—Odio esto. —murmura Ky mientras Keith lo ayuda a pasarse a la silla de rueda—. Espero que estés muy segura que nadie nos está viendo.
Veo a los alrededores.
—No, a menos que cuente el perro. —lo señalo, es un puddie blanco que está en la cerca de una casa moviendo la colita muy animadamente.
—Estoy segura de que no cuenta —murmura Britt—. Estamos despejados.
Keith cierra la puerta del auto.
—¿Podrían, no sé, dejar de jugar a las espías y ayudarme por aquí? —nos pregunta, de pie al lado de la silla con Ky.
—Sería un gran favor si alguna de ustedes lleva la silla y no Keith —dice este a ninguna en particular.
Está muy claro que eso dañaría su reputación.
Britt toma la silla de rueda y Keith empieza a caminar delante de nosotros por el pavimento, seguido de mí, y más atrás, ella. Keith se desvía para cruzar la carretera, mirando a los lados y asegurándose de que ningún auto viene, y todos los seguimos. Mantiene sus distancias, como, muy lejos de nosotros. O para ser más exacta, de mí. Así que tomo un lugar al lado de Britt mientras cruzamos el césped hacía la heladería.
—¿Dentro o fuera? —pregunta Keith a nadie en particular.
—Dentro, por favor —implora Ky.
Vamos dentro, pasando las mesas delanteras plegadas de personas que no logran disimular sus miradas hacía Ky. Tuve la oportunidad de hacer un rápido rastreo a sus caras rezando para que ninguno de ellos fuera conocido, pero estábamos hablando de una nueva heladería a la cual todos los chicos querían ir, por lo que no fue ninguna sorpresa ver varias personas que asistían a la universidad.
Esto era una mala idea desde todos los puntos de vistas. Aunque Ky se llevara toda la atención, vernos a nosotros cuatros juntos le daría un ataque cardiaco a cualquiera. Por dios, ¡Keith salía con las chicas más curvilíneas que pudiera encontrar! ¡Y Ky, Ky era un mujeriego! Éramos cómo un rompecabezas que no encajaban.
Keith tomó la mesa de la esquina, apartada de cualquiera que quisiera dar una mirada. Y tomó asiento exactamente, de espaldas.
Britt colocó a Ky frente a la mesa, justo cuando me decido por tomar la mesa de atrás, quedando espalda con espalda con Keith.
No sé quién estaba luchando interiormente más. Sí Ky, Keith, o yo.
Ninguno quería que nos vieran compartiendo una misma mesa.
Bueno, no era muy diferente a compartir el auto, pero eso lo podríamos cubrir diciendo que por alguna coincidencia de la vida, Keith iba al mismo lugar y decidió darnos el aventón. Aunque dudaba mucho que Keith hiciera realmente eso.
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El Culpable.
Teen FictionSonido. Luces. Bebidas. Keithan Evans ha vuelto a hacer una fiesta. Fiesta. Sonidos. Migraña. Ashton Presley está a punto de explotar. Únelos a ellos dos en un mismo lugar, y quizás al otro día cuando despiertes lo más probable es qu...