De: {número desconocido}
Para: Cami
Mensaje: «Cami: encontrame en la plaza a las 5 pm»
Volví a mirar mi celu, como si no lo hubiera visto nunca, y releí ese mensajito corto pero archimisterioso.
Y entonces pensé... Listo. Te encuentro en la plaza, cómo no. Pero me gustaría saber de dónde saliste, quién te dio mi número, si te conozco, si de verdad vale la pena salir, con este frío espantoso, para encontrarme con vos. Porque la verdad es que no solo no tengo ni la más remota idea de quién sos, sino que encima me clavaste la duda terrible por saberlo, y si no voy a la plaza no lo voy a saber nunca, pero si voy puedo meter la pata hasta el fondo, ¿no?
Digo, con la cantidad de cosas horripilantes que veo en el informativo, más lo que me vive diciendo mi madre, mi padre, mis abuelos sobre el cuidado de hablar con extraños y todo lo malo que te puede pasar, bien podrías ser un secuestrador de menor o un asesino serial. El único detalle es que sabés mi nombre y mi número de celular, ¡y esto me desconcierta (y me intriga) bastante!
Alguien coherente le preguntaría a su amiga, a su madre, a su vecina:«¿Qué hago?» Pero a mí me paspa andar preguntando por ahí algo que debería saber yo misma, o sea, qué hacer. Siempre me fastidiaron un montón esas personas que antes de dar un paso le preguntan a medio pueblo si están haciendo bien en darlo, si deberían dar medio o tal vez salir a correr un maratón.
¡En fin! Me estoy yendo por las ramas y el asunto es que acá estoy en mi cuarto, recién levantada en este sábado de invierno, y de repente tentada de salir a encontrarme con no se sabe quién.
Me miro en el espejo grande, ese de cuerpo entero que me colocó el abuelo Roberto hace dos años al otro lado de la puerta de mi ropero. Aparte del pelo largo, esponjoso, castaño y revuelto de la dormida larguísima que me mandé, soy común. Bah, así al menos me veo: mido un metro sesenta, peso cincuenta y ocho kilos, y lo único que me hace ver diferente al resto de las chicas es un lunar al lado del ombligo que solo yo conozco. Obvio, mi mamá también, pero a no ser por cuando voy a la playa y uso bikini, es un lugar secreto. Por suerte no me salieron los típicos granitos en la cara. Solo cuando me viene la menstruación me aparecen algunos, aunque se concentran en la frente. Pero no pasa todos los meses.
¡Pobres, algunos compañeros del colegio viven con granitos en la cara! Hay un varón en mi clase, se llama MIguel, que tiene granos de todos los tamaños y colores.¡Puaj! ¡Te impresiona verlo de cerca! Está haciendo un tratamiento con un médico y se ve que le preocupa, por eso me enoja horrible cuando otros se burlan de él o hablan bajito a sus espaldas (una vez escuché a uno de los varones llamarlo«Miguel el Choclo» y no aguanté: ¡fui y le dije de todo!), porque ta, lo que le pasa a mi compañero le puede pasar a cualquiera, y es como que no se ponen en su lugar... La verdad es que no sé si el se da cuenta ,creo que sí. Por las dudas, yo disimulo lo más que puedo cuando se me acerca a hablar, porque sin querer los ojos se me van a alguno de esos granos gigantes y no lo quiero hacer sentir mal.
Lo que sí tengo son los ojos color café como estiraditos para los costados, así como los chinos o japoneses, pero no tanto.«Rasgados»,me dice mi madre. Será eso. A mí me gustan, pero ahora. Porque durante un montón de tiempo, en el cole, mis compañeros me llamaban«La Ponja».¡Ay, lo que sufrí cuando era más chica con ese apodo! Me sentía la más miserable de todas las personas, la que señalaban con el dedo, la que nunca tendría novio, la que siempre iba a ser distinta... Hasta me daba vergüenza salir a la calle. Lloré noches y noches... y era tal mi desesperación, que llegué a rogarle a mi madre para que me dejara estudiar desde casa y faltar a la escuela, como hacen algunas estrellas de Hollywood.
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La decisión de Camila - Cecilia Curbelo /Lo voy a ir completando/.
Acak1:NO soy la autora,la autora es Cecilia Curbelo 2:Como dije, voy a ir completando la historia./ Descripción: Camila, de trece años, recibe en su celular un mensaje de texto que la deja muy intrigada. No sabe si seguir el impulso y averiguar de qué s...