Prólogo

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Me dijo escribe y cual lobo agradecido, las palabras comenzaron a salir sin resistencia. Comencé a escribirle sobre el tiempo, las estrellas, la música y las vibraciones de los tambores; los días de campamento, mis conspiraciones y la falsa libertad... pero nada se comparaba a mis ganas de agradecerle su "pequeña" declaración de guerra a mi insomnio.

Gracias siempre.



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