DÍA 1.

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12-NOVIEMBRE-2030


─ ¿Estás bien? ─ dice mientras rodea mi cintura con sus brazos y besa mi espalda de una manera dulce y tierna. Suspiro y a la vez, dejo salir una espesa capa de humo grisáceo por la boca, dejando el cigarrillo de un lado. Las luces de la ciudad brillan en todo su esplendor a altas horas de la noche, mientras que las calles, tan opacas como siempre, parecen no tener fin.

El calor que emana de su pequeña complexión lo hace una droga a la que soy adicto desde hace una vida entera, al igual que su aroma tan fresco. Me quedo en silencio, esperando que él aprecie de la misma manera el silencio y lo cómodo que es ese momento preciso.

─ Scott... ¿recuerdas esto? ─ toma mi mano, entrelazándola con la suya y señalando los anillos que descansan en mi dedo. Me vuelvo hacia Mitch y él se coloca enfrente de mí, sujetándome por mi hombro con su mano libre. Luego de tanto tiempo no he logrado cansarme de ver sus ojos y el brillo que desprenden a la luz de la luna de una manera especial. Lo tomo por su cintura y lo pego hacia mí. Dejo caer mi frente contra la suya y ambos nos sumergimos en uno de los momentos más íntimos que hemos tenido en un largo tiempo.─ Significa que tienes que decirme que ocurre.

─ ¿Sólo eso significa? ─ Una sonrisa llena de picardía se dibuja en sus labios, los cuales no tardo en cubrir con los míos en un acalorado beso. Lo levanto del suelo y consigo sentarlo en el barandal de la pequeña terraza con sus piernas rodeando mis caderas. Hundo mi cara en su cuello, paseando por esa parte en específico de él que con el paso del tiempo se ha convertido en un laberinto en el cual disfruto perderme. Justo ahora, lo único que necesito es eso; su cercanía embriagándome por completo; sentirlo cerca y no dejarlo ir siendo sumergidos en un silencio íntimo.

─ Claro que no. También significa que tienes que pagar la colegiatura y que por derecho, lo que es tuyo, es mío. Tu riqueza es la mía. Mis deudas son las tuyas. Esos anillos son un arma de doble filo, amor.

─ Mhmm... ¿Cómo qué? ─ con mis labios recorro de arriba hacia abajo los suyos y su cuello. Su cuerpo se tensa mientras que el mío se relaja por completo, casi fundiéndose con él.

«Sólo fue un sueño. Solo eso.» repito en mi mente, convenciéndome que lo único real de ese momento éramos los dos y el tiempo que nos sostenía.

─ Bueno...tus preocupaciones también son las mías...─ Acuna mi rostro entre sus manos y sonríe de lado. Deja un suave beso en mi frente. Dejo caer el cigarrillo a mis pies y lo dejo consumirse por sí solo. ─ ¿Qué ocurre?

Suelto un bufido de resignación y tomo la cajetilla de mi bolsillo. Ni bien mis manos acarician el cigarrillo cuando Mitch me lo arrebata y lo guarda en su bolsillo.

─ Richard Hoying.

─ Mitchell Hoying- Grassi. ─ respondo con una boba sonrisa. Cada que me daba la oportunidad le llamaba por su nuevo nombre. Su ceño fruncido no me da el crédito deseado.

─ Hablo enserio.

─ También hablo en serio cuando te digo que no tiene importancia. Son tontas pesadillas.

─ Si solo es eso no veo el problema a que me lo cuentes.

─ Mitchell...

─ Se le llama confianza. Generalmente es lo que hay entre las parejas... ─ deja sus palabras en el aire y me dedica una mirada dolida. Alzo la cabeza, mirando al cielo, como buscando cualquier respuesta que nos libre de una disputa.

─ No he dejado de soñar con ellos...Con Beth...Ryan...Amber... Todas las personas inocentes... ─ mi garganta se siente áspera al llamar los nombres que ya habían quedado en el pasado. Soy consciente de lo mucho que nos cuesta a ambos pasar de hoja, de lo mucho que se esfuerza por no notarse dolido. Pero el pasado sigue a nuestros pies, siendo nuestra sombra y no se pude ir tan fácil. Mitch fuerza una sonrisa sobre sus labios y aparta la mirada, clavándola en el suelo. ─Son solo sueños, Mitchell. Vamos a estar bien. Ahora los tengo a ustedes...Yo no quiero que esto complique lo que hay entre nosotros.

