Acto Segundo

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Salen DUARDO, LAURENCIO y FENISO


FENISO: En fin, ha pasado un mes y no se casa Liseo.

DUARDO: No siempre mueve el deseo el codicioso interés.

LAURENCIO: ¿De Nise la enfermedad ha sido causa bastante?

FENISO: Ver a Finea ignorante templará su voluntad.

LAURENCIO: Menos lo está que solía. Temo que amor ha de ser artificioso a encender piedra tan helada y fría.

DUARDO: ¡Tales milagros ha hecho en gente rústica Amor!

FENISO: No se tendrá por menor dar alma a su rudo pecho.

LAURENCIO: Amor, señores, ha sido aquel ingenio profundo que llaman alma del mundo, y es el doctor que ha tenido la cátedra de las ciencias; porque sólo con amor aprende el hombre mejor sus divinas diferencias. Así lo sintió Platón; esto Aristóteles dijo; que como del cielo es hijo, es todo contemplación; de ella nació el admirarse, y de admirarse nació el filosofar, que dio luz, con que pudo fundarse toda ciencia artificial, y a amor se ha de agradecer que el deseo de saber es al hombre natural. Amor, con fuerza suave, dio al hombre el saber sentir; dio leyes para vivir político, honesto y grave. Amor repúblicas hizo; que la concordia nació de amor, con que a ser volvió lo que la guerra deshizo. Amor dio lengua a las aves, vistió la tierra de frutos, y como prados enjutos rompió el mar con fuertes naves. Amor enseñó a escribir  altos y dulces concetos, como de su causa efetos. Amor enseñó a vestir al más rudo, al más grosero de la elegancia fue. Amor el maestro; el inventor fue de los versos primero; la música se le debe y la pintura. Pues ¿quién dejará de saber bien como sus efetos pruebe? No dudo de que a Finea, como ella comience a amar, la deje. Amor de enseñar, por imposible que sea.

FENISO: Está bien pensado ansí. ¿Y su padre lleva intento, por dicha, en el casamiento, que ame y sepa?

DUARDO: Y yo de aquí infamando amores locos, en limpio vengo a sacar que pocos deben de amar en lugar que saben pocos. 

FENISO: ¡Linda malicia!

LAURENCIO: ¡Extremada!

FENISO: ¡Difícil cosa es saber!

LAURENCIO: Sí, pero fácil creer que sabe, el que poco o nada.

FENISO: ¡Qué divino entendimiento tiene Nise!

DUARDO: ¡Celestial!

FENISO: ¿Cómo, siendo necio el mal, ha tenido atrevimiento para hacerle estos agravios, de tal ingenio desprecios?

LAURENCIO: Porque de sufrir a necios suelen enfermar los sabios.

DUARDO: ¡Ella viene!


Salen NISE y CELIA


FENISO: Y con razón se alegra cuanto la mira.

NISE: Mucho la historia me admira.

CELIA: Amores pienso que son fundados en el dinero.

NISE: Nunca fundó su valor sobre dineros Amor; que busca el alma primero.

DUARDO: Señora, a vuestra salud, hoy cuantas cosas os ven dan alegre parabién y tienen vida y quietud; que como vuestra virtud era el sol que se la dio, mientras el mal la eclipsó también lo estuvieron ellas; que hasta ver vuestras estrellas Fortuna el tiempo corrió. Mas como la primavera sale con pies de marfil y el vario velo sutil tiende en la verde ribera, corre el agua lisonjera y están riñendo las flores, sobre tomar las colores; así vos salís trocando el triste tiempo y sembrando en campos de almas amores.

Lope de Vega - La Dama BobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora