Falso y pérfido eran sinónimos de mi nombre.
De todos los papeles que pude protagonizar era dueño del único que todo el mundo en mi situación rechazaria.
Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es solo representar, actuar y fingir. Lo curioso es que esto es la vida real, y aquello de actuar y fingir tenia que hacerlo de la mejor manera posible y existente.
Él, algo muy parecido al principe azul de los cuentos de hadas que a todos nos contaban cuando éramos pequeños.
Ella, mi mejor amiga con la que deseaba toparme desde los seis años, unica e incondicional. Decian que era la chica perfecta para él.
Yo, situado justo en el medio, enamorado del novio de mi mejor amiga.
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