14: Misterios y más misterios (SEGUNDA PARTE)

607 48 11
                                    

Abrí y cerré mis ojos constantemente tratando de comprobar que aquella imagen era algo de mi imaginación, pero al parecer no lo era. La solté de mi agarre antes de que pudiera notar que mi cuerpo comenzaba a temblar de miedo. Al soltarnos quedo parada delante de mi nuevamente con su rostro empapado en lágrimas..

– Debo irme, pero te llamare ¿De acuerdo? – dije intentando parecer lo más dulce posible.

– De acuerdo – respondió, le dedique una cálida sonrisa y me dirigí a la caja para pagar mi café sin terminar.

La misma muchacha que me lo había llevado hasta la mesa minutos atrás estaba del otro lado de la barra con intención de cobrarme. Le di el dinero haciendo caso omiso a sus malas miradas, giré sobre mis talones para marcharme cuando de sus labios salieron 6 palabras escalofriantes.

– Dile a Liam que te cuide mejor – aceleré mis pasos sin voltearme y salí desesperadamente de aquel sitio.

(...)

Mis pasos hasta la casa de Edel fueron rápidos, prácticamente corrí. No era consciente de cuanta distancia había desde donde me hallaba hasta su hogar, solo rezaba de que sea poca. Para mi mente ya habían pasado más de diez minutos, y su casa no aparecía en el panorama, mi corazón se querría escurrir de mi pecho, latía con fuerza, pero era algo que ya era costumbre en mis días, por lo que hice caso omiso a su latido constante.

Luego de correr unas cuadras más la casa de Edel apareció en mi vista, y mi boca soltó un suspiro de alivio.

Al llegar no había nadie en la casa, por suerte dejaron la puerta abierta. Sin nada de que hacer me acosté a dormir, suplicando poder descansar en paz..

(…)

– Abby – murmuro alguien agitando mi cuerpo, al abrirlos me encontré con una Edel esplendida. Me senté en la cama refregando mis ojos para observarla mejor.

– ¿Qué tanto miras? – río

Miraba su rostro completamente maquillado, no era nada parecido al que había visto estos días. Sus ojos estaban delineados fuertemente en la parte baja y también en el contorno de arriba, acompañado de una sombra rosa bastante fuerte en algunas zonas y en otras ahumado. Sus labios estaban de un rojo fuerte.

– Es-estas cambiada – dije

– ¡¿Olvidaste la fiesta?! – exclamo

¿Fiesta? Claro la había olvidado

– No, no la he olvidado – mentí – Es que es muy temprano para que ya estés preparada

– ¡Comienza a las nueve! – grito desesperada – Son las ocho y ni siquiera te has bañando, apresurate

– No compré ropa de fiesta – dije alarmada, además no me había percatado que dormí por horas.

– De eso ya me he encargado, ahora ve a ducharte – ordeno, como supongo que lo haría una madre.

(…)

Al salir de la ducha sobre la cama me encontré con un vestido rojo corto, maldije a Edel. Estaba completamente loca si creía que iba a utilizar eso. Tenía un gran escote, se necesitaba una increíble delantera, la cual yo no tenía. Además creía que me vería como un fiambre mal envuelto y todo apretado allí dentro, sin embargo no había tiempo para reclamar, me quedaba poco tiempo y no quería que se estresé el día de su fiesta. Metí mi enorme cuerpo en la tela holgada, no tenía ánimos de mirarme a un espejo y mucho menos de estar fijándome que tan bien o que tan mal me quedaba. Simplemente me senté en el borde de la cama agarrando el estuche de maquillaje que también había dejado allí. Con mis manos cogí un pequeño espejo, me miré y mi cara era horrorosa, debajo de mis ojos había inmensas ojeras, desesperada busque en ese enorme estuche un corrector de ojeras, cuando lo encontré me eche kilos encima. Delinee un poco el contorno de mis ojos, y coloqué un poco de brillo labial en mis labios. No me haría nada más, mi pelo era completamente lacio nada más que al final se me hacían pequeñas ondas, lo dejaría así, total era la fiesta de Edel no la mía.

Intentando sobrevivir | Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora