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Disclaimer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen sino a Rumiko Takahashi. Yo los utilizo para diversión. El nombre de esta historia fue gracias a Valentina Riu

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. -indica cambio de escena.

Indica el pasado.

—indica tiempo actual-

—"Indica diálogo de bestia interna".-

"Indica pensamientos"

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Naraku atacaba con todo a quien se interpusiera entre él y su único objetivo: Kagome. El Hanyō-Kumo ignoraba completamente la presencia del General. Sus ambos hijos hacían un perfecto trabajo protegiendo a su "madre" y a la vez le mantenían distraído para que su padre pudiera prepararse para atacar y así Kagome pudiera darle con una de sus flechas purificadoras.

La pelea se había vuelto pesada, los demonios de bajo nivel no dejaban de llegar, Sango y Miroku estaban trabajando en equipo, Shippo quemaba a todo aquel que se acercara a él o a Kirara mientras que ambos hermanos en perfecta coordinación realizaron aquel ataque del que se necesitaba ambas espadas: Tessaiga y Tenseiga, en ese instante el general Taisho saltó sobre él convirtiéndose en un enorme perro blanco, más grande que el mismísimo Sesshomaru, en ese instante Kagome lanzó su flecha impactando de lleno contra el cuerpo del pelinegro.

Al instante un fuerte berrido de dolor salió de la boca del hanyō para solo dejar su cabeza que estaba riéndose desjuiciadamente.

— ¡Perdieron! –gritó antes de desaparecer de su visión.

— ¡Maldito! –masculló Inuyasha entre dientes.

— Estuvo cerca. –habló el monje con una enorme sonrisa.

— Esa flecha le matará, la perla se la he quitado, ya no puede regenerarse. –habló de manera neutra Kagome a lo que todos la miraron incrédulos.

Esta saco la perla de entre sus ropas era color negro, al momento de tocarla se volvió completamente rosa, haciendo que el cuerpo de Kagome brillara dejando a todos cegados por unos minutos.

— Kagome. –la llamó una voz femenina.

— ¿Quién eres?

— Soy Midoriko, es hora de que pidas tu deseo para que nos liberes a todos.

— ¿Qué debería de pedir?

— Algo que en realidad anheles desde el corazón.

— Deseo que todo el mal hecho por Naraku sea reparado y tener el mismo tiempo de vida que el general Taisho. –habló ella decidida y al instante Midoriko se materializó frente a ella y le abrazó para después desaparecer.

Kagome dejó de brillar e instantáneamente todos le abrazaron.

— ¿Kagome? –se acercó Taisho mayor a la que parecía ser su amada.

— Es obvio tontito. –ella saltó a los brazos de su amado llenándolo de besos.

— Estás algo distinta. –acotó Inuyasha.

Sango se aproximó con un pequeño espejo, que ella le había regalado, para que pudiera mirarse y grande fue su sorpresa al verse completamente distinta. El cabello que alguna vez fue azabache ahora era plateado con brillos en morado y sus ojos achocolatados eran la mezcla perfecta entre el café y el dorado, ahora tenía colmillos y orejas puntiagudas, marcas yōkai en sus mejillas y al mirarse sus manos apreció que tenía garras, ella se puso más feliz esto era obra de la perla y de Midoriko.

— ¿Qué te sucedió? –preguntó ahora Sesshomaru dejándose llevar por la curiosidad.

— Fue gracias a la perla, a Midoriko. –soltó ella con una enorme sonrisa.

Todos la abrazaron efusivamente de nuevo.

— Creo que me gusta ese cambio. –coqueteó el general.

Kagome rió y le planto un beso en sus labios, beso que no tardo en ser correspondido.

— Que asco consíganse un cuarto. –habló Inuyasha a nuestra espalda.

— Inuyasha—llamó Kagome—, ¡Abajo! -E Inuyasha se estampó contra el duro suelo.

Inu Taisho estaba al borde de la risa, esa chica sería una excelente madre, de eso no había duda, sabría educar en cualquier campo a sus futuros hijos.

— ¿Por qué fue eso? –preguntó levantando la cabeza y escupiendo tierra.

— Inuyasha fuiste plenamente educado, muestra al menos una pizca de ello. –se burló Sesshomaru.

Kagome rió y con un ademan con su mano llamó a Sesshomaru mientras que Inu Taisho ayudaba su hijo menor a ponerse de pie. La Ex humana abrazó a todos con una enorme sonrisa en sus labios.

— Los quiero tanto. –fue lo que dijo para apretar más su agarre.

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— Nos vemos luego. –se despidió Miroku.

— ¡Visítanos pronto! –pidió Sango mientras le veían elevarse para marcharse.

— Cuídense muchachos, nos veremos pronto. –fue lo último que dijo para después desaparecer de su vista.

A las pocas horas de viaje ya se podía divisar el enorme palacio occidental, era esplendido, los ojos de Kagome se iluminaron estaba feliz, por fin después de tanto tiempo podrían sentirse como en casa.

— Ahora que todo termino— comenzó a hablar Inuyasha que era llevado cual costal por Sesshomaru— ¿Cuándo se casarán?

— Mañana enviaré todas las invitaciones a cada uno de los lores cardinales y a la corte real yōkai y también a sus amigos, la boda será dentro de una semana. –informó Tōga.

Al descender en el enorme patio delantero fueron recibidos por unos cuantos trabajadores del palacio siendo así ordenado un baño para cada uno, necesitaban asearse y descansar había sido, sin duda, uno de los días más agotadores.

Se alistaba para dormir cuando alguien llamó a la puerta.

— ¡Señorita Kagome! –gritó una pequeña niña castaña.

— Rin, que alegría verte. –la peli plateada se agachó para levantar a la niña mientras le abrazaba.

— ¿Puedo dormir con usted? –preguntó con algo de miedo a lo que Kagome respondió con un "Sí" para después mirar a la castaña saltar por todo el lugar feliz.

— Buenas noches Rin. –susurró en su oído para abrazarla y caer en los brazos de Morfeo.

Tada

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Sayonara RT

Antes de los Nuevos TaishoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora