Abrí los ojos y sentí el frío atípico de esa noche de enero. Me volteé para tratar de recuperar mi sueño pero no podía dejar de pensar en cómo ya había pasado 2 años de la última vez que había sentido algo por un chico, y lo mucho que deseaba tener alguna emoción en mi vida ya que siento que me he vuelto una aburrida.
Desde que había terminado con Eduardo, no había tenido ni una sola relación, amorío, aventura ni nada parecido. De hecho, hubo un tiempo en que me pregunté si me había vuelto asexual, lesbiana o había perdido la emoción por la vida, ya que no podía entender que me pasaba porque había dejado de ser yo para convertirme en esto.
Todos los hombres que se me acercaban y yo intuía que tenían unas intenciones románticas-sexuales, yo simplemente los alejaba, así como a todas las invitaciones de amigos para salir hacer cualquier cosa. Y cuando algún hombre no me resultaba desagradable o un plan me emocionaba pues, simplemente no se me acercaban o no se llegaba a dar al final. Fue allí cuando ingrese a la etapa oscura cuando no me consideraba nada atractiva y que era básicamente un moscorrofio, algo así como un moco, horroroso y atrofiado, además de sentir que no le agradaba a nadie. No fue una buena época, ya que básicamente no está bien pensar eso, te da depresión.
Decidí buscar mi teléfono entre la oscuridad y fui tanteando en mi cama, hasta que lo conseguí y vi que, como siempre, no tenía ningún mensaje.
Eran las 05:00am, así que decidí que lo mejor era mantenerme despierta porque pronto amanecería y no quería luego quedarme dormida y seguir de largo.
Entre a mi cuenta en Facebook, revise mis notificaciones y luego me dispuse a ver memes. Nunca hay que desestimar el poder de los memes para subirte el ánimo en una madrugada fría, hasta que ya luego de sentirme mejor, empecé a aburrirme y sin saber cómo, caí en el espacio de las sugerencias de amistades.
Muy pocas veces entró en esa parte de mi cuenta, porque usualmente me sale gente que conozco en la vida real que no quiero que se enteren de mis rarezas en mi vida virtual, o gente que sencillamente no conozco; pero decidí aventurarme y ver que había de nuevo por allí.
Luego de vagar mucho, vi la foto de un chico que me resultó familiar. Tenía una muy buena foto de perfil, sentado en frente a lo que parecía un viñedo al atardecer y viendo hacia la cámara que se encontraba a su lateral con una expresión que mezclaba sorpresa y apatía. Lo que más me sorprendía de ello y lo que realmente me engancho por tanto tiempo fue lo bello del lugar, y como él no lucía la expresión que cualquiera debía tener ante algo así, según yo... Una expresión de felicidad o tranquilidad. Pronto llegue a la conclusión que, en esa foto algo me hacía pensar que ese chico se creía mejor que los demás.
Luego de mirar la imagen por largo rato tratando de analizarla, recordé que ya había visto a ese chico antes... Una vez, hace mucho tiempo, en una circunstancia donde yo no lucía de la mejor manera. Me deje seducir y me aventure a entrar a su perfil, el cual estaba, como es típico, en privado a exceptuando un vídeo. Uno de algo muy gracioso que fue tan cómico que lo vi varias veces hasta que no pude resistirme y lo compartí.
Por eso no me gusta acosar a las personas, soy muy mala. Siempre termino dándole me gusta a algo o compartiendo, y la gente obviamente se entera. Pero en este caso, decidí no preocuparme, pues pensé que solo lo vi una vez y hace mucho tiempo. No lo había visto desde ese entonces hasta ahora, y eso no tendría porqué cambiar.
Solo diré que: me equivoque.
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Fortuito
Roman d'amourMuchos dicen que la casualidad no existe, y todo lo que creemos que sucede de forma inesperada y por coincidencias son en realidad causalidades. Entonces, si es así ¿Hasta qué punto la causalidad obedece a un destino? Llámame loca, pero ya no sé s...