Sus ojos se cristalizan al igual que las otras tantas veces que el tema ha salido a flote, pero espabila las lágrimas y asiente con la cabeza varias veces, gesticulando un "si, bien. Lo que sea que haya entre nosotros." Se queda estático, mirando a la izquierda en completo silencio y las palabras no logran salir de mi boca.

─ Nuestro matrimonio. Eso es lo que hay. Nuestra familia y...─ sigue con la mirada perdida. ─ Lo siento, no tenía que haber sonado así... solo estoy cansado y...

Su mentón comienza a temblar al tiempo que su respiración se entrecorta de una manera superficial y sus manos se aferran con fuerza a mi camisa.

─ ¿Mitchell?

Parece salir de un trance mental en cuanto le llamo. Sus ojos se abren de par en par y sus obres marrones se pierden por completo en las mías haciéndolo parecer asustado. Se baja de un brinco del pequeño barandal y se abraza a sí mismo.

─ Todos estos años y...seguimos estancados, Scott. Siempre caemos en lo mismo. Me preocupa que Katherine no sepa nada aún...Ella no sabe nada de sus padres...no nos conoce.

─ Aun no es tiempo, Mitch...

─ ¡Ya no tiene tres años, Scott! Cumplirá dieciséis en un par de semanas y no sabe de mis hermanos, ni de tu familia. No sabe nada fuera de las mentiras que le hemos dicho de vidas ajenas y robadas con nuestros nombres.

─ ¿Qué sentido tiene que sepa de mi familia, Mitchell? ¿Qué quieres que le diga? "Kitty, estuve casado, tuve dos hijos, a uno lo secuestraron, a otra la asesinaron ¡Ah! Y mi esposa murió en un accidente. Mi amigo más cercano estuvo detrás de todo eso y estuve detrás de tu padre por años porque quería asesinarlo." ─ Bufo, sintiendo una frustración latiente en todo mi cuerpo. ─ No va a ser fácil explicarle todo por lo que pasamos porque no somos una familia normal en ningún sentido posible. ¡Esto es completamente diferente!

─ No. Me temo que no somos normales. Estamos enfermos ¿es eso? ─ replica mientras que se da la media vuelta y se encamina hacia la puerta de cristal para entrar a la habitación. Me adelanto y evito que abra la puerta y la discusión de tal manera. Mi pecho queda contra su espalda y mis manos sobre las suyas. Suelto un pesado suspiro de rendición ante él y noto como se eriza su piel bajo mi respiración, sin embargo, nuestra intimidad no implicaba sexo.

─ Mitch...yo no quería decir eso...Amor...No quería decir eso.

─ ¿Sabes? Deberíamos ir a dormir, te vuelves demasiado honesto cuando estás cansado de tu papel o... de lo que sea que seamos. Está bien, estamos cansados y mañana será un largo día. Yo llevaré a Kate a la escuela y regresaré luego del desayuno.

─ ¿Tienes planes?

─ Solo saldré un par de horas...Supongo que tú puedes recoger a Kate.

─ Claro. ─ El recordatorio que había mantenido en mi mente ya se había aplazado lo suficiente. ─ Mitchell...

─ ¿Si?

─ Voy a regresar. ─ se vuelve hacia mí al instante, con el ceño fruncido y los ojos llorosos. Juega con sus manos de una manera inocente. Aunque él crea que no lo veo, se equivoca demasiado. Todos sus pequeños detalles siempre son lo primero que viene a mi mente y en lo que más me centro. Entrelazo sus manos con las mías, pero el poco valor con el que pensaba decirle la verdad se esfuma, llevándome al borde de un barranco y consiguiendo que mienta...de nuevo. ─ Visitaré a Alexander en un par de días. Quedamos este fin de semana.

Sus labios se arquean formando una "o" y soltando un suspiro desgarrador, dándome la respuesta que esperaba. Aprieto los labios hasta que desaparecen en una finísima line rosácea, notando su desconfianza que luego de tantos años no he podido eliminar y poco a poco parecía solidificarse.

─ Mitch...

─ ¿Qué?

─ Te quiero... ¿lo sabes verdad?

─ ¿Hasta el fin?

─ Hasta el fin. ─ beso su nuca y cierro los ojos con fuerza, temiendo que las nubes que poco a poco se posan sobre la ciudad también estén preparándome una tormenta para nosotros dos.



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《ARMA DE DOBLE FILO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora