La vida que nunca quise

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Hola de nuevo, ¿sigues bien? ¿Todo te sale bien?, bah, como sea, bien por ti, yo con tu permiso seguiré contándote mi apasionante vida.

Como te decía, después de que esos tipos me disparasen y me desmayara, recuerdo despertarme en el aeropuerto con una maleta al lado y un señor extraño mirándome los bolsillos:

-El confundido yo: Mmmh... ¿Qué cojones...?

-El señor este: ¡N-no te estoy robando! ¡Era para ver si tenías mechero!-El tío lo dijo y se quedó tan tranquilo, no se esforzó en siquiera mentir bien, increíble.

-El incrédulo yo: Oiga señor, no fumo, y además lo que está haciendo es delito, ¡Busque un empleo!-Dije mientras me levantaba cogiendo la maleta y marchándome (sabía que era mi maleta por que había una etiqueta colgando del candado con mi nombre).

-El maleducado señor: ¡Niñato!

Tras defender mi postura de que sus formas no eran educadas con un corte de manga, noté que en mi bolsillo estaba el billete de avión, entonces el miedo y el nerviosismo me inundó otra vez. Esta vez sí debía coger el vuelo, de otra manera no se qué podrían haber hecho esos señores de las pistolas eléctricas. Revisé el billete, y el vuelo salía en solo una hora, a las cuatro de la madrugada, la verdad, dormir tres horas en un aeropuerto español sin perder un riñón también me sorprendió, pero lo que terminó por romperme el culo fue ver a los jodidos tíos vestidos de negro esperando en la puerta del hangar. No tenía ni idea de porque sucedía todo esto, pero ver la nariz partida del bajito me hizo sentir orgulloso al menos, supongo que era poco pago por dispararnos a mis padres y a mí, ojalá pudiera haber conseguido un diente también, pero no se me ocurría hacer nada estúpido en medio de ese sitio. Simplemente entré por la puerta del hangar y según avanzaba escuchaba los pasos de los gorilas justo detrás, con la maleta y los gorilas parecía un mafioso importante o algo por el estilo (no negare que mi gran porte ayudaba).

Entré en el avión y se sentaron justo en los asientos de detrás de mí, que eran los más cercanos a la puerta, por lo que debían de ayudar a la gente a salir en una emergencia, y como gente responsable pasaron el viaje leyendo el manual propio que repartían las azafatas. Por un momento se me pasó por la cabeza levantarme, ir a la cabina del piloto y amenazar con inmolarme si no estrellaba el avión, pero descarté la idea cuando me acordé de que eso me mataría, así que simplemente esperé unas horas de vuelo... bueno, no sé exactamente el tiempo que pasó, porque obviamente me había dejado el móvil en casa y tenía la maleta en mano para probar contraseñas y al menos entretenerme, estos cabrones no me dieron conversación en ningún momento, entiendo la seriedad de ser gorila, pero vamos, los vuelos no son muy divertidos...

Me entretuve lo que pude mirando por la ventana, era la primera vez que montaba en avión y la verdad es que estuvo genial, los diez primeros minutos, después las nubes taparon todo y pude concentrarme en aburrirme y especular sobre que depararía mi vida ahora.

Al bajar del avión y coger lo maleta, los gorilas desaparecieron, espero que se colaran por algún sumidero o les atropellara el buen señor que lleva las maletas en ese pequeño coche con remolque tan gracioso;" maldita sea ¿Qué coño hago ahora?". Eso fue lo primero que pensé hasta que no tardé ni quince segundos en ver a un tío con la misma pinta que los gorilas levantando un cartel con un nombre, por lo que me acerqué:

-Gorila Tres: ¿Eres tu Antonio Sánchez?-Maldita sea el tipo hablaba español, los putos gorilas pudieron haberme dado conversación en el avión.

-El preocupado yo: No, me llamo Ernesto-Sí, ese es mi nombre ¿Qué os parece?, personalmente le he ido cogiendo gustillo con el paso de los años, es decir, no encuentras muchas personas que se llamen como yo, al menos en España.

Historia de un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora