ocho.

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— Alan, ya deja de andar con ese celular. — gritó su primo — te vas a quedar ciego.

— Al menos yo utilizo el teléfono para cosas buenos ... — miro a su compañero — no ando de cursi, guacala.

— ¿y Santiago? — preguntó el rizado.

— ¿No recuerdas que terminamos hace tres meses? — rodó los ojos. Era sorprendente como su primo metía la pata.

— Lo lamento, lo había olvidado. — Dijo arrepentido.

— No te preocupes. — se quedó en silencio — ¡Wowo!

— ¿Qué tienes Alan? — preguntó sorprendido.

— Mira, que chico tan más bonito. — Dijo Alan viendo algo en su celular — Es un chico francés y es modelo.

— Ay Alan, te enamoras de cualquiera. — dijo — Aún así eres mi primo.

— Deberías verlo, de seguro te enamoras — río.

— Yo no me enamoraría de un hombre — contestó — muestrame la foto.

— Mira, es este chico ... — ¡Mi amoooor! — interrumpió aquella chica con un irritable grito — Seydi. — contesto el rizado.

— Hola Alan. — dijo la chica.

— Hola Seydi. — contestó.

— Iremos al parque, ¿verdad Fred? — añadió.

— Claro que si mi niña. — dijo sonriente.

Y sin más se fueron de la habitación agarrados de la mano. Y no vio la foto de aquel chico francés que había puesto loco a Alan. El antes mencionado iría a aquella pasarela para conocerle.

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