Capitulo 1 - Amaneceres sin luz...

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Bueno querid@s lector@s, aqui les dejo el primer capitulo de "El Espejo", espero les guste y si es asi que dejen su estrella y su comentario para poder continuarla! les gradezco mil. Ojala lo disfruten tanto como yo. Besotes

Gri. 


Amaneceres sin luz...

Exaltada abro mis ojos, como queriendo sacudirme algo que duele. No sabía qué día era, o la hora. Ni siquiera donde estaba, pero la verdad, es que tampoco me importaba demasiado. Hacía mucho no tenía noches buenas, ni hablar de conciliar el sueño más de 30 minutos, pero esa semana se había ido al asco. Ni un solo día había podido dormir sin repetir ese fatídico día en mi cabeza. Apenas cerraba los ojos, ahí estaba, reproduciéndose como una película, una y otra vez... el llamado, la voz de mi viejo, la voz de mi vieja, el nombre de mi ahijado, y su voz... la voz del que se fue hace más de un año, dejándome sola en un país que desconozco y ya casi sin ganas de seguir. Solo me dejo una infinidad de amaneceres sin luz y aun no lo perdonaba por eso, más tenía que seguir.

Secándome las lagrimas del maldito sueño, me levante. Aun era temprano. Lo supe por la tenue luz que entraba por el sucio cristal de una pequeña ventana ubicada en lo alto de la pared. El lugar era un desastre, un viejo frigorífico abandonado con una pequeña y apestosa oficina en la parte trasera, aunque había bastado para resguardarme hasta que se me cortara el periodo. Al menos allí había un baño. Si, aunque parezca estúpido, el periodo sigue estando entre lo peor que te puede pasar pese a que el mundo se haya ido al carajo por un Apocalipsis. Cuando llegaban esos días, solía buscar un lugar que tuviera baño, y donde pudiera dormir. No importaban sus condiciones, ni siquiera me importaba si tenía para comer o no, solo quería pasarlos tranquila y aguantar hasta que terminaran los famosos siete horribles días para entonces poder seguir moviéndome. Me negaba a vagar por el bosque o en medio del campo sintiéndome fatal y dolorida. La vida de una mujer en el fin del mundo no es nada fácil, debo admitir. Menos cuando una es tan paranoica con ciertas cosas, cómo yo.

De cualquier forma, ya estaba lista para continuar mi camino.  Me prepare, acomode en mi básica mochila lo poco o casi nada que traía conmigo:

una pequeña botella de agua, sin mucha por cierto; un mapa, un cuchillo de caza y una pistola 9 mm. solo para emergencias con una unica bala; mi viejo celular con su cargador, el cual llevaba conmigo aun después de todo ese tiempo y a pesar de las quejas de mi prometido; unos cuantos cigarrillos, una linterna y una campera de cuero negra gastada, la cual solo usaba de almohada, ya que el verano había llegado y disfrutaba lo mas que podía de la brisa y el calor en mi piel. Eran pocas las veces que lograba apreciar algo, por el evidente estado de las cosas, así que decidí que, al menos esas pequeñeces no me las iba a perder. Quien sabía cuándo sería la última vez.

Al insertar la mano hasta el fondo de la mochila, mientras intentaba guardar mis cigarrillos en el pequeño compartimiento escondido, sentí una textura plastificada. Casi había olvidado que la foto aun estaba ahí; la única que llevaba conmigo:
Juan y yo frente a la estatua de la libertad en Nueva York.
Esa fue la última foto de nuestras vacaciones, la tomamos días antes que todo se fuera al diablo. Mejor dicho, nos la dieron en uno de esos tours donde te la obsequiaban como souvenir al finalizar. Cuando todo este desastre comenzó, logramos salir de Long Island antes de que la pusieran en cuarentena.  Tomamos el último avión que partió desde el Aeropuerto La Guardia aquel lejano 17 de Agosto a las 15 horas y en tres horas aterrizamos en algún aeropuerto de Savannah,en Georgia. El caos allí estaba en su despertar por lo que comenzamos a movernos, primero en un auto que robamos en medio de los saqueos, y después a pie, rumbo al Norte. En solo dos meses el país sucumbió totalmente.

Recordaba todo eso como si fuera ayer, a pesar que ya habían pasado casi dos años.  Negando con la cabeza me seque las lagrimas que sin querer ya estaban cayendo otra vez por mi mejilla y decidí cambiarme. Me quite la ya muy sucia remera negra de mi banda favorita uruguaya, Notevagustar, y la metí en la mochila junto a la foto. Me coloque una musculosa negra lisa que había recogido en el camino, y atándome los borceguís y mi largo pelo negro, me dispuse a partir de aquel frigorífico, rumbo a Washington.

Mirror of His SoulWhere stories live. Discover now