos dioses y sobre unos pocos elegidos que parecen bendecidos por su poder cada cierto tiempo, nadie sabe bien porqué sucede esto, y los cinco aunque divinos, han olvidado que en su llegada a este planeta, se perdieron fragmentos de su poder dentro del mundo. Cegados por el poder y la arrogancia de la que antaño ellos mismos odiaron, los cinco buscan el sobreponerse mútuamente matándose entre ellos para absorber el poder que poseen, y de esta manera crear un único dios que maneje a los humanos en sus intereses personales.

Todo esto pasa desapercibido para los pobres humanos, quienes piensan que sus vidas son lo más grande que tiene este universo . Y por supuesto desarrollan su civilización sin ser conscientes de las batallas y enfrentamientos que llevan los dioses año tras año.

Historia de un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora