Capítulo 2: Hogar

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Puede que hubiesen pasado casi dieciséis años desde la primera vez que había estado allí, pero el apartamento de Selma Al-Jazira seguía siendo un desastre. Lara tropezó inesperadamente con un grueso libro que vete a saber por qué estaba en el suelo, y al tambalearse, golpeó con la cadera una frágil mesa y volcó un vaso de zumo que estaba junto a un montón de papeles, derramándose éste sobre las hojas. La exploradora británica cazó a tiempo el vaso antes de que rodara hacia el suelo y, tras mirar a su alrededor, lo tiró en una papelera cercana y lo cubrió con restos de papeles arrugados. Luego simplemente tapó todo el estropicio con unos cuantos libros y papeles de más.

- Te he visto, nena. - murmuró Zip sin apartar la mirada de la pantalla, frente a su nuevo servidor en un extremo del estudio.

- Lo que Selma no sepa no le hará daño. - replicó Lara, observando de reojo el lento goteo del líquido pegajoso que empezaba a escurrirse por debajo de la pila de papeles.

- Claro, claro. - Zip sacudió la cabeza - Pero en cuanto la princesa levante ese legajo y lo descubra, le voy a decir que ha sido tu trasero huesudo el que la ha liado.

Lara soltó un suspiro.

- La amistad ya no es lo que era.

- Eh, que una cosa es ser hermanos y otra muy distinta ser primos. - El hacker finalmente apartó la vista de la pantalla y giró en la silla para mirarla - Hostia, qué mala pinta tienes. - Lara tenía el rostro, cuello y brazos surcados de cortes. - Hay que ver lo que corta esa mierda de bambú, ¿eh? - Zip sonrió, descubriendo su blanca dentadura.

- No me lo recuerdes. - gruñó Lara.

- Menos mal que el menda lerenda te sacó de allí. - Zip se desperezó en la silla, y al ver que Lara levantaba una ceja, dijo - Venga, nena. Te conseguí el pasaporte en tiempo récord. Soy el puto amo, dímelo.

- Gracias por el pasaporte, pero tú no me sacaste de allí. - una sonrisa traviesa bailaba en los labios de la exploradora.

- Sí bueno, mientras Super-Kurt viva el resto de los tíos estaremos a la cola. - Zip suspiró - Y hablando de superhéroes, ¿dónde está el monstruito?

- El monstruito está con su abuela en Inglaterra. - Lara miró de nuevo el zumo que ya chorreaba por la pata de la mesa - Ha empezado el curso escolar.

Zip soltó un silbido.

- Joder, pobre cría. Seguro que a estas alturas la vieja ya la tiene vestidita con lacitos y encajes y sentada en una mesa tomando el té y masticando pastitas.

Lara torció la boca.

- Creo que prefiero hablar de la jaula de bambú.

En ese momento se oyó el tintineo de unas llaves en la puerta y una mujer pequeña y morena entró en el ya atiborrado apartamento cargando una pila de libros y papeles. Al ver a Lara, sus ojos - grandes, negros y tan dulces como expresivos - se abrieron de par en par y, soltando un estridente chillido, arrojó lo que llevaba en brazos a un lado - contenido que se sumó al ya existente desastre cubriendo muebles y suelo - y se lanzó hacia Lara con los brazos abiertos, tropezando con más libros y mesas durante el trayecto.

- ¡¡Lara!! - gritó Selma Al-Jazira, arqueóloga y profesora de Historia Antigua y Mitología Hebrea de la Universidad de Estambul, colgándose del cuello de una incómoda exploradora británica - ¡Qué ganas tenía de verte! Sufrí horriblemente al saber lo de Sri Lanka. Dios mío, ¿estás bien? - le palpó los cortes de la cara y el cuello - Estás hecha una pena... ¿qué te hicieron? Cabrones...

- Selma, para. - jadeó Lara, retorciéndose para liberarse de su abrazo.

La arqueóloga la soltó, pero sólo para estamparle un par de besos babosos en cada mejilla, que ella aceptó resignada.

Tomb Raider: El LegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora