Prólogo

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Prólogo

Hoy era viernes 22 de Noviembre del 3049, y yo como todos los días lectivos me levanté para ir al instituto. Todo transcurrió con normalidad, al levantarme mi habitación me dió los buenos días y eligió la ropa que llevaría hoy. Esta vez había elegido unos vaqueros ajustados y una camisa azul claro, a juego con mis ojos según decía mi habitación. Bajé las escaleras con cuidado de no despertar a mi hermano pequeño que seguramente seguiría dormido, su programación indicaba que no entraría hasta las nueve y media, en cambio en la mía y en la de mi hermano mayor podía verse exactamente que entrábamos a las ocho en punto, y si no queríamos fregar suelos en nuestras horas de ocio, tendríamos que llegar a la hora exacta, ni un segundo más.

Cuando llegué abajo, Axel ya se encontraba en su lugar de la mesa desayunando un bol de cereales con leche, además del zumo de naranja que la asociación médica de la Base le había asignado. Para su edad, Axel debería de estar más fuerte aún, así que añadían más vitaminas a sus comidas, en cambio yo, era todo lo contrario. Me encontré comiendo pan integral con aceite de oliva, acompañado de un zumo de naranja también. Antes de la prueba solía tomar batido de chocolate y algún donut o chuchería que me apeteciera, pero tras la prueba, apenas recordaba haber desayunado eso alguna vez.

Ahora solo me sentía perfecta. No cometía apenas errores, nunca interrumpía cuando alguien hablaba y menos se me ocurría jugar con los sentimientos de alguien, todo eso había quedado atrás cuando hice la prueba.

O al menos la primera parte.

-         Buenos días hermanita, ¿cuándo tenemos la segunda parte de la prueba?

 Olvidé decíroslo, Axel y yo somos mellizos, apenas nos parecemos pero lo somos, aunque él es mayor que yo por pocos segundos, tenemos los mismos cabellos morenos, con un toque del sol de verano como decía nuestra madre Sophia. Axel y yo nos llevamos estupendamente bien, lo que en tiempos antiguos no era normal, ahora es como todos los hermanos se llevan.

Me llamo Lexie, tengo casi diecisiete años, digo casi, porque cuando los tenga me harán la segunda parte de la prueba, entonces seré una adulta competente. Físicamente soy morena, de estatura media y de ojos azul claro, no soy muy deportista pero estoy en forma gracias al programa que nos garantiza la Base a cada uno de los ciudadanos, en especial a los adolescentes. Mi hermano Axel, en cambio es más alto, más fuerte y más guapo que yo, no tengo la autoestima baja, para nada, pero es que mi hermano es guapísimo. Tiene unos ojos claros que brillan al sol como los de papá, su cabello es más claro que el mío, y además es muy divertido estar a su alrededor, entiendo que todas las chicas babeen por él, pero solo una será la afortunada cuando se hagan los emparejamientos, así que suerte a todas, pensé.

-         No eres capaz de acordarte de tu propio cumpleaños Axel, en cuatro meses, cuando cumplamos los diecisiete.

 Vi cómo tragaba saliva, aunque no lo dijera, sabía que estaba nervioso. La prueba te cambiaba, dejabas de ser un chico alocado y pasabas a ser un importante jefe de empresa prometido con una sola persona. Creo que eso es lo que más le preocupaba a Axel, él estaba acostumbrado a seguir la norma básica de la Base para los adolescentes:

Arrasa con lo que veas, y generoso no seas.

Solo que mi hermano la entendía a su manera, y decidió vivir la vida y disfrutarla al máximo mientras fuera capaz de controlarla sin asumir las consecuencias. Y es que aunque la Base dice que hasta la segunda parte de la prueba somos libres de hacer lo que queramos, no es del todo cierto. Sé de algún caso que ha llegado a mis oídos, un chico hace tres años que decidió dar la alarma de incendios provocando una gran alarma en el sector cuatro. Desde que lo retuvieron para hablar, nadie ha sabido nada de él, y no creo que lo hayan reinsertado en otro sector tal y como dicen algunos, creo que le hicieron algo malo, pero estas son cosas que no se pueden pensar aquí, está prohibido. La Base habla de una nueva generación, en ella todos tenemos todo lo necesario, no hay nadie sin dinero o sin comida, tampoco hay nadie solo o enfermo, a cambio de todas esas cosas lo único que tenemos que hacer es una prueba, una prueba dividida en dos partes, después viviremos el tiempo que nos sea asignado a cada uno, con el mínimo de llegar a los cuarenta años. No hay espacio para todos, eso lo sabemos bien. Podríamos vivir para siempre, pero entonces no podrían nacer nuevas vidas en este mundo, ya que no habría espacio, por eso la Base decide cuando debes morir, o cuando debe nacer alguien y dónde. Son normas sencillas para un mundo mejor. Es lo que pensamos todos.

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