La melancolía de los recuerdos

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                                    Timeless

Cuando era pequeño Clyde Donovan no podía dormir si su madre no le contaba un cuento de hadas antes, Betsy, su madre se sentaba junto a su hijo y le narraba historias de magia donde el bueno siempre ganaba y se casaba con la princesa cautiva, su madre solía decirle que él era el más apuesto de todos los príncipes; le aseguraba que crecería para convertirse en un rey digno y se casaría con una hermosa princesa, Clyde dormía arrullado por las palabras de su madre y soñaba con tener un futuro perfecto como en sus cuentos

Cuando tenía doce años su amada madre falleció, murió en plena labor de parto intentando traer a la vida a la que sería su hermanita -que tampoco pudo sobrevivir- Clyde derramo una cantidad exagerada de lágrimas durante el funeral, Token, su mejor amigo intento consolarlo pero todo fue inútil; las familias reales de otros reinos se acercaban a su padre y a él a ofrecerles sus condolencias, Clyde mantenía la vista en el suelo, viendo sus lágrimas caer como la lluvia

-mi más sentido pésame-

Una dulce voz lo saco de su miseria, levanto la vista y se encontró con la princesa que su madre le describía en sus historias, su cabello era dorado como el oro, largo y rizado, sus ojos azules como el cielo y su piel parecía de porcelana; Clyde se quedó convencido de una cosa, ella era un ángel que su madre le había enviado para que no se sintiera solo, esa dulce niña frente a él se convirtió en la luz que alumbro su camino; eso fue lo que llego a ser Bárbara Stevens para Clyde Donovan

La amistad de ambos se convirtió en un formal noviazgo cuando cumplieron dieciocho años, Clyde no podía desear ser más feliz a su lado; amaba a esa mujer más que a su propia vida y sabía que ella sentía lo mismo que él, lo sabía por esas noches en las que solían hacer el amor hasta la madrugada, perdiéndose el uno en el otro, mirándose a los ojos y besándose hasta que el aire les faltaba

-te amo- le dijo como siempre después de cada entrega

-y yo a ti, mi bebe llorón-

-no exageres, no soy tan llorón-

-lo eres, lloraste más que yo cuando leímos juntos aquella novela-

-bueno, eso es porque era extremadamente triste, lo sabes-

-me gusta que llores; eso es lo que amo de ti-

-suenas como una sádica diciendo eso-

-un poco, pero yo lo decía porque amo tu parte sentimental, me gusta ver que tienes un corazón enorme y que yo estoy en el-

-tú no estás en mi corazón, Bárbara-

-¿eh?-

-tu ERES mi corazón y el día en que te pierda yo me daré por muerto-

-no digas eso, tú nunca me perderás-

Los gingers habían terminado de invadir la bahía de Blackstones, ahora se dedicaban a empezar la invasión por la costa de Leitchvan; eran casi siete mil tomando la bahía y para sorpresa de los pelirrojos nadie había llegado a detenerlos, el primer día de la invasión estuvieron atentos por si los soldados de la familia Donovan llegaban y los retaban, pero eso nunca paso, entrar a Leitchvan había sido relativamente fácil y confiados en que el rey Clyde no era más que un cobarde siguieron avanzando, el segundo día la calma siguió, los gingers mandaron un cuervo a la capital avisando al mago Cartman que habían invadido Leitchvan fácilmente, esa noche los pelirrojos acamparon en la playa y disfrutaron de un banquete de mariscos que ellos mismos pescaron en las playas de Leitchvan, el clima nocturno era muy agradable en esa playa de arena blanca, el mar tenía un hermoso color turquesa y el cielo estaba despejado, los gingers se tomaron un momento de relajación en esas playas, se lo merecían después de haber peleado contra los soldados de Blackstones, después tendrían que enfrentar a los soldados de Willstein y un descanso no les caería mal

TimelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora