Dudas

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Abigail se sentía sumamente extrañada. Si bien era algo recta y siempre esperaba lo mejor de su hija Anabelle, no podía evitar sentirse feliz al verla suspirar y con una mirada de ensueño por el baile de esta noche. Ella conocía a la perfección los motivos que animaban a su querida hija.

Pero en ella aún quedaban rastros de un pasado tortuoso. Cuando se da todo, cuando encuentras un amor que te consume de una manera plena, no imaginas que todo se vea envuelto en una red tan manipuladora que ofusca hasta a la más noble alma. Ella fue testigo en primera fila de lo que una tradición amorosa puede hacer.

Por eso era tan recta con su hija, necesitaba ponerle los pies en la tierra cuando se trataba de asuntos del corazón. Por supuesto su hija era una persona dulce, bella y querida por todos. Pero eso solo podía provocar un desenlace catastrófico si la suerte no estaba de su lado, porque ahora parecía que el amor no lo era todo. El azar y el destino juegan un papel importante al parecer en la vida de todos.

Otra cosa que ocupaba su cabeza era su hermana Yosselyn. Siempre parecía tener consigo algún secreto, claro suponerlo después de todo era la reina, pero aún así Abigail notaba algo raro en ella. Miradas de culpa, escapadas y horas en las que no se sabía nada de ella.

Era muy cercana a ella, su confidente, pero el hecho de que aún no le haya contado nada de lo que este pasando por su cabeza, deja lugar al hecho de que le preocupe su comportamiento.

Abigail seguía pensando en esto mientras se colocaba su collar de perlas. Necesitaba estar al pendiente de su hija, pero sobre todo rondaba en sus pensamientos la preocupación que sentía hacia su hermana.

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Horas de trote, largos senderos y un clima favorable acompañaron el camino de la corte durante los últimos meses. James recuerda como el rey le informó de su viaje y era tanta su confianza en el, que no le dio más instrucciones.

James conocía a la perfección los detalles de su partida y conocía perfectamente lo que se necesitaba para un viaje de esta magnitud. Los hombres en los que confiaba estaban listos al decir una simple orden.

La comitiva que los iba a acompañar estuvo lista en tiempo récord. James conocía a la perfección cada simple detalle de lo que se esperaba de una guardia real. Ya era costumbre que los mismos caballeros y guardias salieran en este tipo de expediciones.

Los guardias que acompañaban al rey eran sin duda los más capacitados, hombres que habían sido entrenados para esto. Su vida estaba en favor del rey y todos estarían más que dispuestos a morir en su nombre y para salvarlo. James era de Igual manera un estratega como ningún otro.

Aunque las batallas y los tiempos de pas reinaban durante las últimas décadas, gracias a el los pequeños disturbios de calmaban. Tenía el reino seguro y eso era un trabajo digno de orgullo.

Aún así el rey era alguien digno de admirar, por sobre todas las cosas su habilidad con la espada era digna de asombro. Tenía la fuerza y la destreza de 10 guardias reales. No había quien pudiera pararlo. Pero a su lado siempre estaba Kieran, su mano derecha, su guardia y confidente y que sin duda nadie en todo el reino le llegaba a su habilidad con la espada.

James siempre admiró como parecía ser un arma engrasada a la perfección absoluta. Letal, sutil y veloz. Con kieran formaban la protección perfecta para este tipo de actividades.

James observaba cómo el rey se mostraba cauto y reflexivo ante los ataques del sur. El día que se descubrió el escudo del reino con el que se supone había una paz jurada, la armonía de las visitas reales se alteró y dejo a La Luz la duda del porque de estos avistamientos.

A James lo tenía preocupado este hecho. Al llegar al castillo de inmediato organizaría un equipo para que siguiera custodiando la frontera sur e informará lo que ocurría en aquellas tierras. Esperaba de igual manera la orden de su rey para indagar con el reino del sur si de verdad eran los responsables de estos asaltos.

James esperaba que fuera un malentendido o un grupo rebelde aislado porque no podría con el hecho de creer que se haya roto los tratados de paz, por suponía deseos egoístas de conquista o codicia. Esperaba realmente que fuera un malentendido.

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Fernando estaba feliz por su madre. Un nuevo hermano sería muy adorado por todos. A sus padres el pueblo los amaba y sin duda se alegrarían por la gran noticia que pronto sería revelada.

De igual manera esperaba que esta noche en el baile tener la oportunidad de volver a verla. Esa chica de cabellos dorados y una mirada divertida con ojos color miel que lo cautivaron desde el día que se conocieron.

Ambos se les decía que eran muy chicos para este tipo de sentimientos, pero cuando se siente que es correcto es lógico seguir lo que el corazón dicta. Sería un día de completo gozo para todos, pero sobre todo extrañaba tener a su padre cerca y a kieran. Estar rodeado de mujeres todo el tiempo llegaba a cansarlo. Sería buena noche para todos...

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2017 ⏰

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