2. Paciencia

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Pasaron 15 días. Días en los cuales tuve que aprender nuevas cosas, tales como la manera de llegar a mi colegio sin perderme o entrar en algún barrio peligroso para asegurarme de seguir con mis cosas y mi integridad física intacta.Algo que tuve que aprender fue a defenderme, no es que no supiera como hacerlo antes, pero tuve que entrar más en profundidad en el terreno de la defensa personal, ya no estaba en mi tranquila ciudad,y eso se notaba.

Para conseguir hacerme de habilidades de defensa, mamá tuvo la genial idea de inscribirme en clases de Defensa Personal. Genial, pensé que tenía 1 mes y medio para empezar a socializar con las personas, pero parece que a mamá se le ocurrió adelantarse a mis planes, como siempre.

- ¿En serio tengo que ir? Miré a mamá con mala cara.

- Siempre quisiste hacer nuevos amigos hija, no veo una mejor oportunidad que esta.

- Creo que la que siempre quiso que yo socialice fuiste tú, yo estoy bien así como estoy. Y sé defenderme muy bien. Basta con una simple patada en las pelot...

- ¡Marie por Dios! ¿De donde sacas esas palabras? Yo no te eduqué así- La cara de mamá cambió mostrando un repentino enojo en sus ojos.

- Lo siento mamá. Eso es por juntarme con mis amigos. No son un buen ejemplo a seguir. Yo que tú me prohíbo seguir juntándome con ellos- dije siendo lo más irónica que pude.

- Nunca quise hacerte sentir mal hija. Perdóname.

Me sentí mal al instante. Estaba siendo una completa villana con mamá. Ella no tenía la culpa de mi baja capacidad para relacionarme con los demás, solamente quería mi felicidad y yo, como gran estúpida, la hacía sentir culpable todo el tiempo de mis complejos. Nunca fui una persona paciente, pero debía hacer el esfuerzo. Soy de lo peor, de eso no hay dudas. O eso siempre decía el...

- Lo siento mucho mamá- dije con algo de orgullo. Dios, cómo me costaba admitir mis errores.

- No pasa nada Marie. Estoy bien.- Forzó una sonrisa y juraría que la escuché maldecir por lo bajo pero no le di mayor importancia. No podía dársela después de la escena de niña de 10 años que había hecho hace 5 minutos. Ella tenía derecho de decirme lo que quisiera.


Los días restantes transcurrieron con total tranquilidad; mamá y yo salíamos a hacer compras juntas, me enseñaba sus más preciadas recetas, recorrimos los parques de la nueva ciudad y por sobre todas las cosas trabajé en mis actitudes totalmente fuera de lugar hacia ella. Hablamos mucho, pero nunca me había percatado de una cosa que ahora se me hacía de lo más importante: siempre hablábamos de mi. Cada vez que intentaba que me contase algo de ella, su niñez, su pasado o algo de su historia, notaba algo de incomodidad en ella, a veces bastante por lo que optaba cambiar de tema o hablar sobre mi futuro. Mi futuro, algo que sonaba tan lejano y ahora es una realidad que está llegando y a punto de tocar a mi puerta; la pregunta es: ¿seré capaz de abrirle la puerta y hacerlo pasar o será algo así como esas personas que tocan a tu puerta con promociones de empresas nuevas y eliges cerrarle la puerta en la cara? Decisiones, decisiones...

Era lunes, y eso solo significaba una cosa: hoy comenzaba con mis clases de defensa personal. El club donde se dictaban las clases no quedaba lejos de casa por lo que decidí ir en la bicicleta que mamá me había regalado hace poco. Una linda bici debo admitir, color azul y por supuesto que recién comprada tenía ese toque de mamá: unos listones azules en el frente. Claro que intenté quitarlos, pero la mirada de mamá era como un niño pequeño, con sus ojos iluminados y me pareció de muy mala hija quitarle los benditos listones delante de ella. Ya vería que hacer con ellos, a lo mejor me los roban, a lo mejor.

Bueno, intenté convencer a mamá de no ir a esas clases argumentando una y mil veces que era muy capaz de defenderme sola. Hasta le hice una demostración de patadas karatecas con las que me sentía una idiota pero al romperle un jarrón de una patada fue la excusa más que perfecta para que me obligue a asistir a las clases. Tenía razón en cierto sentido: si no fui capaz de esquivar un simple jarrón, mucho menos iba a poder defenderme de un violador que doblaba mi tamaño.

Decidí tomar mi mochila con mi uniforme dentro, no pensaba pedalear esas 8 calles con un pijama para ser el centro de atención, ya habría tiempo de pasar vergüenza cuando comience el colegio, sería la mascota de todos al ser "la nueva". Malditos estereotipos y tradiciones escolares. 

Comencé a pedalear y no hizo falta ponerme mis auriculares. Eran las 10pm y el sonido de los negocios apenas abrirse y la gente comenzando su jornada me agradaba. Llegué al club y lo primero que vi fue que ya había chicos practicando distintos movimientos de defensa personal con el mismo pijama que yo. 

"Genial, ya llegué tarde. Me autoaplaudo" pensé. Casi corriendo entré al vestuario y me puse mi uniforme. Atravesé un largo pasillo y llegué a una gran puerta que tenía un cartel con el famoso "Tire/Empuje" ¿Puede ser que un simple cartel baste para poner mi mente en blanco al punto de no saber como abrir la bendita puerta? Parece que si, porque no tuve mejor idea que empujar la puerta para abrirla cuando en realidad había que tirarla hacia a mi. Los chicos dentro detuvieron sus movimientos y me miraron: se reían por lo bajo y hacían comentarios entre ellos. Mi cara no era roja, claro que no, era bordó. Abrí la maldita puerta y entré esquivando las miradas. La profesora solamente me miraba extrañada y prosiguió con la clase. Me parecía extraño tener que hacer movimientos tan complicados la primer clase, si era tod asi durante lo que me quedaba del año, estaba realmente perdida.

Una hora después, la clase terminó. "Al fin" pensé. Cuando estaba guardando mi uniforme, se acerca a mi una chica un poco más baja que yo, ojos color miel y con cabello negro bastante corto.

- Disculpa, ¿vienes por las clases para principiantes?- Me dijo con una mirada que no pude descifrar.

- Eh si, vine por ellas. Pero recién acabaron.

- Claro que no. Empiezan en 10 minutos.- Me mostró una foto en su tablet una foto del horario y si, definitivamente había asistido a la clase equivocada. Eso explica mi dolor corporal intenso y el hecho de que todavía no podía dar patadas que me doblaban la altura.

-Ah, temo que me equivoqué de clase entonces- Su risa se escuchó por todo el vestuario, sorprendiéndome y haciéndome reír a mi también. Era una risa contagiosa.

- Bueno, supongo que nos veremos el jueves en tu "segunda primer clase"- dijo aguantando la risa. -Por cierto, soy Destiny.

- Marie- dije cerrando mi mochila y esbozando una sonrisa, la más sincera que pude y me fui.

Si no fue el día con más errores de mi vida, no se cual lo fue. Solamente me restaba acostumbrarme y por sobre todas las cosas, tener paciencia. Mucha paciencia.


Queridos lectores:

Llega el segundo capítulo de esta historia. Quiero empezar a actualizar más seguido, ahora que pude hacerme un tiempo y esto de escribir me sirve como catarsis y terapia personal. Descargo muchas cosas en la escritura al igual que muchos de ustedes seguro hace :) Espero me acompañen cada vez más personas en esto y que les guste esta historia. Sean felices.















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