ALESSIA.
Salgo a paso firme del trailer, recibiendo la cálida brisa como un disipador de mis emociones. Mientras camino apresuradamente a la zona de entrada para encontrarme con Melissa, no puedo evitar seguir dándole vueltas a la conversación - o pelea - que acabo de tener con ese chico, Tyler. ¿Cuál es su problema? Puede que mi intromisión en su presentación lo haya descolocado, pero no fue con otro motivo más que ayudarlo. Es decir, éste es mi trabajo. ¿Qué se supone que tenía qué hacer? ¿Haber dejado que el sonido decayera más? ¿Dejarlo asfixiarse hasta morir? Pensamientos fatalistas se niegan a abandonar mi mente mientras capto un destello del cabello más rojizo que he visto en mi vida a través de las luces neón.
— Eh, tú. ¿Dónde estabas? Pensé que te tocaba guardia en la zona privada. —su voz es alta sobre el estridente ruido de la música. Puedo ver en sus ojos algo de rencor por no haberle contestado antes, pero su discreción es algo que admiro de ella en este momento.
— Vengo de allí, en realidad. Aunque por primera vez, estoy detestando este trabajo. — paso una mano por mi cabello, de repente cansada. Toda la energía y la tensión de hoy hacen su aparición, provocando un leve hastío en mi cuerpo. ¿Cómo se las arreglan los artistas? Ellos apenas bajan del escenario y ya hay una conferencia de prensa esperándolos. No tienen descanso, en absoluto.
— ¿Por qué lo dices? ¿Por Tyler Cox? — me sorprendo un poco ante la mención de su nombre, y creo que ella puede verlo, por lo que se apresura a explicarme. —Digo, no sé lo que pasó, pero los que lo escoltaron a la entrada comentaron que estaba sumamente enojado. No les dijo nada, pero su mirada parecía capaz de matar a cualquiera que observara.— ruedo mis ojos, por qué estoy segura de que no es mentira. Estoy a punto de explicarle lo que acaba de pasar, justo cuando escucho una voz detrás de mi. Me volteo instantáneamente, encontrándome con dos cuerpos altos buscando nuestra atención.
— Qué tal, chicas. ¿Ya saben de la fiesta? — las miradas de los chicos con tez dorada que nos enfrentan son levemente lascivas, por lo que inconscientemente (y aunque no haya necesidad de hacerlo) cruzo los brazos sobre mi pecho. Melissa me observa con diversión, mientras niega levemente, en respuesta. —Bueno, es después de cerrar aquí, en el Club Sundara. Es para todos los pertenecientes a Bloom Records, por lo que aparte de los artistas, el grupo de staff también está invitado. — Es ahí cuando noto sus características camisetas negras, mientras nos entregan dos pulseras azules.
— Gracias, ahí estaremos. — Melissa responde con una confianza natural, reemplazando la carencia de la mía. Los chicos nos dan un breve saludo en despedida, mientras se alejan, difuminándose entre la multitud. Estoy empezando a formular algún pretexto para no ir, como por ejemplo; nuestra edad. Me dispongo a contarle esto a Melissa, pero su mirada me congela en mi sitio.
— Ni lo pienses, Alessia. Vamos a ir. Es nuestra última noche trabajando juntas. ¿No quieres pasarla bien? — su mirada es casi tan tierna como la de un cachorro, lo que solo provoca una necesidad dentro de mi de patearla. Pero es mi amiga, y sé que tiene razón.
— De acuerdo. Pero me dejarás hacer tu maquillaje. No tienes otra opción.— aprovecho para que me permita practicar en ella uno de los placeres de mi vida, que es el maquillaje. Me sonríe, radiante, asintiendo con la cabeza.
— Bueno, voy a mi última posición. Te veo después. — levanta su mano en despedida, y yo hago lo mismo. Empiezo a caminar lentamente, sin rumbo, mientras la veo marcharse.
¿Qué se sentirá estar sobre un escenario? Es decir, no como yo lo estuve hace unas horas, para arreglar fallas. Si no para que la gente disfrute de ti. Para que hagas lo que más te gusta hacer, siendo aclamado por miles de personas que gustan de tu trabajo. Tan solo cuando estuve allá arriba, una emoción indescriptible rodeó mi cuerpo. Es una vida que querría para mi, es cierto. Pero es una que no tendré. No tengo el valor necesario para hacerlo. La última vez que estuve sobre un escenario, vomité mi alma antes de si quiera salir a escena. No podría soportarlo; la fama, la gente, la responsabilidad. Eso es para personas fuertes, y creo que yo no lo soy.
Al menos, es lo que pienso. Por más que la idea me haga vibrar en emoción.
Doy una última mirada al escenario cuya multitud se encuentra frente a mi, tomando una fotografía mental, para después caminar hacia mi última posición. La noche aquí no ha acabado, sin embargo, la nostalgia hace acto de presencia en mi corazón al realizar que estoy dejando mi primer escenario atrás.