DÍA 2.

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Avanzo a paso lento hacia las escaleras, con la cabeza punzando de cansancio y los párpados pesados, intentando no caer y terminar rodando por las escaleras. El silencio es envolvente e inquietante, como un placer que había perdido con el paso del tiempo. Ya me había acostumbrado nuevamente al sonido de la cafetera en la mañana, las charlas que mantenían Mitch y Kate en la cocina y los pequeños detalles estruendosos. Parece que hubiera pasado una vida desde que todo comenzó y apenas y puedo recordar lo solo y miserable que llegué a ser.

El reloj marca las 7:30 y me dirijo a la cocina arrastrando a los pies. Kate se encuentra en la barra del comedor, meciendo sus pies de adelante hacia atrás a la vez que le da una mordida al pan tostado que parecía olvidado y se vuelve a centrar en el maldito celular; como me arrepentía de habérselo comprado.

─ Buen día. ─ comento sin las fuerzas necesarias para que me presten atención. Kate parece haber sentido mi presencia, puesto que se gira y cubriendo su boca con su mano adornada de anillos me regresa el saludo. Mitchell se asoma por el bordillo de la cocina y su sonrisa cansina me lo dice todo; la noche había sido inconmensurablemente larga para ambos y quizás había cambiado de planes. Me recargo en la pared mientras que leo los sobres de la correspondencia. El silbido cansino de Mitchell apenas y se escuchaba mientras que el sonido de sus pasos parecía opacarlo aún más.

─ Pensé que no despertarías hasta tarde, Scott. ─ me encojo en hombros sin disponer de una respuesta que nos convenza a ambos. De no ser por el ruido y el aroma a café probablemente seguiría en la cama. Sus obres cafés parecen querer atravesarme con sus afilados destellos de amargura.

─ Quería desearles un buen día... ─ digo entre bostezos. Él solo asiente con la cabeza y se da la media vuelta. Me acerco hacia Kate y sacudo su cabello antes de depositar un beso en su cabeza. ─ Suerte, princesa.

─ Gracias, pa. ─ Y nuestras palabras se las lleva aquella corriente helada que envuelve la casa sin aviso previo. Su mirada regresa hacia aquel pequeño aparato y la poca alegría de la mañana se extingue. A punto de hacer un comentario al respecto busco a Mitch con la mirada. Se acerca a paso lento y desganado hacia mí...apenas comienza a esbozar una pequeña sonrisa y abruptamente su nariz comienza a sangrar y su sonrisa se escurre como las gotas oscuras que caen por su mentón.

─ ¿Mitchell? ─ acuna ambas manos debajo de su barbilla, como intentando no hacer un desastre que el tiempo ya hizo.

─ Mierda. ─ Repite varias veces, llamando la atención de la joven que horrorizada pega un brinco de la silla y suelta un chillido antes de inundarnos con preguntas.

─ ¿Qué...que ocurrió? ¿Estás bien? ¿Pero...qué ¿Cómo? ¿Papá? ─ me acerco hacia la chica y sin poder apartar la mirada de Mitch, la sujeto por sus ahora pálidos hombros y le ordeno que suba al auto. La chica permanece congelada mirando atrozmente la escena.

Emprende una carrera entre tropiezos hasta el fregadero. Le sigo luego de que mis piernas reaccionan y busco algo con que detener su sangrado. Mis movimientos se vuelven más lentos de lo que deberían y la relatividad del tiempo es aplastante. Todo pasa tan rápido y yo lo razono tan lentamente que parece pasar una vida antes de poder cubrir su nariz con la toalla.

─ Dios... ¿Estás bien, papá? ─ musita Kate con ojos cristalinos y voz temblorosa mientras se acerca con paso lento, como si tuviera miedo a la reacción de cualquiera. Y en ese momento lo que menos buscaba era ser el malo del cuento.

─Sube al auto, Kitty. En un minuto voy. ─ logro remarcar cada palabra con voz firme aunque por dentro todo mi ser se desquebraja de pánico.

─ Yo la llevo. ─ dice Mitch, con el trozo de toalla cubriendo mitad de su rostro, opacando su agitada voz y enjuagando sus ojos con la mano libre. Con un brusco movimiento logra apartarme de su cuerpo. ─ ¿Dónde están las llaves?

《ARMA DE DOBLE FILO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora