TYLER.
— Bueno, eso fue fácil. — Musito, sentándome en una de las lujosas sillas de cuero pertenecientes a una de las pequeñas salas VIP del club. Ésta se encuentra en la parte superior del lugar, justo al lado de la cabina del DJ. Desde ésta altura podemos observar a la gran multitud que ocupa la pista de baile, al contrario de la gente de aquí arriba, la cual se limita a sentarse y beber.
— Ni que lo digas. — contesta Adam irónicamente. — La próxima vez me pondré gafas de sol. Tantas luces pueden dejarme ciego. Aún no entiendo cómo lo haces. — me mira curiosamente, antes de que un pequeño cuerpo se posicione a su derecha, llamando su atención.
— Hola, nena. — Adam se levanta, envolviendo sus brazos alrededor de su novia. Sierra le devuelve el abrazo, estirando su palazzo amarillo corto por sobre su cuerpo. Siempre me ha parecido una chica amable, con sus grandes ojos azules y perfectamente planchado cabello rubio. Generalmente suele desprender una vibra de superficialidad, pero trato de olvidarme de eso cuando recuerdo que hace Adam feliz. Ellos han estado juntos alrededor de un año, convirtiéndome la mayoría de las veces en un fastidio andante.
Generalmente observar a las personas amando a otras suele ser un poco irritante, al darte cuenta de que te encuentras completamente solo.
— Tyler, estuviste excelente ésta noche. Mis amigas y yo no podíamos dejar de bailar. —Sierra llama mi atención, señalando a la cabina que se encuentra detrás de ella. Agradezco su omisión a mi pequeño descontrol en el escenario. —Mi hermano me dijo que pasaras a la cabina a saludarlo cuando tuvieras la oportunidad. Hoy es su noche.
Miro más allá de ella, comprobando que en efecto, Matt está a cargo de la música ésta noche.
— Te lo agradezco. Y vaya, no sabía que lo había conseguido. Eso debe ser alucinante — forzo una sonrisa a través de mi rostro, expresando una amabilidad que no es mía. — Pasaré a verlo en un rato.
Un silencio incómodo hace su presencia en nuestra conversación, amenazando con consumirnos. Antes de que eso ocurra Adam se incorpora, tomando la mano de Sierra.
— De acuerdo, hermano, iré con Sierra a saludar a sus amigas. Te veo en un rato, ¿bien?
Asiento, con una sonrisa torcida, un poco incómodo ante la idea de quedarme solo. Pero no puedo hacer nada; ella es su novia, y tiene que ser su prioridad.
Un concepto que no creo entender pronto.
La música es estridente, movida y traída a la vida por las personas que se mueven al ritmo de ella. No es algo generalmente de mi preferencia, pero le doy la bienvenida. Observo a algunas chicas que me devuelven la mirada en la esquina de la sala, con sus vestidos cortos y labios brillantes. Respondo a sus miradas traviesas con una sonrisa, mientras busco alejarme de allí. Puede que se un cabrón hecho y derecho, pero tengo principios éticos bien establecidos. Y sobretodo, una hermana pequeña a la que me gustaría todos respetasen.
Buscando una distracción, me dirijo a la cabina del DJ, portando en mi mano un vaso de Black Velvet que conseguí a lo largo del camino.
— Quién fuera el pequeño Matt Villards, quién consigue una noche a su cargo en el gran Club Sundara.
Matt gira sobre sí mismo, y sonríe al verme. Arregla algo en el increíble set de computadoras y máquinas que tiene delante, mientras camina hacia mi. Lo recibo con un abrazo fuerte, y le propino unos ligeros golpes en su espalda. Revuelvo su cabello castaño, el cual es un gran delator de su juventud. El tiene solo dos años menos que nosotros, pero ni si quiera mi talento era tan grande como el de el cuando yo tenía esa edad, a los diecinueve.
— ¿Qué te digo, hombre? Les dije que venía de parte del grandísimo Tyler Cox. No pusieron ninguna resistencia después de eso. — reímos al unísono, mientras yo señalo a la multitud debajo de nosotros.
— ¿Cómo te va ésta noche? ¿Qué tal la vibra? — pregunto, mientras nos acercamos a la ventana de cristal que cubre la cabina. Tomo un trago de mi bebida, esperando su respuesta.
— La sensación es muy... lasciva. Todos buscan mover sus traseros, en realidad.
— Te entiendo. Dios sabe cuánto detesto eso. Por eso mis sets no son tan conocidos. — agrego, riéndome. — Pero al menos tienes a todo el mundo bailando.
— No a todos. — señala a un lugar frente a nosotros, y mis ojos siguen la trayectoria de su dedo, para encontrarme con el bar. La barra está atestada, y de repente entiendo lo que dice cuando veo que no todos están bailando. — Ellos están estáticos, lo cual es una lástima, pues enserio que hay algunas bellezas ahí abajo. — me percato de lo que dice, y compruebo que tiene razón. Hay muchas chicas que en su mayoría están solo bebiendo, indiferentes a la música que suena alrededor de ellas. — ¿Alguna idea?
Le doy una mirada y señalo a la computadora, pidiendo permiso. El solo expresa un "Todo tuyo" mientras me permite tomar el control. Observo la hora: 2:34 am. Es hora de cambiar de ritmo.
Me pongo los audífonos, y cierro mis ojos mientras pienso en alguna melodía que satisfaga lo que busco. Al final solo bastan unos pequeños toques y finalmente, la música cambia. Una canción compuesta por una gran amiga mía llena el lugar, transmitiendo sensualidad y una sensación de nostalgia. Casi al instante los cuerpos que se encuentran más cansados abandonan la pista, permitiendo a varias parejas ocuparla.
— Mierda, hermano. Nunca decepcionas. — Matt se da cuenta de mi éxito, volviendo a señalar a la pista de baile, y es cuando lo noto. Cuando la noto.
Su pequeño conjunto cambia de color debido a las luces fluorescentes que la iluminan. Camina lentamente hacia la pista, tomando un suave ritmo. Su cabello resplandece, lacio y largo por sobre su espalda. Me pregunto que es lo que me llama la atención de ella, hasta que comienza a bailar. Más que bailar, comienza a sentir la música. Me inclino hacia el cristal de la ventana, totalmente perdido en sus movimientos, cuando tomo una decisión rápida.
— Vuelvo en un segundo.
No espero respuesta mientras bajo las escaleras, terminando lo que falta de mi bebida. La ubico a través de la pista de baile, y llego a ella. Baila delante de mi, siendo completamente ajena a mi presencia. Menea sus caderas en un ritmo que solo ella entiende, y tomo mi primer paso. Coloco mi mano en su cintura, con toda la suavidad que puedo. La siento tensarse ante mi toque, sin embargo no se aleja. Aprovecho su confianza, acercandome un poco mas a ella.
De repente, comienzo a notarlo. Su esencia. Consigue tranquilizarme y al mismo tiempo descolocarme al traer de regreso una serie de recuerdos confusos de hace poco tiempo.
Lo demás sucede un poco rápido.
El tipo que pasa al lado de nosotros me toma desprevenido, y con un movimiento nada caballeroso, se atreve a tocar el trasero de la chica. Sin embargo, es más rápido que yo, así que mientras el escapa, una mano conecta con mi mejilla, golpeándola.
Mientras mis ojos buscan a la dueña de aquella mano, siento un torrente de confusión mezclado con una desagradable sorpresa cuando me enfrento a la misma chica que bien pudo haber salvado mi vida hoy.
Y arruinado, también.